Capitulo 26

108 4 2
                                    


Le acaricié la mejilla con la punta de mi nariz mientras ambos disfrutábamos de la dicha postcoital. Estábamos recostados sobre el suelo del vestíbulo, ella sobre mi, yo dentro de ella. Amanda tenía los ojos cerrados, sonriendo, mientras sus manos me envolvían por la cintura. Tome posesión de su boca y ella me envolvió con la misma pasión. Cuando separamos nuestros labios por un momento, escuché como suspiraba.

- Mm - musité mientras mordía suavemente su labio -. ¿Estás cansada?

Amanda soltó una risotada. Una tan llena de vida, feliz y relajada que me dejó alucinado.

- ¿Y tu no? - me dio un casto beso -. Hemos hecho el amor todo el día.

- No es para tanto.

- Oh, Matt. He conocido el lugar gracias a ti. Me has hecho el amor en la cama, en el pasillo, en la cocina, en el sofá, en el baño, en el estudio, en...

La callé con un beso, un beso que ella supo devolver muy bien.

- No puedo estar alejado de ti por mucho tiempo - ronroneé.

Amanda rozó mi nariz con la suya.

- Ojalá te hubiese conocido antes...

Fruncí el ceño.

- ¿Antes de qué?

- Antes de que me volviera una puta - repuso con amargura.

Acaricié la curva de su cadera mientras intentaba que me miraba fijamente. Sus ojos azules brillaban con emociones que no pude descifrar.

- Eh, nena - acaricié su cabello -. No repitas eso.

- Es que es la verdad - apartó la mirada -. Me comporté como una puta.

Frustrado, tomé su boca con un beso intenso. Ella tardó unos segundos en responderlo, pero enseguida su boca golpeó con fuerza la mía. Rodamos en el suelo, posicionando su espalda contra él, y comenzamos a movernos en un ritmo lento, muy lento. Amanda gimió mientras se aferraba a mi.

- ¿Cómo te hago entender - solté un gemido - que eres la mujer mas maravillosa que he conocido?

Escuché como jadeaba en medio de aquel mar de emociones. Su cuerpo entero se tensó ante las lentas embestidas. Al cerrar los ojos, la sensación de estar tomándola nuevamente como mía, que no era un simple sentimiento de querer vengarme o sacarle información porque realmente la quería, era una realmente placentera.

Pero aquel ruido inesperado, de cristal que cae al suelo, nos tomó desprevenidos.

- ¿Que fue eso? - la escuché preguntar con voz temblorosa.

Gruñí de impotencia. Y luego de haber separado su cuerpo del mío, me puse de pie. Extendí la mano hacia ella y la ayude a levantarse. Comenzó a mirar de un lado a otro, nerviosa, mientras se refugiaba en mis brazos como una niña asustada.

- Ven - tomé su mano -. Vamos a buscar algo de ropa. No hagas ruido.

Como estaba oscuro, era imposible sentirse azorado y desesperado por no saber que estaba pasando. Caminamos sin hacer ruido hasta la habitación. Ya dentro, rebusque entre los cajones por un pantalón de deportes y una camiseta. Observe como Amanda tenia problemas para colocarse de nuevo su vestido, así que le lance la primera camiseta que logré tomar de los cajones. La camiseta decía: "Doy clase de sexo: Primera erección gratis" . Pese a la situación, no pude evitar reírme. Oh, debería dejar de comprar estas camisetas.

Lamentablemente, la diversión del momento se vio empeñada por lo pasos que se oyeron por el pasillo. Amanda abrió los ojos como platos y pude ver el nerviosismo en ellos. Me pasé las manos por el pelo, desesperado. Tomé su mano y la halé junto a mi.

Mil vidas junto a tiМесто, где живут истории. Откройте их для себя