Prefacio [Escucha. Observa. Calla]

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2 meses después.

Los últimos 17 años de mi vida he notado cómo hemos empezado a amar más las cosas que a las mismas personas.

Amar es aceptar al otro, con sus defectos y virtudes, justo como hacemos con el último modelo de celular: No es muy ancho, excelente definición, buen sonido... Pero no me gustan los bordes, ¡pero ya que, me encanta! Por eso amamos a las cosas como si fueran personas... Y cuando se trata de un ser que respira, piensa y siente, lo tomamos de manera posesiva, como si no quisiéramos que nadie lo viera o tocara. Olvidamos que tiene sentimientos, que tiene defectos, y aún así nos negamos a aceptarlo, por mas minúsculos que sean sus faltas, queriendo cambiarlo a nuestro gusto como si fuera el fondo de pantalla de nuestro celular.

Aceptamos los bordes de un celular, pero no la tristeza que un ser humano siente.

Cuando solía caminar directo al colegio cada mañana, observaba por el rabillo del ojo un bulto oscuro que se movía cerca de un basurero. Le era indiferente, como si se trata de una bolsa de basura más. De verdad que podía ser idiota. No sabía que se trataba de la chica que daría vuelta a mi mundo egocéntrico y según yo "demasiado interesante", con sus carcajadas, lágrimas, y moretones que yo siempre besaría para disminuir su dolor.

Admito que amo a esa morena de ojos color caramelo, y eso me da tristeza, por que sé que nunca habrá alguien igual que ella, con sus carcajadas, sus gritos de dolor, y sus mensajes de texto con mala ortografía.

Amo a Nadia.

Ella no merecía terminar así.




NadiaWhere stories live. Discover now