Capítulo 1:

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La azabache abrió sus ojos sobresaltada. Otra pesadilla. Soñaba sobre aquel día en que sus padres fallecieron. Esos tres robustos hombres la miraban expectante mientras discutían. Aquel niño de ojos esmeralda apareció por la puerta y en un acto, dos de esos hombres estaban tendidos en el suelo. Podía percibir el hedor de la sangre que inundaba aquel horrible lugar. "Deberían ser tres" pudo murmurar mientras el castaño le desataba las muñecas. El tercer hombre, más bien monstruo, en un arranque de ira agarró al valiente. "Lucha. Si no luchas no puedes vencer" gritaba como podía el muchacho. La pelinegra observó el cuchillo empapado de la sangre de tales y lo agarró con ambas manos. En ese instante se vió capaz de todo.
Frío, sentía frío.
Aquel chico le tendía la bufanda roja que portaba puesta. Todo había pasado, ya había sentido lo que era empuñar un cuchillo y clavarselo a alguien justo atravesando su corazón, arrebatandole la vida.

Ahogó un grito al recordar esta escena.
Se acomodó a un borde de la cama. Todas yacían durmiendo en sus camas, por lo que pudo observar. Caminó lentamente hacia el baño y allí se puso el uniforme. Subió aquella bufanda a la altura de sus pómulos, la olfateó, perfectamente podría decir que seguía poseyendo a
el hedor del, ahora joven, chico. Bajó cada escalón lentamente, no había prisa. Todavía era de noche pero pronto saldría el sol. Abrió la puerta lentamente y salió al exterior de aquella cabaña, caminó durante un rato para que su cuerpo se adaptara al frío y justo en un árbol pudo verle. Eren se encontraba tumbado con el respaldo en un árbol. Sus ojos se encontraban cerrados, como en los viejos tiempos. Ella se arrodilló junto a él.

-Eren. -dijo con un tono suave y protector.

- Mmmh, ¿Mikasa? -el joven abrió los ojos sobresaltado- deberías de estar descansando.

- No podía dormir. -concretó la azabache.

Eren entendió que su hermana volvía a tener pesadillas y le agarró la mano sonriendo tristemente. Mikasa observaba el agarre de sus manos como si de un tesoro inexistente se tratara. Ella actuó con el mismo gesto que el chico.

- Creo que deberíamos ir a entrenar o se hará tarde. -afirmó la joven.

-Sí, tienes razón - dijo el chico comenzando a desperezarse.

Ambos se alzaron y caminaron hacia el campamento. Durante el trayecto no hablaron mucho, tal vez sería por el hecho de que los dos estaban sumidos en sus pensamientos, aunque muchos podrían opinar que es porque Mikasa nunca fue muy habladora. La azabache no dejaba marchar la imagen de sus manos tomadas, un leve sonrojo se mostraba en sus mejillas, mientras que el castaño pensaba en como le iría el entrenamiento, "¿sorprenderé al instructor?" se decía.
Ambos pararon sus pisadas y comenzó el entrenamiento.

- He de comunicaros cadetes, que hoy tendréis un día de prácticas. Mañana realizaremos una salida a los lugares de las afueras del campamento. Este entrenamiento se realizará en parejas. Mañana concretaré los detalles. - gritó el sargento - Por cierto, llegad puntuales. Ah y, las parejas son libres de elegir.

Con aquel dialecto y un pequeño entrenamiento terminó la hora.

La azabache mostraba un gesto nervioso, nada típico de ella. ¿Le preguntaría a Eren que fuera su pareja? ¿Qué diría él?
El joven le sacó de sus pensamientos.

-Ehm... Mikasa. -le llamó Eren sonriendo, pero al cabo de un segundo su rostro se volvió neutro.
-Dime -contestó la azabache ¿sonrojada? Era muy raro que esos gestos y sentimientos formaran parte de ella.
-Me preguntaba... Quieres formar pareja conmigo en el entrenamiento? -Dijo tan rápido como pudo. -esto... si me dices que no lo entendería...
-Claro. -aceptó la chica ya volviendo a su tono habitual.
-Perfecto, pues, ¡luego nos vemos! - se despidió con una sonrisa.

Ambos se preguntaban demasiados cosas.
¿A caso Eren le había dicho a Mikasa eso para poder quedar primeros en la prueba gracias a sus dotes o simplemente porque quería pasar más tiempo con ella?

...

Continuará

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