Capítulo 8: Cambios

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La sacudida, parecida a una pequeña explosión, de la desaparición de la extraña joven y el muchacho, había conseguido que todos cayeran de bruces al suelo. Clary sintió arder las rodillas cuando estas impactaron con fuerza contra la moqueta. Todos habían podido ver, durante los últimos segundos, cómo un buen número de runas aparecían en el cuerpo de la joven de cabellos rubios. Todos habían escuchado cómo había llamado esa muchacha al chico que apareció de la nada a buscarla. Y todos estaban acumulando el mismo tipo de preguntas, una detrás de otra.

El silencio sobrecogedor, invadiendo aún el lugar, permaneció mientras se levantaban y comprobaban que todo seguía en su sitio. Jace, al otro lado de la estancia, escudriñó en silencio a Clary. No era difícil notar el peso de sus ojos sobre ella, y como siempre, intentaba evitar mirarlo a su vez. Sobre todo después de lo que había sucedido entre ambos apenas unos minutos antes. Clary todavía sentía el calor de sus labios sobre los suyos. Y estaba segura de que tenían pendiente una importante conversación. No tenía demasiado claro si la risa escandalosa de la joven, ahora desaparecida, que había interrumpido el beso y evitado palabras posteriores, era algo bueno o malo. Sin duda para sus nervios, de por sí a flor de piel, no lo era.

― Bueno, todos tenemos millones de preguntas. Pero al menos podemos contestar a una ―Fue Jace quien decidió romper el silencio. Por suerte, pues este empezaba a poder cortarse con un cuchillo―. Sabemos que es una cazadora de sombras. O al menos hemos podido ver sus runas antes de que ella y el gigante desaparecieran en la nada.

― Lo ha llamado Raziel ―aseguró Isabelle. Todos lo habían escuchado, pero ninguno había dado crédito a sus palabras. Porque solo existía un Raziel. Ningún cazador de sombras ni subterráneo era tan vanidoso como para llamar a su hijo con el nombre del Ángel.

― Eso es imposible. No puede ser ―sentenció Alec, sin opción a replica.

― Tampoco es posible que desaparezcan en la nada o que tenga el poder suficiente para retenernos a todos en el aire, y lo ha hecho ―continuó Magnus, todavía aturdido ante la facilidad con que lo había reducido.

Clary avanzó hacia la ventana, mirando hacia fuera pensativa. Jace seguía observándola, pero esta vez todos los demás también lo hicieron.

― ¿Por qué me ha protegido? ―se preguntó. La primera pregunta formulada. La primera duda.

― Simon ―Isabelle se volvió hacia el joven vampiro, que estudiaba a su amiga con confusión y asombro. No obstante, al escuchar la voz de la cazadora de sombras, su atención se centró por completo en ella―. Antes has dicho algo del futuro, ¿qué querías decir?

Ya con la atención de todos los presentes centrada por completo en él, la duda pareció crecer en su expresión. La idea seguía vigente en su mente, y al mirar a Clary, lo había tenido más claro.

― Hablaba sobre una serie que se ha emitido hace poco. En ella, el malo, que se hace pasar por bueno, resulta proceder del futuro. Salva a su enemigo, Flash, para preservar el futuro y poder regresar a su presente ―explicó. Aunque confundiendo a todos los presentes.

― Al grano, Simon ―le espetó Jace, sin la menor delicadeza.

― Lo que quiero decir ―continuó frunciendo el ceño momentáneamente―, es que podría ser esa la respuesta. Por la que no puede decirnos su nombre completo. Por la que no puede decir más de la cuenta. Por la que protege a Clary ―aclaró mirándola directamente, ella se tensó.

― ¿Estás diciendo que viene del futuro? ―exclamó Isabelle incrédula.

― Pensándolo bien ―comentó volviéndose hacia todos―. Su manera de comportarse, su forma de mirarnos a todos, como si nos conociera, su nombre... ―Simon se acercó a Clary, notando por un instante la tensión evidente de Jace cuando pasaba por su lado―. Clary, ¿recuerdas el juego ese de cuando éramos más pequeños? Cuando teníamos que responder a unas preguntas para crear con las respuestas un texto divertido.

Cazadores de sombras.7. Ciudad del pasado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora