Haunted (Harry Potter y Tu)

Veintiuno

HAUNTED

VEINTIUNO

POV: ______.

Llegamos al invernadero, y me dirigí al lado de Daphne. Pude ver a Harry sentarse entre Ron y Hermione. La rubia me miró preocupada, interrogándome con los ojos. Me hice pequeña en la silla al momento en que mi primo tomo el otro asiento de la mesa, dejándome justo en medio. No era algo de lo que quería hablar. Todos tenían la imagen del Harry bueno, el héroe del mundo mágico, y lo que el mundo menos quería saber era que precisamente el tuviera algo que ver con magia oscura.

Mantenerse del lado de los buenos y la magia blanca había estado marcado en su destino desde el día en que sus padres se habían enfrentado a Voldemort, muy distinto para lo que se esperaba de la mayoría de mis amigos, y ni hablar de mi primo. Aunque si lo pensaba fríamente, no podía estar segura de que alguno de los dos lados fuera el correcto, ambos tenían sus pros y sus contras. Aunque del lado de Voldemort solo encontraba contras. Hice una ligera mueca mientras empezaba a copiar automáticamente lo que la profesora recitaba. No todo era completamente negro ni totalmente blanco y eso lo sabía yo, mejor que nadie en el mundo.

Sin embargo, aún me quedaba un punto, más que para mí, para Harry. Seguramente estaba asustado, pues por un momento ambos, nos habíamos dado cuenta de que estamos a solo unas palabras de cambiar de lado. Dudé un segundo. Jamás había estado segura de que lado estaba. Al final, solo había estado oculta hasta ahora. Para mí era fácil pensar en vengarme de Bellatrix, pero a qué me llevaría el hecho de causarle un daño como el que había pensado hacerle. ¿Eso me convertiría del lado de los malos? Simplemente era una forma de vengarse, y no estaba segura de que la venganza fuera algo que el mundo viera de la mejor manera.

La profesora dejo de hablar y empezó a mostrar algunas plantas, empecé a jugar con mi pluma, pasándola por debajo de mis labios de un lado a otro, recargué mis codos en el pupitre fingiendo poner atención. El odio que crecía en mi interior y la sed de sangre era algo que no describen en las novelas como virtud, cosa que me hacía dudar si la parte Black de mi padre había sido suficiente para callar la de mis ancestros con el mismo apellido. Por lo que sabía, todos en Grimmauld place habían estado del lado de Voldemort excepto mi padre, o eso, según mi tía Cissy. Pero al final de cuentas jamás había sido parecida a alguno de mis padres. Él era básicamente un león bromista que nunca dejaba de estar de buen humor. Ella una elegante dama, inteligente, culta y sobretodo con una clara idea de rectitud, que jamás había considerado perder, hasta ahora. Deje mi pluma al frente un segundo. Ella no había roto sus creencias de lo correcto, no iba a estar del lado de los mortífagos, solo iba a acompañar a tía Cissy en todo esto. Ella me lo había dicho, el problema era que yo no estaba segura de que no la obligarían a formar parte de todo. Hice una mueca.

La profesora empezó a decir cosas de nuevo, tome mi pluma y las anoté distraídamente mientras recargaba mi cabeza en la otra mano. Mi madre podía defenderse sola, estaba segura de eso, pero me gustaba más la idea de que se quedase con los Weasley, aunque eso implicaba un riesgo mayor, ya que al ser traidores de sangre, mi madre tal vez tuviera problemas de todas formas. Suspiré. Seguramente ella había pensado en esto mucho antes que yo. Yo. Apreté mis labios en una delgada línea mientras la profesora mostraba como cortar unas flores. ¿Qué se suponía que hiciera? No quería quedarme fuera, sabía que no podía estar con mi madre y mucho menos con Harry. No debía volver al colegio, pues eso sería servirme en charola de plata si alguien se llegaba a enterar de lo que podía hacer. Me sentía insegura, sola. De nuevo. Porque no tenía un lugar a donde ir. La villa estaba vigilada por mortífagos, y si tenía razón en la estrategia que usarían, el castillo sería el primer punto de ataque después del ministerio. ¿Dónde correr si no tienes a dónde ir? ¿Dónde esconderte si ningún lugar te pertenece? Un hueco se instaló en mi estómago, mientras la profesora empezaba a pedir la lista de deberes para la siguiente semana. Draco tiró de mi cabello. Lo miré seria con una mueca de fastidio.