Capítulo 16:Maldición, despierta

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Hay cosas que a veces nos suceden, y nos hacen sonreír sin poder evitarlo. Nos quitan el sueño, ocupan nuestros pensamientos, hacen palpitar nuestro corazón, nos hace amar cada segundo. Sin notarlo, nuestra vida puede cambiar de un día para el otro. No lo noté, no lo esperé, pero llegó. Olive llegó, y mi vida dio un giro de 360 grados.

El martes por la mañana, como siempre, fui a correr al bosque.

-¿Qué hay de la invitación?

-¿De qué hablas?-le pregunté a Olive con la respiración entrecortada.

-Me dijiste que querías que conociera a tu abuela ¿O te has arrepentido?

-¡Claro que no! Sólo que me había olvidado. Veo que estás ansiosa por causar una buena impresión en mi familia-me frunció el ceño y yo reí- Mañana a las 6 ven a cenar a casa.

-Me encanta la idea, pero no cocines tú.

La miré ofendido.

-Oye, tú no sabes cómo cocino.

-¿Eres buen cocinero?-me preguntó asombrada.

-No...pero me juzgas demasiado rápido, Olive Fletcher.

Continuamos corriendo, intentando no perder la respiración. Olive no era de hablar mucho a la hora de entrenar, y a mí me era muy difícil no hablarle cuando la tenía al lado mío.

-Oli, espera.

-No, sigue corriendo. Vamos, ya falta poco.

-¡Olive, espera!-caí al suelo-no me siento bien, me falta el aire.

Ella se frenó, y corrió hasta donde me encontraba yo. Sus ojos estaban fijos en los míos, y sus manos estaban apoyadas en mi rostro.

-Trev ¿Qué te sucede? Respira, Trevor ¡Maldición! ¡Trevor!

Inhalaba grandes bocanadas de aire, mis ojos viajaban por todo el bosque y mis manos presionaban con fuerza el brazo de Olive. Intentaba hablar, pero no lo lograba. Mis ojos se llenaron de lágrimas y la vista se me hizo borrosa.

-Trev, cálmate. Por favor, vas a estar bien-secó mis lágrimas, y logré ver sus ojos nuevamente. Notaba que estaba esforzándose para no llorar-¿Eres asmático? ¿Alérgico a algo?

Negué con mi cabeza. Mis ojos se cerraron, la voz de Olive se escuchaba como si fuese un eco, hasta que dejé de oírla.

Olive POV.

Trevor estaba silencioso desde que habíamos salido. En un principio creí que era porque había notado que no era muy habladora a la hora de hacer ejercicio, pero luego me comenzó a parecer extraño. Cada vez hablaba menos, y comenzaba a perder el ritmo, por lo que quedó más atrás de donde me encontraba yo. Me llamó y me pidió que frenara. Me voltee para verlo porque ya no escuchaba sus pasos. Mi corazón se apresuraba a cada segundo que lo veía tirado en el suelo. Corrí hasta el. Sus ojos viajaban por todas partes, las venas de su cuello se hinchaban cada vez más, sus labios perdían color al igual que el resto de su piel. Lágrimas comenzaban a caer sobre sus mejillas y mojaban mis dedos. Intentaba no llorar para no alarmarlo. No respondía ninguna de mis preguntas, tan sólo balbuceaba. Cerró sus ojos y sus brazos se relajaron. Me comencé a desesperar, entonces comprobé su pulso. Su corazón aún latía. Vi en su cuello y brazo unas ronchas que seguían creciendo. Me puse de pie, lo tomé de sus brazos, y con toda la fuerza que tenía lo arrastré fuera del bosque.

Frenaba de vez en cuando para comprobar que siguiera respirando. En la entrada de mi manzana me encontré con un vecino que estaba lavando su auto.

-¡Señor Perry! ¡Por favor ayúdeme!

-¿Olive? Oh por Dios ¡Qué le ha sucedido?

Mis lágrimas corrían por mi rostro y mis mejillas ardían.

1900 MillasWhere stories live. Discover now