Epílogo

610 29 14
                                    

~Narra Pablo~
Llevo toda la mañana encerrado en la salita donde se encuentran todos mis instrumentos. No se me ocurre nada especial para poder componer, ya se que me han pasado muchas cosas desde la última vez que saqué mi último disco, Terral. Llevo años sin sacar nada y los fans junto con Eric me recuerdan que el chollo ya se ha acabado, que ya es hora de currar. Tenía justificación pero cada vez se me está agotando y la imaginación no me da para poder componer antes de que se cansen de esa excusa.
Tal vez necesite aire fresco para despejar la cabeza, salgo de la sala y coloco a Ismael en el carrito con cuidado, lleva toda la mañana sin dar ni un ruido, con un sueño que los dos no aguantabamos después de estar toda una semana llorando todas las noches y desvelándome para tranquilizarlo. Pero en este caso, el adulto y el que tiene que trabajar soy yo en cambio él es un bebé sin ninguna obligación. Le tapo con una pequeña manta para que no se resfríe y salgo de la casa despidiéndome de Amaia con un beso y dejándola entretenida con las facturas de fin de mes.
Caminamos por las calles y varias personas me piden permiso para que vean a mi hijo, antes se paraban para hacerse una foto conmigo, ahora se sorprenden cuando estoy con él y poca gente se atreve a interrumpir nuestro paseo.
Llegamos al parque y me doy cuenta de que Ismael está observando a la gente con sus ojos grandes, sin querer lo he despertado de su gran sueño. Le quito el cinturón y le saco del carrito para que camine él solo. Hace unos meses que aprendió a caminar pero es igual de perezosa que su madre, prefiere que le llevemos en brazos antes que utilizar sus piernas. Le veo como se acerca a una niña pequeña con los ojos verdes y el pelo rizado y moreno, los dos seguramente tengan la misma edad.
Mi hijo le ofrece su osito, en el fondo me rio porque me recuerda aquella época donde en el colegio iba detrás de una chica con un anillo para que se casara conmigo. Y como terminé yo, en el suelo, de esa manera acaba Ismael, la madre de la niña se levanta rapidamente para reprender a su hija, corro hacia él que llora desconsoladamente, lo cojo en brazos y con suaves movimientos lo tranquilizo. La niña llora también por la regañina de su madre que se apartan de nosotros con un Lo siento, mi respuesta es una sonrisa que la calma por completo.

Los dos nos sentamos de nuevo en el banco donde estábamos, le seco el moquillo con un pañuelo y juego con él con sus manos-Lo que te queda aún por aprender de ellas-le susurro dándole un pequeño beso en su cara-Ojalá nunca crecieses, ojalá me tuvieses siempre a tu lado-él al no comprender nada me enseña su gran sonrisa.

Y la tranquilidad que nos rodeaba se corta cuando siento un pinchazo en el pecho izquierdo, ese pinchazo aumenta cada vez más produciéndome un fuerte dolor en la espalda que sube por el cuello llegando a mi mandíbula, sin saber como, saco fuerzas de donde no las tengo para dejar a mi hijo en su carrito y que no se dé cuenta de lo que me está ocurriendo. Pierdo el sentido en el brazo izquierdo y grito Ayuda porque sé que me está dando un infarto. Me tumbo en el banco observando como una mujer viene a socorrerme, tanto es el dolor que tengo que cerrar mis ojos y en mis oídos se silencia todo excepto los latidos costosos que da mi corazón. Pero, incluso esto, se acaba porque con un fuerte BOM dejo de escucharlo pasando a escuchar el mismo pitido que cuando choqué con aquel coche. Paz, calma, tranquilidad y mi alma siente tristeza, he dejado solos en la vida a mi mujer embarazada y a mi hijo. ¿Qué será de mi en este momento? ¿Existe el purgatorio? Una pequeña luz me indica a que camine hacia él, no quiero que esto se acabé aquí, alguien debe hacerme revivir, esta vez no vas a tener la misma suerte, Pablo, me digo a mi mismo. Con miedo paso esa pequeña luz y me transporta a uno de los pasillos de uno de los compartimentos del AVE, lo que más me impacta es que veo a un Pablo más joven, sin arrugas ni canas, al lado de Lolo que escucha música haciendo gestos con sus manos. Detrás de ellos están Porty y Antonio leyendo un libro cada uno y al lado de los cuatro están sentados Carlitos y Jorge.

Deduzco que tal vez he retrocedido en el tiempo, cuando estábamos liados con el Tour Terral, aunque ahora mismo estoy tan desconcertado que ya no se que es real y que no lo es-¿Cuánto queda?-pregunta Lolo a mi clon, él con una ojeras más grandes que las que tenía yo cuando tuvimos a Ismael le responde levantando los hombros.

-¿Qué te crees? ¿Qué Santander está aquí al lado? Peor que un niño pequeño-le bromea Porty comenzando una discusión entre risas y bromas.

Nadie se da cuenta de mi presencia y en cierto modo, esto es mejor que estar en el purgatorio. Si esto es mi pasado, ni yo mismo recuerdo este momento. Mis recuerdos pasan por mi cabeza a una velocidad que seguramente de lugar a que explote mi memoria, prefiero seguir mirando sin preguntar que es lo que está pasando. Decido dar una vuelta por todo el AVE, todo el mundo disfruta con sus compañeros o si no con el móvil. Al llegar al lugar donde se sitúa el conductor lo veo encima de la máquina de control con un disparo en la espalda, completamente muerto. Mi sangre, si es que la tengo, se me enfría por completo, intento llegar a donde están todos para comunicárselos aunque sé que no servirá para nada. Cuando llego veo a un hombre con una pistola en sus manos, me fijo en mi clon y en mi equipo, todo el mundo están asustados, el Pablo joven me mira por un momento y tengo la esperanza de que se de cuenta de mi existencia pero su mirada cambia al hombre que los está amenazando. 

-No tengáis miedo-dice con una risa espeluznante-Si al fin y al cabo vamos a morir todos-cojo su pistola pero el objeto traspasa mi mano, me siento tan inútil en estos momentos-En la primera curva, el tren descarrilará.

Y no se equivoca, desaparezco de ese lugar y me sitúo en las vías viendo como se acerca a mi el tren pero no llega a atropellarme porque se sale de su camino y choca contra la pared, el artefacto se incendia en algunas partes, veo muchos cuerpos calcinados por culpa de las llamas, otras se desangran por completo. Me acerco al lugar del accidente, con lágrimas inexistentes en mis ojos. Entre toda la gente veo mi cuerpo en el suelo con heridas por todos lados, la más preocupante es la de la cabeza, parece la más grave. Mi banda, en cambio, algunos tienen quemaduras graves y otros han resistido al duro golpe y solo se encuentran inconscientes. Me agachó a mi doble y con mi mano toco la sangre caliente que le sale de la cabeza. 

Siento mi cuerpo desmayarse ante esta situación, me siento impotente, perdido, no se donde demonios me encuentro, no se que significa esto, todo lo que estoy viendo está superando la razón de mi mente-¡Quiero salir de aquí!-grito-¡Dejenme salir de este sueño!-y todo se vuelve oscuro, con la misma luz de antes pero más tenue. 

Pero esa luz no indica un camino, esa luz ilumina el bello rostro de Salomé que me da la bienvenida con una sonrisa misteriosa que me asusta por dentro-¿Creías que te ibas a librar de mí?-la veo mucho más madura que como la conocía, su cuerpo está más desarrollado y su piel es la misma que la de una muerta.

-Estoy tan cansado-sujeta mis manos fuertemente.

-No tengas miedo-me susurra-Esto es solo parte de tu imaginación-y tras esas palabras desaparece dejando con ella imágenes de todo lo que he vivido, que pasan rápidamente delante de mis ojos.

Todo desaparece volviendo de nuevo a la oscuridad con unas voces de fondo, unas voces que me suenan tanto y que me producen tranquilidad ante este caos de mundo.

CONTINUARÁ...


Una Estúpida Ilusión Where stories live. Discover now