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Dave

Nada más llegar a casa, recordaba cómo había actuado mi madre, preocupada por como estaba ante el motivo que me había llevado a llegar a aquellas horas. Traté de calmarla de alguna forma, hacerle ver que estaba bien, pero al ver su gran preocupación, le conté la verdad. Ella según le iba contando, dejó aparcada su preocupación para traer consigo la gran sorpresa de saber que había estado con Elena y que ahora los dos estábamos juntos. Tardó unos segundos en reaccionar, pero cuando lo hizo vi después de tanto tiempo su mirada iluminarse acompañada de una sonrisa demasiado hermosa y sincera, llevaba tanto tiempo sin ver esa expresión que deseé capturar aquel momento, grabarlo en mi mente por siempre, porque había conseguido hacer sonreír a mi madre otra vez.

Después de eso cenamos y ella me preguntó algunas cosas sobre Elena, algo natural en cualquier madre, siempre estaría el interés por saber como había pasado todo y, como no tenía motivos para ocultárselo y quería verla feliz un rato más, se lo narré todo. O al menos casi todo.

Cuando acabamos la ayudé a limpiarlo todo y en cuanto hube terminado, besé su frente deseándole unas buenas noches. Me recosté en la cama y, finalmente, cogí mi teléfono con algo de duda. No sabía si llamarla o escribirle en aquel momento teniendo en cuenta que ya era algo tarde y posiblemente estaba descansando. Además apenas había recibido su número de móvil hoy cuando estábamos juntos y me parecía algo precipitado que justo hoy, cuando apenas nos habíamos visto unas dos horas atrás, la llamase. Suspiré levemente, pensé unos cuantos instantes y al fin tecleé una sencilla frase para ella.

Gracias por lo de hoy... Te quiero.

Era un mensaje, pero el hecho de tener que escribir esas dos últimas y sencillas palabras, me costó más de lo esperado. Enrojecí y apagué el móvil para dejarlo en la mesa y de esa forma acostarme en la cama. Cerré los ojos y sonreí levemente cuando ella volvió a mi mente con la hermosa sonrisa que tanto amaba en ella.

Abrí con algo de dificultad los ojos cuando la claridad me dió en ellos. Me incorporé frotándomelos con algo de cansancio y miré el móvil en la mesa. Enrojecí cuando pensé en la idea de si ella me haría respondido el mensaje. Titubeé unos cuantos segundos antes de levantarme para coger el móvil y comprobarlo, cuando mi madre apareció en la habitación sobresaltándome y evitando que hiciese mi propósito.

-Dave, me gustaría que fueras a la librería de Rosa a buscar este libro por mí, ¿podrías, cielo?-al ver su sonrisa, supe que lo hacía por Elena y yo, por tener un motivo para vernos. Rojo, sólo fui capaz de asentir para alivio de ella-. Gracias, cariño, iría yo pero entre el trabajo y que debo comprar la comida para hoy, no doy abasto para nada más.

Yo reí un poco y ella se despidió de mí con un beso en la mejilla antes de desaparecer por las escaleras. Yo tardé un poco más en empezar a mover para vestirme y prepararme lo más decentemente posible. Desayuné algo rápido y, tras ponerme el abrigo, salí de casa también. Respiré profundo cerrando los ojos un momento y dejé que la suave brisa acariciara mi rostro. El mundo se veía diferente desde ayer, ¿o quizás era sólo él quien lo sentía asi?

Con una sonrisa, corrí a la librería de Rosa, donde volvería a verla. Tal fue mi emoción que llegué en cuestión de minutos a la entrada y tragando hondo, abrí la puerta.

Sin embargo, no veía a Rosa y tampoco a Elena.

Confuso, caminé por la librería esperando ver el moreno pelo de la joven que tanto deseaba encontrar allí o a Rosa, yendo de un lado a otro por la librería provocando risas amistosas entre todos los que estaban en la librería. Pero no encontré nada de eso. Si no fuera por las pocas personas que había en la librería en aquel momento, pensaría que estaba más que muerto aquel lugar. ¿Dónde estaban?

Pregunté a una de las personas que estaban allí, pero lo único que supe fue que Rosa tuvo que irse por un asunto urgente.

Asi que me puse a hojear algunos libros para entretenerme y que el tiempo fuese mas rápido. Por eso cuando oí el reconocible paso de Rosa, corrí hacia ella sin dudarlo un segundo.

-¡Rosa!-exclamé en bajo para no molestar al resto de personas; pero todo mi alivio y alegría de verla se esfumó en cuanto vi sus ojos enrojecidos llenos de tanto dolor-. ¿Rosa? ¿Qué ha pasado?

Ella sacudió la cabeza al ser incapaz de hablar en aquellos momentos, sin embargo cuando lo consiguió, podía sentir como sus palabras se clavaban en mi corazón ante su respuesta.

-Elena...Elena está en el hospital...

-¿Qué...?

-David trató de protegerla..de evitar todo esto... Evitar que aquello la salpicase también a ella...pero ese malnacido fue mas fuerte que él...

La tomé por los hombros con una mirada llena de desesperación.

-¿De quién estás hablando, Rosa? ¿Quién es él?

Ella apretó los puños mirándome con infinita tristeza.

-Su padre-esa respuesta me congeló la sangre por completo-. Ellos han estado huyendo de él desde que la madre de ambos empezó a sufrir maltrato por su parte. Vinieron aquí pero...-apreté sus hombros pidiéndole que siguiera; era consciente de lo egoísta que estaba siendo solo con ver la expresión de dolor en Rosa al hablar de aquello, pero necesitaba saber que había pasado esta noche-...él salió de la cárcel y fue a por ellos entrada la noche. Quería llevarse a Elena y cuando vió que no lograría su propósito...Él....

Rosa fue sacudida por un fuerte sollozo y yo sentí como mi corazón se partía en dos. ¿Cómo había podido pasar aquello? Cuando al fin era feliz, cuando finalmente la había alcanzado... Aquel hombre...

Me incorporé respirando profundo y miré a Rosa con seriedad.

-Iré al hospital, en cuanto sepa algo te llamaré.

Ella asintió agradeciéndome con la mirada aquel detalle y me dió la dirección del hospital. Era el mismo en el que nos conocimos.

Sin dudarlo, eché a correr en dirección al hospital. Cogí el móvil y lo encendí para marcar el número de Elena, de esa forma podría contestar quien quiera que estuviese allí con ella. Sin embargo, en cuanto lo encendí vi que tenía una llamada perdida y un mensaje de voz en el buzón de mi teléfono. Era de aquella noche y el número pertenecía a...

Apreté los puños con fuerza y, reuniendo valor, escuché el mensaje de voz.

-Dave...Yo...Lo lamento... Sé que esta manera de actuar es de cobardes... que debería...luchar por mí misma ante esta situación...pero tengo miedo...Mi padre ha vuelto, Dave...él...-ella respiró profundo en un intento de calmar la voz temblorosa que tenía en ese instante-...Él antes no era así, Dave... Mi padre antes nos amaba con locura a los tres...a mi mamá, a David y a mí...pero, de pronto un día, empezó a actuar extraño y a discutir mucho con mi madre...Ella decía que estaba bien...que sólo era una discusión, pero por las noches podía escuchar como lloraba...yo no...sabía que hacer...Todos pensábamos que las cosas se calmarían pronto..que mi padre volvería...y aquello no iría a más... Pero nos equivocábamos cuando él le levantó la mano por primera vez a mi madre... Y de ahí vinieron mas...hasta el punto que estuvo a punto de matarla de la paliza que le dió la última vez... De no ser porque mi hermano intervino y detuvo ese siguiente golpe... mi madre ahora no estaría aquí...Y gracias a ello conseguimos denunciarlo...y ganamos el juicio.. A él lo metieron en la cárcel y nosotros nos mudamos aquí... Pensé que...ahora que estábamos lejos...todo iría bien...que..sin importar qué...no volveríamos a pasar por aquello...Una vez más me equivoqué... Él salió de la cárcel y nos estuvo buscando... hasta que finalmente lo logró y ahora...quiere llevarme con él y yo...Dave, no sé que he de hacer...yo...estoy tan asustada...mi mente es incapaz de pensar nada...Sólo sentí que necesitaba oírte...yo...Dave, te necesito...Tengo...mucho...mucho miedo...Dave...

Apreté el móvil al oír sus sollozos al ser incapaz de hablar más. Sin embargo, estos fueron también interrumpidos por una voz grave hablándole a ella y por último un grito. Su grito. Y entonces el mensaje de voz finalizó.

De pronto mi mente desconectó y sólo seguí corriendo con más velocidad que antes. Ya no pensaba en nada. Mi mente sólo la tenía en mente a ella. Su voz. Sus ojos. Su calidez. Sus expresiones al enrojecer o reír. Y, especialmente, su sonrisa, la cual estaba en riesgo de apagarse junto a la mía.

Y esta vez lo haría para siempre.

Algún día, bajo ese cielo azul #1 (EN EDICIÓN) (Libro #1 ADBECA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora