Roommate

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Disclaimer: Los personajes pertenecen a Takeshi Konomi.

-.-Roommate-.-

Ryoma arrojó la pesada bolsa de tenis a un lado del sillón.

Movió el cuello de un lado a otro para relajar los músculos; con una mano dio ligeros golpes en ambos hombros y emitió un bostezo de cansancio. Caminó hacia el pequeño refrigerador, sacó dos latas de su bebida preferida sabor uva, sólo que con una variación, contenía alcohol. La perfecta unión de memorias de niñez e intensa juventud. Tirando la puerta del refrigerador con un pie, volvió hacia el sillón frente al televisor, abrió una lata y dejó la otra en la mesa central; cayó relajado entre los cojines. Se deleitó con el sabor de la uva en su garganta.

No vio necesidad de encender el televisor y escuchar noticias sin sentido a esas horas de la noche. Había regresado de uno de sus tantos entrenamientos de tenis profesional, pues en la universidad le exigían ser miembro de un club en particular para seguir con la beca de estudios. Nada de otro mundo. El tenis era su vida y su pasión. A sus cortos veintiún años de edad, estaba en camino de volverse una eminencia en el deporte, y más de una universidad lo quería entre sus filas. Era el momento que podía disfrutar de dinero, fiestas, salidas, viajes, y un sinfín de lindas muchachas que parecían arrojarse hacia a él como esporas. Sin embargo, no compartía ninguna de las ideas anteriores. Era adepto al ahorro, no gustaba de fiestas, odiaba salir, se conocía todos los continentes, y sólo le importaba una muchacha en particular.

Quería a la chica con la que compartía el cuarto: Ryuzaki Sakuno

Paseó los ojos por la limitada habitación, acomodada para albergar a dos personas. Cocina, sala y escritorio disminuido en tamaño, una puerta que conducía al baño y dos camas recluidas en una esquina. Se verían las caras a la hora de dormir, si no fuera por una cortina gruesa y oscura que dividía ambas partes. Que él se comportara de una manera neutral o hasta despreocupada, no quería decir que sus pensamientos se mantuvieran en la misma línea. En silencio, sus ojos consumían una parte de ella cada mañana y noche.

No debía molestarse en salir de cacería, si tenía la carne servida en casa.

Con una mueca sarcástica en la boca, probó nuevamente la bebida; tiró la cabeza hacia el respaldar del sillón y dejó caer los brazos a los lados. En un suspiro cerró los ojos, pero no duró mucho su sesión de relajamiento. El sonido de llaves llegó hasta sus oídos, anunciando la llegada de su compañera de habitación. Abrió los ojos e inclinó la cabeza para verla entrar. Largas trenzas, blusa, y una falda corta que daba la bienvenida las largas y contorneadas piernas.

Para una persona que le gustaba la soledad, podía acostumbrarse.

—Ahh... llegué al fin —suspiró Sakuno. Algo tambaleante, entró y cerró la puerta con cuidado. Esperando no encontrarse con alguien, chocó con la mirada de su compañero de cuarto—. R-Ryoma-kun. N-No sabía que estabas aquí —tartamudeó nerviosa. Dio unos pasos inseguros, hasta internarse en la habitación.

—¿De estudiar? —cuestionó, escueto. No necesitaba decir la oración completa, pues Ryuzaki siempre tenía la mala costumbre de contarle todo lo que le pasaba, con detalles y sin preguntarle.

—S-Sí. —Dejó su mochila en la mesa de centro—. Estuve en la biblioteca con unas amigas hasta muy tarde, no pudimos conversar a gusto, y decidí salir con ellas al... mmm ¿al bar? —Se mordió el labio—. D-Disculpa, no quise decir eso... —con una mano se hizo aire en el rostro—. Estuve con ellas un buen rato hasta que decidí regresar.

No le tomó importancia el comienzo de la historia de su estudio, porque era lo de siempre, pero si le pareció muy extraño su comportamiento. Se preguntó si escuchó mal con lo relacionado a bar. Su posición tambaleante sobre el suelo. El color rosado acentuado en ambas mejillas. Todo este tiempo que la conocía no la había escuchado hablar acerca de ir a un lugar parecido, lo cual indicaba que por primera vez en toda su estadía en el cuarto, estaba subida en alcohol. Interesante.

—¿Estás bien?

—Sí, descuida —respondió—. Sólo un poco... mareada.

—Siéntate. —Movió la mano hacia la mesa, cogió la otra lata, y se la acercó—. Toma.

—No deseo, gracias. —Negó con ambas manos—. Me sentaré un momento.

—Como gustes. —Devolvió la lata a la mesa, más cerca de ella.

Notó a Sakuno nerviosa, juntando las piernas, en posición cercana al descanso del sofá. En su observación detallada, vio como giraba la vista hacia la bebida en la mesa, pero otra vez se centró en las paredes, con una mano en la frente. La actitud que desplegaba ante él, era raro, pero digno de admirar, pues no parecía importante su cortante actitud, por el contrario, le hablaba en tono amigable. Le gustaba.

—¿T-Te fue bien? —preguntó, Sakuno.

—Lo mismo de siempre —respondió con simpleza. Se acomodó en el asiento, en posición relajada de piernas abiertas. Tomó un sorbo más de su bebida—. Estudio, tenis... todo igual.

—Supongo... que está bien —expresó tímida. No era que esperara otra clase de comentario más detallado—. ¿Iras a dormir?

—Es temprano.

—C-Creo que yo sí...

—Ryuzaki —suspiró incómodo. Cuando obtuvo su atención en una mirada curiosa, le pasó su propia bebida—. ¿Segura que no quieres?

—E-Es que yo...

—¿Segura? —insistió.

Fue el punto exacto que la vio parpadear. Su mano se abrió y cerro, invadida seguramente por la ansiedad. Mantuvo el brazo alzado hasta ella, aún con la bebida; la miró fijamente, generando que los ojos rubís se mostraran curiosos. Fue cuando la mano femenina se elevó hacia él, tomando la lata. Rápidamente la soltó para no aumentar el nerviosismo entre ambos y dejó que se la llevara a la boca.

Bebió un sorbo profundo. Los labios eran muy tentadores.

Con una puesta de su pie más cerca de ella, hizo fuerza para sentarse a su lado, muy cerca. Estaba atrapada entre el descanso del sofá y su cuerpo. La hizo sobresaltarse tanto que volteó hacia él, sonrojada hasta el tuétano, respirando agitada. Sólo un acercamiento fue suficiente para generar tremenda descarga entre ambos.

La lata se cayó de su mano y rodó por el suelo, vertiendo el contenido poco a poco.

—Uva —nombró Sakuno.

—Mada mada dane, Ryuzaki.

Ambos labios se encontraron, generando toda la fricción necesaria para que se acercaran cada vez más. Sintió las delicadas manos de Sakuno por su cuello, abriéndose paso entre su cabello. Su mano varonil, viajó por su suave muslo.

De ahora en adelante, disfrutaría mucho más las noches con su compañera de cuarto.

-Fin-

N/A: Un nuevo día para el mes RyoSaku. Este si va en sintonía con el "T" de la historia ;)

¡Gracias por leer!




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