Capítulo 3: Puede ser mera amabilidad.

1.1K 135 9
                                    


Habían pasado cinco minutos desde que Guillermo se había sentado en el banco de la estación a esperar el metro. Según la pantalla de información, aún faltaban quince minutos más para que llegara el tren, así que se dispuso a revisar su teléfono. Tenía dos llamadas perdidas de su mamá y una de su hermana. Si buscaba disminuir la ansiedad por llegar a casa, esto no le ayudaba.

Decidió llamar a Caro primero. Tenía miedo de que hubiera peleado otra vez con mamá y estuviera sola en alguna parte de la ciudad. Para ella, con una sola llamada bastaba. No necesitaba dejarle cincuenta llamadas perdidas. Guille sabía que si algo malo ocurría él sería al primero que llamaría.

-¿Caro? ¿Pasó algo?

-Nada malo, mamá quería saber dónde estabas ¿Fuiste a casa de Frank?

-No -se apresuró en contestar-, bueno, fuimos a estudiar a una cafetería. Estoy en la estación esperando el metro.

-Ah, vale, vale, le avisaré a mamá ¿Ya llegó el metro?

-No, aún no -Guillermo se levantó del banco porque ya sabía que Caro iba a pedir que le comprara algo.

-Vale... ¿puedes comprar gominolas?

-Ya voy camino a comprarlas.

-Gracias Guille. Te espero en casa -casi pudo sentir cómo sonreía detrás del teléfono.

Subió la escalera de dos en dos, aun sabiendo que perdería el metro. Por suerte no transitaban tantas personas a esta hora así que podía ir a su antojo. Había algunas pequeñas tiendas en cada estación y esta, tenía una tienda con gran variedad de gominolas. Lo bueno era que Guillermo sabía cuáles eran las favoritas de su hermana así que no necesitaba preguntarle el tipo de gominolas que quería. Cuando llegó a la dulcería, vio que había unas cuantas personas comprando. Fue directamente a buscar una bolsa plástica para comenzar a echar dulces por montones. Aunque cobraban por el peso de la bolsa, los precios eran muy bajos. Tenía que aprovechar.

Las primeras gominolas que vio fueron las rojas alargadas, sabor frutilla. Echó unas cuantas a la bolsa. Luego vio las de melón tuna, estas no eran las favoritas de su hermana así que desistió de ellas. Gominolas con forma de gusano, a la bolsa. Caramelos azucarados también a la bolsa. De los ositos pequeños unos cuantos. Llegó a las gominolas sabor mora con forma de flores y de color morado, pero no quedaban. Estas sí eran las favoritas de Caro.

-No puede ser, no quedan. Disculpe -dijo dirigiéndose a un vendedor que estaba en la caja-, ¿no le quedan de este tipo en alguna parte?

-No, a esta hora ya no reponemos.

-Pero no quedan y yo quiero de estas. Si tienen guardadas en bodega deberían reponerlas -No quería exagerar pero eran gominolas para su hermana.

-Política de la tienda. Lo siento -el vendedor volvió a mirar la pantalla de la computadora.

-Política de la tienda... -repitió en voz baja pero con tono burlón- Qué idiota.

-Oye... - se dirigió a Guillermo un chico poco más alto que él, con cabello negro. Vestía pantalones beige y una camisa de mezclilla con un abrigo negro- ¿Cuáles son las gominolas que quieres?

-Las... flores moradas -'¿por qué me pregunta eso?' Pensó Guillermo.

-Vale -dijo el chico mientras tomaba unas pinzas que estaban ahí para tomar las gominolas- Flores moradas...

-¿Qué?

-Son esas las que quieres, ¿no? -Respondió a la vez que abría la bolsa que llevaba en la mano- Venga, abre tu bolsa...

De Azúcar Y Nieve (wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora