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Elena

-¿En serio es necesario tanto misterio?-pregunté mientras Dave me cubría los ojos con una venda.

Él rió, seguramente al notar mi tono desilusionado y curioso como el de una niña pequeña, y besó mi cabeza con ternura, cosa que me ruborizó.

-Poco a poco-le oí decir antes de darme la mano-. Solo guíate por mi voz.

Y eso hicimos. Caminamos cogidos de la mano, hacia un lugar que yo misma desconocía, escuchando su voz y dirigiéndome al lugar donde sonaba. En alguna ocasión estuve a punto de caer, pero fui sujetada por Dave a tiempo. Asi que esperaba llegar a aquel lugar de una pieza.

Mientras escuchaba su voz, permití que la calidez de su mano me envolviera. Acaricié su mano con mis dedos y noté como el se estremecía un poco, pero apostaba que aquello le había hecho sonreír. En aquel lugar que desconocía, sin poder ver nada y dejándome guiar por la voz de Dave, el hecho de suponer que sonreía, era suficiente para sacarme otra sonrisa a mí. Quizás haber accedido a venir no había sido tan malo como pensaba.

Y no era consciente de lo mucho que ese día, iba a cambiar nuestras vidas.

Cuando Dave se detuvo, supe que habíamos llegado, pero aun asi, no me permitió quitar la venda. Me pidió que esperase un momento y escuché unos pasos alejándose de mí. Esperé unos cuantos segundos, hasta sentir que había regresado para ponerse detrás de mí y ser él mismo quien me quitase la venda que cubría mis ojos. Al principio, tuve que cerrar los ojos por la claridad que me dió en ellos, pero cuando fui capaz de volver a mirar, el corazón me dió un vuelco. Ante mí estaba el paisaje mas hermoso que había visto en toda mi vida. Podían verse las montañas y el sol alzándose ante ellas hacia el cielo azul. Una cascada enorme que caía al vacío y, finalmente, la ciudad. Nuestra ciudad.

Avancé corriendo hacia la barandilla del mirador, como si fuese una niña pequeña descubriendo el mundo por primera vez, y observé las pequeñas casas maravillada.

-Esto es precioso...-susurré embelesada ante la belleza que aquel paisaje me ofrecía.

Sentí a Dave ponerse detrás de mí y colocar su manos sobre las mías, las cuales estaban aun sujetas a la barandilla.

-¿Puedes ver la librería de Rosa desde aquí?

Sorprendida, miré hacia allí decidida a encontrarlo. La divisé enseguida, a lo lejos, por ser el edificio más alto de aquella zona.

-¡Sí! ¡Allí está!-exclamé con una sonrisa y señalando al sitio que le decía.

Dave rió con ternura y yo, curiosa, le pregunté el porqué de su pregunta. Eso le devolvió a él una tierna mirada.

-Aqui venía mucho con Rosa cuando la conocí. La primera vez ella me hizo la misma pregunta que tú y lo reconocí por ser más alto que el resto de los edificios de esa zona, al igual que tú-yo asentí, atenta a sus palabras-. ¿Sabes lo que me dijo?-al ver mi negativa, miró hacia el lugar donde estaba el edificio de Rosa-. "Mira en la misma dirección que antes, ¿puedes ver el árbol que hay? Ese árbol ha vivido décadas, incluso tu bisabuela y tatarabuela lo conocía. Se le conoce como el árbol de la vida. Aquel que seguirá viviendo durante años, a menos que decidan cortarlo. Se llama asi porque se aferra a la vida, como si no quisiera dejar de existir y desease dejar un pequeño recuerdo de que él ha existido ahí.

Me sorprendí por la historia mientras observaba aquel árbol. Realmente nunca me había esperado que aquel árbol tuviese tantos años de existencia.

-Vaya... Es sorprendente.

Dave asintió y acarició una de mis manos.

-Yo quiero disfrutar también cada momento de mi vida, hasta el día que ya no esté aquí. Quiero llevarme esos bellos recuerdos al lado de quienes quiero y dejar recuerdos a ellos también-alzó mi mano con la suya y le regaló un frágil beso-. Quiero darte a ti uno de esos recuerdos. Algo que te haga sentir que estoy aquí, contigo-acarició mi rostro con ternura y yo sentí que mi mirada enrojecía un poco a sus palabras-, quiero que siempre recuerdes que nunca voy a dejarte sola aunque no pueda estar aquí físicamente. Quiero que lo recuerdes y es por ese motivo que he preparado todo esto. No tenía planeado de que forma iba a decírtelo. Honestamente no sé si pueda resultar una locura pero no me importa que lo sea si se trata de ti. Lo único que puedo saber, es que nuestro destino era conocernos, era estar ahora aquí, juntos, y nadie habría podido evitar eso. Hasta ahora, he pensado miles de formas que consiguiesen transmitir lo que siento por ti, fue algo que te admití el día que te confesé mis sentimientos hacia ti. Por eso ahora sé que quiero arriesgarme, que no quiero dejar esta vida sin haberlo intentado, y sé que más me arrepentiría si sólo lo dejase ir. Quiero arriesgarme porque te quiero. Porque quiero despertarme y saber que estás ahí. Porque quiero ser testigo de esas sonrisas tan dulces que dedicas al mundo. Quiero ser la persona en la que pienses cuando no sepas qué hacer. No puedo prometerte un cuento de hadas, ni convertirme en tu príncipe perfecto, pero sí que puedo prometerte darte todo lo que tengo de mí. Es por eso que, Elena-fue en ese momento que le vi clavar una de sus rodillas en el suelo y mirarme desde allí, con sus hermosos ojos verdes que tanto me habían enamorado-, aunque no pueda prometerte muchas cosas, porque sé que no podría dártelas, quiero ser aquel que devuelva siempre las sonrisas a tu rostro. No quiero dudar nunca más, Elena, asi que, dime, ¿te gustaría casarte con este chico?

Algún día, bajo ese cielo azul #1 (EN EDICIÓN) (Libro #1 ADBECA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora