Capítulo 3

509 46 1
                                    

~Narra ...~
Desolada en mi habitación intento encontrar una buena imagen en el espejo que tengo delante. Lo que en realidad veo es una persona gorda y fea, que no sabe como ha sido capaz que uno de sus cantantes favoritos se quede mirando.
Tal vez se estuviese riendo de le susurro al espejo y vuelvo a tumbarme en la cama para llorar a mares. Ahora entiendo el motivo de los golpes de Luis, me los tengo más que merecidos. Además de ser horrible, soy una p..., ni yo misma lo quiero recordar, no merezco compasión.
Y justo en ese momento el timbre suena, seguro que es Ainoa buscándome para irnos las dos juntas al instituto pero no pienso ir y volver a ver la cara del que ha producido mi señal en la mejilla. Llevo toda la noche despierta rechazando sus llamadas e incluso bloqueándole de las redes sociales mientras lloraba, no quiero saber nada de él, solo quiero estar sola.
Aún tumbada en la cama observo la hora que es, seguramente ya ha amanecido, me dirijo a la ventana que da cara a la calle y al abrir las persianas me encuentro con el rostro de Luis, grito del susto y del miedo que da su aspecto, sus ojeras son muy notables junto con los ojos hinchados y las heridas de su labio. Tampoco me iba a extrañar que esas heridas procedan de una pelea, él es así, cada vez que se enfada se mete en líos.
-¡Perdóname!-me grita al otro lado de la ventana-Los dos tuvimos la culpa pero ya es agua pasada-cierro la persiana y empieza a golpear el cristal, cierro los ojos intentando escapar de la realidad-¡Déjame entrar! ¡No puedo vivir sin ti!
-¡Voy a llamar a la policía!-grito y comienzo a dar chillidos hasta que los porrazos cesan.
Intento calmarme sentándome en el suelo pero me es imposible, tengo miedo, muchísimo miedo, mi cuerpo está temblando por dentro.
La alarma del móvil suena con la canción de En Brazos de Ella de Pablete. Si no voy hoy tal vez no lo vea más. Cojo fuerzas donde no las hay, me abrigo bien y amarro un spray de pimienta por si se vuelve a dar este caso...

~Narra Pablo~
Observo a través de mi ventana como las nubes van ocultando la poca luz que da el Sol en estos días de invierno Que caiga ya la lluvia y deje el asfalto mojado. Sonrío, hasta el Pablito mañanero se encuentra hoy inspirador.
-¿Me acompañas a componer?-le pregunto a Trampi pero lo único que hace es levantar la cabeza para volverse a dormir-Luego soy yo la marmota-recojo mi guitarra y me encierro en el garaje con la vista puesta en la hora, no debo llegar tarde a la cafetería.

-Una hora después-
Si no me hubiese traído el paraguas hubiese sido una perdición para mis rizos, lo dejo en el paragüero y froto mis manos agradeciendo el calor que hay en la sala.
Veo mi alrededor y no encuentro a nadie conocido, mejor dicho, no hay clientela en la cafetería. La camarera de siempre me apunta el pedido que hice ayer, a este paso me va a ver más de una vez. Pero no he venido a verla a ella si no a la chica que me quita el pensamiento desde ayer.
Me siento tranquilamente en una de las mesa mientras escribo frases y les doy sentido pero es imposible concentrarse aunque la sala esté en completo silencio, excepto los pasos de una persona. Levanto mi cabeza para observar quien es y la veo con los ojos brillantes y con el pelo cubriéndole la mejilla izquierda, ella me sonríe y arquea las cejas como si intentase decirme algo, yo también le sonrió a ella. Baja las escaleras lentamente y cuando está cerca de mí me da un fuerte abrazo. Siento que mis latidos del corazón van más rápidos y me pone más nervioso saber que ahora la estoy tocando pero debería tranquilizarme y no pensar tanto.
-Tarde o temprano lo haría-se sonroja con su tímida sonrisa-Ayer me daba corte con tanta gente.
-No dejes influirte por la opinión de la gente-le aconsejo-¿Me abrazas por que te robé el bolígrafo?-abro su mano y se lo devuelvo.
-¡Oh! El boli, ya ni me acordaba de él-vuelve a colorearse sus mejillas-Digo... ¡No! En realidad vine a por él... Esto... ¿Nos sentamos en una mesa?-los dos reímos al unísono.
-¿Quieres algo?-niega-Invito yo-esta vez niega más rotundo mientras observa mis papeles lleno de frases y tachones-¿Quieres leerlo?-me mira sorprendida dándome la razón-No está terminado-le doy el papel definitivo y ella lo lee y relee admirando lo que tiene en sus manos.
-Wow ¡Está chulísima! Pero ¿No te ibas a dar un descanso? Acabas de empezar y ya has escrito media canción-interpreta que se enfada y eso produce mi risa-¡No trabaje tanto señorito!
-¡No sé quedarme quieto!
La camarera me trae el café de siempre y saluda a mi invitada-¿Quieren algo más?
-Chocolate caliente para mi amiga-ella abre los ojos como platos y niega con las manos.
-¡No no! Ayer ya pequé de beber calorías, no quiero volverlo hacer.
-¡No hay mayor placer en esta vida que comer!-los tres participantes de la discusión reímos hasta que la camarera marcha al escuchar su nombre de la boca de su jefe.
-Si hay mayor placer, bien lo dijistes tú en una entrevista-me guiña el ojo con cara de pillina, creo que me duele el costado de tanto reír.
-Pero eso para después, amor-contraataco a su afirmación poniéndose por tercera vez roja.
Nos quedamos en silencio y temo que haya estropeado este momento pero tampoco me importa, me siento bien a su lado, más tranquilo que antes, me transmite confianza y si soy sincero hay algo de ella que me atrae.
Tal vez nuestras palabras no hablen pero nuestras miradas si lo hacen.

Una Estúpida Ilusión Where stories live. Discover now