Después de recorrer un camino de piedra, que llegaba al porche, Andrew tocó la puerta. Subí los dos escalones de madera y el suelo crujió bajo mis pies. Escuché un nuevo suspiro de Andrew y le miré. Me sonrió falsamente para después, volver a mirar a la puerta de madera liza, completamente impecable.
Cuando la puerta se abrió, Andrew contuvo la respiración y estaba segura de que si pudiera dar la vuelta lo hubiera hecho pero, mi mano agarró la suya. Entrelacé de manera inconsciente mis dedos con los de él y me recibió dándome un ligero apretón.
La cara de Gina era de pura alegría. Sus ojos estaba completamente iluminados y una sonrisa se extendió por su cara.
-Nunca pensé que volvería a verte aquí.- dijo Gina, sonriendo aún más.
Solté a Andrew tan solo porque Gina lo arrastró con ella, hacia su pecho. Andrew no contribuyó en el abrazo pero, tampoco se apartó.
-No sabes cuánto te echaba de menos.- le dijo Gina a Andrew. Él sonrió levemente y se paso las manos por la parte trasera de su cabeza. Recorrió con la mirada las paredes y Gina se giró hacia mí. Aún estaba en la puerta, no había caminado. Algo no me dejaba hacerlo.
-Que alegría verte a ti, también.- dijo, extendiendo sus brazos a mis hombros. Le sonreí y volvió hablar.- Te dije que si la persona correcta le hablaba...
Me ruboricé. ¿Por qué ella pensaba que su hijo estaba enamorado de mí? ¿Debía decirle como actuó ayer, para que abriera los ojos?
-Por lo que veo todo sigue igual que antes.- susurró Andrew, aún recorriendo el lugar. Estábamos parados en el pasillo ancho con las paredes color vino. La escalera empezaba a unos pasos desde donde se encontraba Andrew y el suelo era de parqué.
-Contigo aquí, sí que está como antes.- le dijo, Gina. Me tomó de la mano y me arrastró hacia la puerta en la pared derecha.
La puerta era ancha y se necesitaban dos para cerrarla completamente. El salón tenía un aire a hogar, navidad y bizcocho, unido. Gina balanceó su abrigo largo y se sentó en el sofá color crema, apartando uno de los tantos cojines negro que había.
Andrew la siguió y volvió a mirar el lugar.
-Lea, ven. Siéntate.- me sugirió Gina. Andrew me siguió con la mirada y me repasó lentamente.
-Déjala, mamá. Lea está nerviosa, lo que no le permite hacer las cosas seguidas.- dijo, Andrew riendo.- Va poco a poco.
-Andrew, no te burles.- le reclamó Gina. Ordené a mis pies a colocarse delante del sillón y me dejé caer. Andrew seguía sonriendo como un niño en un parque de atracciones y yo me moría de ganas de sonreír.
-No se preocupe, Gina. Ya estoy acostumbrada.- me justifiqué.- Andrew repite mucho sus comentarios graciosos. Se tiene que actualizar... ya se lo he dicho. - Gina soltó una carcajada y Andrew me fulminó con la mirada.
-¿Y cómo les fue el viaje?- preguntó Gina, de repente.
Andrew le hablaba a la madre con total naturalidad y confianza o eso me reflejó. Las preguntas sobre el viaje se multiplicaron mientras los minutos pasaba hasta que la puerta principal se abrió.
El sonido de las bolsas contra el suelo y las llaves contra un mueble, hicieron que mis ojos se fijaran en la puerta del salón.
-Ally, mira quién llegó.- gritó Gina, sonriente, mirando a Andrew. Él sonrió sinceramente y se levantó, saliendo de entre los sillones.
Se había quitado la sudadera que traía y estaba dejándome ver sus músculos a través de su camiseta blanca, casi transparente. Gina también siguió con la mirada a Andrew y me perdí cuando vi aparecer a una señora.
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Durmiendo a su lado
Romance¿Qué se supone que tienes qué hacer cuando no tienes casa ni trabajo? Eso me pregunté yo. ¿A casa de tu mejor amiga? Imposible. Dafne compartía piso con unas cuatro chicas más, además de su novio, Louise. ¿Vas a donde vive tu novio? Ummm... tampoco...