Capítulo 52

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Para cuando me di cuenta, ya eran pasado las diez de la noche y mamá llegaría a casa-en la cual no estaba- muy pronto. Mierda. La tarde con Saeng se me pasó volando mientras que ordenábamos el desastre que era su departamento. Ahora todo estaba perfectamente bien y nos encontrábamos tumbados en el bendito sillón.

-Young Saeng, debo llamar a casa-musité con algo de angustia.

Asintió y se removió un poco para sacar el celular de su bolsillo trasero. ¿Por qué Saeng siempre usaba los pantalones tan ajustados? Sí, se veía terriblemente sexy, pero, diablos, era un profesor. Tomé su iphone y le agradecí con una sonrisa nerviosa. Jamás me había quedado a dormir en una casa que no fuera la de Hyun Joong.

Marqué el número del celular de mi madre y presioné la bocina contra mi oreja. Con el primir pitido apenas, comencé a morder mis uñas desesperada.

-Para-susurró Saeng en una risita mientras removía mis dedos de mi boca.

Lo fulminé con la mirada y al momento en que iba a reprocharle, la voz de mamá me sobresaltó.

-¡Mamá!-exclamé.

-____, ¿dónde estás?-hablócon voz calmada,como siempre-. Acabo de llegar a casa y veo que no te encuentras.

-Um, eh... estoy... estoy en casa de Young Saeng y, bueno, tú sabes, yo...

No pude seguir hablando, pues una de las manos de Saeng me arrebató el celular y la otra mano la posó sobre mi rostro, impidiéndome tanto ver como hablar. Maldito Heo de manos grandes. Quise chillar, pero me contuve al ver a Saeng ponerse de pie y caminar por la sala, aguantando la risa.

-¿Hola?-habló él?-. Soy Heo Young Saeng, señora Merrick. Bien, ¿y usted? Quería preguntarle si ____ se puede quedar esta noche en mi casa. Habrán más amigos..., y amigas, claro. Sí, mis padres estarán en casa, señora-su voz se quebró en una carcajada suprimida y yo rodé los ojos sin dejar de reír-. Veremos una película y esas cosas. Claro, yo la cuido. Bien, yo le digo. Gracias, adiós.

Volvió a guardar su iphone en el bolsillo  de sus ajustados pantalones y me sonrió victorioso: lo había conseguido. Le lancé una mirada de "deja de ser tan arrogante" y él me guiñó un ojo. ¿Cómo podía hacer eso? Si se lo hubiera preguntado yo, de seguro no me hubieran dado permiso. Saeng se volvió a sentar a mi lado y se encogió de hombros.

-Tengo el don de la palabra-dijo con aire desdeñoso.

-Deja de decir eso-murmuré fingiendo irritación.

-Dijo que te portaras bien y que te ama.

-Oh, siempre con su sobreprotección innecesaria.

Un fugaz roce de sus labios se plantó en mi mejilla y, extrañamente me ruboricé por completo. Me volteé para mirarlo y observar cada una de sus facciones. Sus ojos, su nariz, su boca... oh, esa boca. Cómo moría por probarla. Las cicatrices y el moretón de su rostro habían desaparecido casi por completo. Se veía tan jodidamente sensual; parecía un chico malo de apenas diecinueve años.

-Creo que deberían bañarnos-susurró mirando directo hacia mis labios-. ¿Te bañas conmigo?

-Mh, lo pensaré-ladeé mi cabeza y mi dedo índice se cruzó por mis labios.

-Oh, vamos-se quejó él.

-No lo sé... Tu propuesta no me convence.

-¿Qué puedo hacer para convencerte?-habló con voz ronca y grave, sin dejar el contacto visual tenso.

-Hay dos cosas que me gustaría que hicieras-arrugué la nariz y froté mi barbilla a modo de pensamiento.

-Dime, por favor...-jadeó. Oh, mierda.

-Ok, primero, quiero...-vacilé-, quiero que me hagas un sándwich porque tengo mucha hambre.

-¿Qué más?

Una de sus manos subió por mi muslo hasta llegar cerca del cierre de mi pantalón. Ahogué un gemido y mordí mi labio inferior... otra vez. Su mirada intensamente negra me estaba comiendo viva y sus labios se mantenían entreabiertos, despidiendo bocanadas de aire.

-Lo otro te lo diré luego, ¿sí?

-¡Pero...

-Cállate y hazme un sándwich, Heo-le interrumpí con una tonta voz autoritaria.

-¿Te aprovecharás de mí?-alzó una ceja.

-Sí, te lo mereces-guiñé un ojo.

El agua de la ducha recaía sobre nosotros. El vapor y las gotas se filtraban a través de nuestros cuerpos desnudos. No hacíamos nada más que mirarnos, sin intenciones sexuales, sin tocarnos... nada. Las conexiones sólo eran producto de nuestras miradas entrelazándose en una atmósfera de amor absoluto. Seguía sin creer que este hombre fuera, de alguna forma, mío.

-Saeng-susurré.

-_____-susurró.

-Esta es mi otra pretición...

-Dime-besó mis labios de forma fugaz-

-Quiero que me hagas el amor.

Filosofía de Amar, Heo Young SaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora