Capítulo 7, Placentera noche.

59.9K 2K 198
                                    

Llego el esperado viernes y en toda la mañana estuve ansiosa de que llegara la noche. Convencí a Camile y a Stella para que fueran conmigo al bar, obviamente no les dije sobre mis planes secretos, solo sería aparentemente una noche de amigas en la que nos divertiríamos mucho.

Llegue a eso de las dos de la tarde a mi casa y desde esa hora me estuve esmerando por arreglarme y perfeccionar cada aspecto de mi cuerpo y mi cara. Tenía que lucir perfecta.

Mientras me duchaba me aplique una cantidad de cremas que me dejaron la piel súper tersa, suave y brillante.

Todo estaba perfecto.

Recibí un mensaje de Camile diciéndome que estaban en la recepción esperándome.

—Adiós mamá —dije mientras corría apresurada de un lado para otro.

—¿A qué horas vuelves? —preguntó mientras me daba un beso en la mejilla.

—No lo sé... Tarde. —Ella sonrió. —¿Vas a salir?

—Si, iré a cenar —asentí divertida y enarque las cejas.

—¿Con tu novio? —insinúe y mi madre se sonrojó.

—No es mi novio, aún —se defendió y yo reí.

—Bueno, adiós, lo saludas de mi parte y dile que si no te trata como merece lo pateare donde más le duele. —Mi madre se sorprendió por mi confesión y asintió risueña mientras yo salí de prisa.

Presione mil veces el botón del ascensor desesperada y este apareció, las puertas se abrieron y me metí inmediatamente.

—Llegamos chicas —gritó emocionada Stella. —Vamos a pasarla muy muy genial ¿no creen? ¡Noche de chicas! —las tres gritamos al unísono divertidas.

—Pero miren la larga fila que hay... —Llegaba casi hasta la avenida que quedaba a dos largas calles.

—Tengo una idea —susurré y camine con decisión hacia la entrada.

—Buenas noches. Debe hacer la fila —me ordenó aquel hombre fornido y con voz ruda.

—Si, mira es que yo conozco al dueño y estoy segura de que él me dejaría pasar rápido —le dije y él hombre me miró despectivo. —Mire, aquí tengo su tarjeta —le entregué el pequeño cartón.

—Bien, debido a que sé que es a gente verdaderamente cercana a la que el Sr. Hans le entrega su número, las dejaré pasar —quitó la cinta y nos abrió espacio para entrar.

—¡Vaya! ¿Cómo lo lograste? —preguntaban mis amigas sorprendidas. —¿En realidad lo conoces?

—Algo así y no pregunten más chismosas. Lo único importante es que pudimos entrar sin hacer esa interminable fila ¿felices? —Ellas aplaudieron y me llevaron hacia la barra.

—Tres vodkas, por favor —pidió Camile. —¡Cómo amo este club chicas! Y es que vienen unos hombres... Divinos —suspiró babeando.

Yo estaba lo suficiente distraída para prestarle atención.

—¿Esperas a alguien? ¿A quién buscas? —Mis amigas se habían percatado de mi actitud y les causó bastante curiosidad, al parecer.

Pasiones ProhibidasWhere stories live. Discover now