Capítulo 11

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Katherine terminó a sus actividades antes de lo esperado ese día, cumplió con que el padre e hijo le habían pedido. Pronto se fue a hablar con William para ver si quería alguna otra cosa, ya que quedaban dos horas para su horario para irse. A diferencia de más de un montón de trabajo, Bill la dejó salir en ese momento, incluso como para que pudiera organizar su nuevo apartamento y tener tiempo para ir a comprar algo que faltara... Y eso fue exactamente lo que hizo.

Se sentía más feliz que nunca por tener que ir al mercado. Podía elegir sólo las cosas que quería. Cada aroma de fruta ahora parecía ser diferente, o tal vez era su alegría. Probablemente. No pasó mucho tiempo en el mercado, no gastaba muchas cosas entonces compró lo necesario. Pasó por la tienda de electrodomésticos y decoración que también la dejaron satisfecha. Entre sartenes y sábanas, no sabía lo que más le gustaba, tal emoción de saber que todo que tenía ahora en realidad era suyo, podía hacer y elegir lo que quería con nadie para decir qué hacer o qué comprar... Katy finalmente experimentaba su libertad.

Esa noche organizó todo como quería, aunque poca cosa ya que el apartamento estaba amueblado y decorado, restaba pocos detalles. Esa noche inauguró feliz la sábana de un tono azul claro que hacía contraste con almohadas blancas y azul marino. Durmió como un bebé y sólo se despertó a la mañana siguiente con el ruido del despertador. Ahora podía dormir más tiempo ya que vivía en un lugar relativamente cerca de donde trabajaba. Levantó, se duchó y luego tomó café.

Como lo habitual, cuando llegó al trabajo, saludó William y luego Piero. Katherine estaba en su escritorio, era un poco más de 10 de la mañana cuando sonó el teléfono.

- Secretaria de la Presidencia, buenos días.
- ¡Quiero hablar con Piero ahora!
- ¿Quién gustaría?
- Sophie, su novia. - Katherine levantó una ceja.
- Un momento, voy a ver si está disponible. - Ella presionó un botón en el teléfono y Piero respondió.
- Hola Katherine...
- Piero, su novia está en la otra línea ¿Quieres que te pase la llamada?
- Hmm, no... Digas que estaré ocupado hoy y que voy a llamarla más tarde.
- De acuerdo. - Ella presionó otra tecla. - Lo siento señorita Sophie, Don Barone no puede atenderla ahora.
- Lo siento, no entiendo cómo estoy hablando contigo, ¡esa línea siempre llama en su oficina! - Ella dijo algo agresiva.
- Nueva política de la empresa señorita. Él dijo que la llama más tarde.
- ¡Lo que sea! - Colgó en la cara Katherine.
- Buenos días a ti también... – dijo irónica mirando el teléfono.

Por la tarde, Katherine pasó unos minutos con Bill, haciendo la programación de la cena para la noche siguiente en el casino, luego se fue a la sala de Piero y llamó en la puerta.

- ¿Qué hay para mí ahora Katherine?
- Muchas cosas...
- Me he imaginado. Bueno, puedes empezar a decirme la lista. - Ambos sonrieron y ella abrió la agenda.
- Acerca de mañana la cena, de 8:30 pm, en el restaurante del casino. Lunes Don Barone quiere que comiences a hacer el balance de la empresa.
- Oh, Dios... Lo odio. Eso da mucho trabajo.
- Puedo ayudar si necesitas.
- Eso sería bueno.
- Bueno, entonces cuando lo deseas, puedes preguntarme, pero no soy exactamente buena con los números.
- No hay problema. ¿Algo más?
- Reunión con el director del banco el martes y el...
- Recuérdame de todo la semana que viene, voy a acabar por olvidarlo. - Katherine asintió y se detuvo brevemente. - ¿Sophie te dijo algo por qué no contesté?
- Ella parecía estar molesta porque yo contesté la llamada.
- Me entiendo con ella más tarde, ya hay demasiadas cosas aquí en la empresa para estar pensando en el matrimonio también.
- Estoy de acuerdo.
- Bueno, ahora puedes ir Katherine.
- Si necesitas cualquier cosa sólo llámame.
- Creo que no es necesario, voy a terminar algunas tareas y luego me voy a comer algo porque mi estómago me está matando de hambre. - Ambos rieron. - Puedes tomar un descanso o hacer algo que me padre te pidió.

Katy asintió y salió. Piero ya estaba poniéndose de mal humor a causa del hambre, pero no quería que posponer algunas actividades, cuando oyó alguien llamar en la puerta y entrar.

- Ownn... -dijo sonriendo.
- No me sentiría biendespués de que me dijiste que tenía hambre.
- No necesitaba molestarte coneso Katherine...
- No es molestiaalguna. - Dejó la taza de café y una bandeja con un generoso trozo de pastelde melocotón en la tabla de Piero.
- Fuiste muy amableconmigo, gracias.
- No hay de qué. – Él puso un trozo de latarta en la boca y suspiró.Ella miró sonriendo.
- Oh, Katherine¡Eres un ángel!...

¿Cuánto Cuesta el Amor? |Piero Barone| Libro 1Where stories live. Discover now