Capítulo 55

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El auto frenó en frente de una casa. ¿Una casa? Bien, no entendía nada. Volví mi vista hacia ésta y la noté bastante grande y bonita. Parecía una casona antigua. Miré a Saeng con chispas de curiosidad despidiéndose de mis ojos, pero él pareció no inmutarse. Solo me sonrió y vi las ansias en su mirada. Ambos bajamos del auto casi al mismo tiempo y él activó la alarma de éste. Saeng rodeó el auto y quedó a mi lado. Su mano bajó hasta la mía y la entrelazó. Me estremecí con el tacto. Caminamos en dirección a la casona antigua con un amplio y bien cuidado jardín y nos detuvimos en la puerta blanca. Con su mano restante sacó unas llaves de su bolsillo. ¿Se compró dos casas acaso?
-Young Saeng, ¿dónde estamos? -pregunté en un susurro no planeado.
Él me miró, sonrió y sus dedos tomaron mi mentón para elevar mi mirada hacia la suya. Sus labios besaron los míos lentamente. Entreabrí mi boca para poder saborear el exquisito sabor que era la lengue de Heo Young Saeng. No era la respuesta que esperaba, pero me gustó. Se giró para abrir la puerta y entramos. Estábamos en un salón bastante amplio. Las paredes eran blancas sin ninguna mancha, y tenía muchos cuadros de paisajes colgados. El piso era de madera y crujía un poco al caminar. Parecía ser construída en el siglo XIX. Mis ojos se centraron en un mueble de una esquina que tenía puertas de vidrio y dejaba a la vista un par de pequeños cuadros, jarrones y una colección de vinos. Sin dudarlo me acerqué al mueble y comencé a recorrer las fotos con mis ojos. La mayoría eran de un pequeño con una preciosa sonrisa decorada de lindos oyuelos totalmente reconocibles.
Sentí un pequeño escalofrío al momento en que una mano rodeó mi cintura y me atrajo a su cuerpo. Alcé mi vista y Saeng me sonrió.
-¿Eres tú?-apunté a las fotos, él asintió algo incómodo.
-Ven, no veas esas cosas. Te quiero presentar a alguien.
Casi me arrastré junto consigo al momento en que nos dirigía a la otra habitación. Mi corazón comenzó a latir con mayor intensidad.
¿Presentarme a alguien? Oh, no.
Nos adentramos a otra salita con las paredes pintadas de amarillo claro. Habían un par de sillones, una mesita de centro y un televisor bastante, muy moderno. El piso comenzó a crujir al momento en que una señora de unos cuarenta años, bastante delgada, de cabello mediano y negro y bastante bonita, se acercaba a nosotros. Young Saeng soltó mi cintura rápidamente y se dejó abrazar por la señora. Me invadieron unos repentinos y ridículos celos. Ella lo soltó y me abrazó con la misma euforia. Miré a Saeng por el hombro de ella y vi sus mejillas ruborizadas.
-¡Tú debes ser _____!-exclamó sonriente una vez que me soltó-. He oído mucho de ti. Eres más preciosa de lo que Saeng describió.
-Gracias-atiné a decir, confundida aún más.
Sseng volvió a acercarse a mí y rodeó mi cintura con su brazo una vez más, apegándome a su cuerpo. Sus labios se posaron en la parte superior de mi cabeza.
-____, ella es Im Hye Jung, mi madre.
Santa mierda. ¡La madre de Saeng!
Solo sonreí y agité mi mano en forma de un cohibido saludo. Una presión inundó mi estómago y el brazo de Saeng me afirmó fuertemente; quizás notó que flaqueé. Jamás fui buena para disimular.
-Oh, ¡pero qué mal anfitriona soy! -exclamó Hye Jung-. En seguida les traigo algo de beber, ¿sí?
Se giró sobre sus talones y corrió de vuelta a lo que parecía ser la cocina. Caminé junto con Saeng y nos tumbamos en el sillón.
-¿Por qué?-reí, aún nerviosa.
-¿Por qué, qué?
-¿Por qué me trajiste a conocer a tu madre? No me malinterpretes.-exclamé de inmediato.- ella es muy simpática y linda pero... ¿cómo nació la idea de hacerlo?
-Bueno, pues.- se encogió de hombros-. La semana pasafa me dijiste que jamás te había hablado de mi familia, y eso me quedó dando vueltas, sinceramente.
-¿No te incomoda traerme aquí?, ¿No habías traído a Tiffany antes?
-Una sola vez lo hice, y fue hace casi un año, ¿y sabes? No me atreví a presentarla como mi novia.
-¿Por qué?-fingí desinterés, pero la verdad es que la curiosidad me comía viva.
-Llegó a casa insultando el vestido que una prima mía usaba. Luego rompió una copa y se tomó una botella de vino sola. Se emborrachó y comenzó a hacer un par de ridiculeces. Claramente no quise traerla de nuevo.
-Oh-. Fue lo único que pronuncié.
Fruncí el ceño al imaginarme a una rubia de pechos y trasero abundante siendo metida a la fuerza por Saeng a coche. Qué horror. Jamás fui muy fan del vino. Su sonrisa se hizo parte de sus hermosos y adictivos labios y sus manos tomaron mis mejillas, acercando nuestras bocas y sellándolas en un suave beso.
-No estés nerviosa, _____. Ya le caíste bien.
-¿Y si meto la pata?
-La meteré contigo, ¿de acuerdo? Ahora relájate, no será tan malo.
Sus labios volvieron a fruncirse hacia los míos pero nada ocurrió puesto que Hye Jung carraspeó para hacerse notar.
Ambos volteamos hacia ella y la vimos con sus brazos entrelazados sobre su pecho y una gran sonrisa en el rostro. No pude haverme ruborizado más.
-Mamá...-masculló Saeng.
Volteé hacia él y sonreí. Parecía un adolescente recién puesto en vergüenza... o tal vez lo era.
No pude evitar reír ante sus mejillas coloradas y su ceño fruncido. ¡Era tan adorable!
-Ustedes sin tan lindos-suspiró ella.
-¿Y qué trajiste para tomar, mamá?-preguntó Saeng de forma brusca sin quitar esa pizca de nervios.
-Oh, si, me preguntaba si les gustaría almorzar. Tengo carne asada con puré.
-Suena bien-asintió Saeng-. Vamos...
Nos pusimos de pie en el mismo instante y entrelazamos nuestras manos. Alcé mi vista hacia la suya. Él ya me estaba mirando . Lo amaba tanto y no sé qué haría con eso. Todo me encantaba de él. Cada faceta que me había mostrado e intentaba ocultar. Todo me fascinaba. Me encantaba saber que él estaba enamorado de mí.
La televisión estaba pasando uno de esos comerciales de toallas higiénicas que tanto me incomodaban y Saeng no dejaba de reír por producto de mis mejillas rosadas. Golpeé su abdomen débilmente, a lo que él solo rió más fuerte.
-Deja de reír Heo.-bufé.
-Jamás, jamás, jamás.- negó como un pequeño niño.
-Eres tan irritante...-alcé la vista para observarlo.
-Pero me quieres.
-Te amo.
-Lamentablemente.-fingí dolor-. Iré a ayudar a tu mamá, ¿sí?
-Quédate aquí-ronroneó juguetón mientras me apretaba con más fuerza entre sus brazos.
-Saeng, quiero ayudarla, ¿sí? No tardo nada.
Hizo un mohín jodidamente tierno y no me resistí. Me acomodé a su altura y besé sus labios.
-Te quiero-susurró sin dejar nuestras bocas por completo.
-Estaremos en la misma casa, no es para tanto-reí.
-Aún así te quiero.
-Yo también te quiero.
Me puse de pie antes de quedar perdida en la mirada de Young Saeng y caminé a la cocina. Era muy amplia. Las paredes estaban tapizadas con diseños de pequeñas flores lila; muy acogedor.
La mesa en la que almorzamos ya estaba totalmente despejada y Hye Jung se encontraba lavando los trastos, mientras tarareaba una canción que desconocía.
-¿La ayudo en algo señora Im?-murmuré.
-Oh, ____-dijo sin mirarme.- Puedes llamarme Hye Jung si deseas. Y ya terminé de hacer todo, pero di quieres me puedes hacer compañía.
-Ok-musité.
Sin decir nada más, caminé hasta el comedor y me senté en una de las sillas, sin dejar de observar los movimientos de Hye Jung.
-Y... ¿vive sola?-me atreví a preguntar.
-Oh, claro que no, mi esposo puede ser un holgazán de vez en cuando pero aún lo quiero a mi lado. Pero está en Francia ahora. Viaje de negocios.-se volteó hacia mí y se sentó a mi lado. Su cercanía me ponía incómoda. Ella era, practicamente mi suegra y lo acababa de notar-. Me alegra que lo hagas feliz.
-¿Ah?
-Me alegra que hagas feliz a Young Saeng, ____.
-¿Tú... tú crees que lo hago feliz?
-Yo sé que lo haces, cariño.
-Me gusta verlo sonreír.-confesé.
-¿Cómo fue que se conocieron?
Mierda. ¿Cómo le iba a decir que era su alumna?
Tampoco quería mentirle ni causarle mala impresión. Carraspeé nerviosa y clavé mi mirada en Hye Jung. Su mirada era impenetrable. Debía decirle la verdad, solo que sin muchos detalles.
-Mh, bueno, nos conocimos en la escuela.
-¿Sí? ¿Cuántos años tienes, corazón?-parecía levemente sorprendida.
-Diecisiete-musité.
-Una muy linda edad ¿no crees?
-Sí, lo es-respondí algo confundida.
-Saeng debería encargarse de que la pases muy bien. Ambos se ven muy lindos y felices juntos. Sin importar la edad que tengan.
-No te molesta que... haya tanta diferencia?
-¡En lo absoluto, cariño!-se carcajeó- Solo quiero ver feliz a mi bebé.
-Me alegra que lo comprendas.-sonreí libre de tensión por primera vez en esta casa.
-Me alegra que seas tú quien enamoró a mi hijo. No tienes ni idea de lo loco que lo tienes. Ese chico te ama en serio.
-¿Lo hace?-mi corazón se encogió por completo.
-¡Claro que lo hace! La forma en que te mira, cómo te sonríe, cómo me habla de ti. Es como si fueras todo lo que él ha estado buscando, y en efecto, lo eres. Si aún no te ha dicho que te ama, es porque es un tonto, porque en serio lo siente.
-¿Cómo puedes asegurarlo así?
-Es un hecho: ¿no has visto cómo sus manos tiemblan al tenerte cerca? Ese chico en serio te ama, y tarde o temprano tendrá que decírtelo.

Filosofía de Amar, Heo Young SaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora