Esto me está matando.
Ya no puedo con esto.
¡Maldito sea el que puso ese reloj en mi mochila!
Charlotte insiste con sus cartas en que le cuente cómo me siento. Dice que está preocupada, que no le gusta verme así. Pero ya no puedo confiar en nadie.
¡Joder! ¡¿Por qué a mí?! ¡Si yo nunca molesté a nadie, ni les hice daño!
¡Son todos unos imbéciles! ¡Unos malditos bastardos!
Me cagan.