2. Señor Hood

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Hay una chica en mi clase de ciencia, es tímida, pero eso no impide que sea la chica más popular de la academia. Tiene el ego más grande que su libro de matemáticas, y un orgullo que no se puede tapar ni con el plástico con el que forra sus cuadernos. Lo sé, porque suelo observarla a menudo.

Soy lo que llamarían un cero a la izquierda.

Un grano en el culo, un pote de helado lleno de frijoles, el bigote de una quinceañera, el cereal sin leche, la axila apestosa del metro,  la mosca en la sopa... El compañero de clase que crees que terminará vendiendo marihuana bajo el puente.

Me levanto de la cama con un dolor de cuello tremendo... ¡Quiero dormir, joder!

El día empezó como cualquier otro, observo la hora y calculo el tiempo que me llevará llegar a la academia, cojo el celular y casi al instante suena a través de los auriculares "21 guns"; mi canción favorita.

Suspiro.

Un nuevo año en la estúpida academia, trato de ser positivo, también es un año menos para llegar a mi libertad. Al salir recuerdo el blog de hojas que tengo para apuntar lo que sea que debamos apuntar en la prisión, digo... La academia. Coloco un lapicero en el bolsillo de mi casaca y con las zapatillas bien puestas salgo de casa.

Lo que más me gusta de ir a la academia es caminar hacia allá, de hecho, es lo único que me gusta. Me da tiempo suficiente para hacer un conteo mental sobre las estúpidas razones por las que no me quedé en cama. No ayuda mucho a mi humor.

Tengo un vago recuerdo del año pasado, mi primer año en la academia. Entré recién el año anterior, por lo que aún se me puede considerar "nuevo", a pesar de eso ya tengo el apodo de bravucón sólo por golpear a un par de tipos que al parecer eran conocidos en la academia. No me arrepiento. No me iba a quedar mirando mientras ellos molestaban a un chico con problemas de dicción, lo obligaban a decir palabras complicadas, obviamente el pobre paraba cada dos segundos a corregirse. No lo dejaron en paz hasta que él terminó llorando.

Desde ese momento le metieron la idea a sus amigos de que yo me alucinaba BRAVUCÓN.

Vaya palabra, soy como el Robin Hood de este lugar y me tratan como el Jorobado de Nostradam. Nadie me habla, todo ahí es como una plaga... No le agradas a uno y como por arte de magia desapareces del mapa de la servidumbre. Durante los recesos evito el contacto visual con esa gente, me tomo un espacio para ir al jardín y escuchar música. Rock para ser más exactos, me relaja.

He llegado temprano, así que voy por los pasadizos hacia el salón que se supone que me ha tocado, reviso el papel que conseguí jalar en el área de administración, observo el número de la clase de... Ciencia. Puto asco. ¡Muchas gracias, Directora!

A primera hora mi peor materia. Nada podría ser mejor.

¿Y si te vas a la mismísima... Escuela, bravucón?Where stories live. Discover now