17. Tres de la mañana

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Estaba sola en mi casa, no tenía ganas de hacer nada. Tenía varias llamadas perdidas de Allison en mi teléfono.

Saqué mi laptop y revisé mi correo. No dejaré que un chico tenga poder sobre mí. No me afecta.

Reviso mis correos y no encuentro nada especial, contesto de igual manera.

¿Qué le sucede a Stiles? ¿Será que no lo conozco tan bien? No lo sé, y pensar en ello no me dará la respuesta así que opto por mandar un mensaje a Allison, seguro ya salió de la escuela.

Diez minutos después, ahí estaba tocando en mi puerta.

-¿Qué pasó, Lydia? -entró preocupada.

-Stiles y yo nos peleamos.

-Eso ya lo sabía, pero explícame.

Se sentó en el sillón a mi lado.

-Estábamos en la fila y entonces el chico... Espera, ¿ya lo sabías? -asintió.

-Stiles está igual de preocupado que tú.

Me costaba tener la mirada firme pero igual continué.

-Estaba en la fila y el chico delante nuestro me preguntó si esa era la fila del almuerzo...

-¿Qué? ¿No sabía que... -pareció mover datos en su cabeza por un instante-. Espera, ¿el chico nuevo del que no paré de fastidiar?

-Sí.

Articuló un «oh», sabiendo que no había muchas palabras que mejorarían la situación.

-Hablamos un poco y a Stiles no sé qué le pasó que me jaló fuera de la cafetería para reclamarme.

Allison me veía indecisa, tal vez pensando en qué decirme.

-En mi opinión, deberías darle tiempo, tal vez mañana lo vean todo de diferente manera.

Me quedo callada y asiento.

-¿Sabes qué? Compremos pizza y veamos Netflix.

En mis labios instantáneamente se forma una sonrisa. Es un reflejo sonreír después de escuchar eso.

★★★

-¿Segura que no te molesta quedarte sola? -decía Allison acercándose a la puerta. Negué con la cabeza.

-Mi mamá llegará en un rato, no pasa nada.

-De acuerdo, cualquier cosa, llamas.

Asiento y la abrazo como despedida. Al cerrar la puerta no puedo evitar sentirme triste. Fue sólo una pelea, ¿pero qué significó?

Necesito arreglar esto.

Subo las escaleras y busco mi celular.

«Scott, necesito hablar contigo.

-Lydia»

Seguro que él sabría ayudarme. A pesar de ser casi media noche, no tardó en contestarme.

«¿Tiene que ver con Stiles?

-Scott»

«¿Cómo sabes?

-Lydia»

Me quedé platicando con él por varias horas, pero no llegamos a nada. Yo no me disculparía, no tuve la culpa. Y tampoco sé si aceptaría una disculpa, se pasó de la línea.

Me quedo viendo el número de Stiles en mi teléfono. No lo llamo ni lo cierro. Sólo está ahí.

Qué tonta he de sonar, rompiéndome la cabeza por un chico. Así no debería de ser.

Prendo la televisión y espero una contestación de Scott. Ahora que lo pienso, ¿y mi mamá?

¡Lo había olvidado! ¡Está de viaje de negocios! Por más infantil que suene, la extraño. Sale seguido y estoy acostumbrada a no verla todo el día pero en éste momento me gustaría que estuviera aquí.

No supe qué hacer en el momento en que Scott me dijo que se iría a dormir. Ahora sí, estaba sola.

Bajé las escaleras cuidadosamente, aunque no había razón para no hacer ruido, estaba sola.

Tomé un vaso de leche y vi el reloj. 03:26 am. Bueno que era viernes y mañana no habría clases.

Me senté en silencio, contemplando el cielo por la ventana. Tenía ganas de salir al jardín pero hacía demasiado frío.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por un sonido a mis espaldas, la puerta se abrió.

-¿Qué haces aquí? -pronuncié firme mientras me levantaba.

El señor, que se hace llamar mi padre, se tambaleó y caminó dentro de la casa dejando la puerta abierta, con una botella en su mano.

-Lydia...

-¿Qué haces aquí? -grité-. ¿Qué no entiendes que no quiero verte?

-Me vale si no quieres, lo harás porque soy tu padre y te lo ordeno.

-Tú no eres nada mío. Vete.

Se acercó todavía más a mí, de una manera evidentemente agresiva.

-¡No te acerques!

Rió de una manera escalofriante, seca, sínicamente.

-Vamos, Lydia...

-¡Que te alejes te digo!

Vacié mis pulmones en esa frase y él tiró la botella a la pared. Cerré los ojos como si eso hiciera que se fuera.

Aún con los ojos cerrados pude saber que se acercaba más, sentí su tacto en mi muñeca, casi cortándome la circulación.

De pronto, se alejó, pero no por voluntad propia, no pudo haber sido así. Abrí los ojos y lo siguiente que vi fue a Stiles dándole un puñetazo en el rostro.

No sé en qué momento comencé a llorar pero ahora estaba fuera de control.

Ben cayó al suelo y Stiles se acercó a mí, rodeándome con sus brazos.

-Gracias -lloriqueé en su hombro-. ¿Qué hacías aquí?

Acarició mi cabello y apretó su agarre.

-Venía a disculparme.

-¿A las tres de la mañana?

-No podía dormir.

Sé que debería decir algo pero no quiero, sólo tengo ganas de quedarme así, sin pensar en nada más.

Cuando siento la fuerza suficiente para abrir los ojos y afrontar la realidad, tengo la pequeña buena noticia que mi padre ya no está ahí, y no tengo que lidiar con él.

-Stiles.

-¿Sí?

-Quédate, por favor.

-Siempre.

Two Young Hearts «STYDIA»Where stories live. Discover now