1. Señorita celebridad.

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El chico que me gusta es un bravucón, a pesar de ser el "chico malo" es el menos querido en la academia. No lo entiendo, parece una buena persona... Aunque yo ni le llamo la atención. No todo podía ser perfecto para mí, ¿no?


Soy lo que normalmente llamarían una ñoña.

Estoy en clases avanzadas, no me sorprenden los exámenes, el más vago de la clase se sienta a mi lado para perder lo poco de dignidad que le queda al hacer el intento de aprobar el curso, y se pelean por incluirme en los trabajos grupales.

¿Por qué no aceptarlo? Soy orgullosa y bastante inteligente, me gusta saberlo. Me gusta aún más que me lo digan.

En la academia todo el mundo me conoce, no soy de socializar demasiado pero al haber estudiado también en la escuela de ésta misma agrupación educacional los alumnos nuevos y los antiguos suelen saludarme -a pesar de ser recién el segundo año- y hasta dirigirme un par de palabras de admiración; no los culpo.

He ganado triatlones tanto en la escuela como en la academia por lo que no es extraño ver mi rostro pegado por algunas de las vitrinas del lugar. Me podría considerar LA CELEBRIDAD, pero hasta para mí esa sería demasiada egolatría.

Me cruzo con un par de miradas que aparentemente me reconocen, lo rutinario.

Avanzo a paso apresurado hacia el comienzo de un nuevo año, emociones encontradas, recuerdos de la escuela y nostalgia desbordando por un año lleno de cosas nuevas. Como siempre todo está correcto. Hago una lista mental de las cosas que debo tener conmigo: Llevo mis nuevos libros a la mano, tienen ese agradable olor a nuevo y obviamente a forrado (no podía permitir que mis útiles se maltrataran desde el primer día), lapiceras, goma de borrar, cuaderno de apuntes, post-it (por si debo recordar las futuras tareas), y una que otra cosa para el almuerzo y para mi aseo personal.

¡Genial! El día va a la perfección, reviso mis horarios y la mañana mejora: ¡Clases de ciencia! Una de mis mejores materias, sin presumir demasiado. Me paro en la puerta para revisar meticulosamente el número que dice ser mi salón de clases, reviso mi siempre confiable reloj para cerciorar la hora e ingreso. Paro en seco y giro sobre mis talones.

- Esto debe ser una broma.

Respiro, cuento hasta tres para calmar las partículas de oxígeno que alteran mi torrente sanguíneo y evito pensar en el robusto hombre que acabo de observar en mi clase de ciencia. Mi clase favorita, completamente arruinada.

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N/A: Obra en edición. Si, a la escritora al fin se le ocurrió hacer algo bueno por la vida :v Espero lo disfruten. 

¿Y si te vas a la mismísima... Escuela, bravucón?Where stories live. Discover now