Siempre y por siempre juntos

El Viaje

Estoy viajando junto al amor de mi vida, Maggie. No sé si está molesta conmigo o solo me lo imagino. Es lo que quiero creer... debe de ser porque le prometí que íbamos a volver... hace dos horas, y además está esperando un hijo. Llevamos juntos alrededor de tres años.
El Sol ubicado en su mejor posición, ilumina el océano. Es mi turno de remar, así que Maggie me pasa los remos en silencio, sin pronunciar palabra alguna. El viaje iba a ser a la isla Couple, ubicada a unos 50 km. de la costa. Como se hizo tarde, decidimos volver. Ya vamos a medio camino, supongo que nos queda una hora si nos apuramos.
Miro a la lejanía, en donde se asoma la costa, y pienso en cómo cambiarían nuestras vidas con la llegada de nuestra pequeña e inocente hija. Luego miro el mar y reconozco que me asusta la idea de que haya tiburones cientos de metros bajo nosotros.
–¿Por qué no trajiste mas agua? Toda la maldita agua que hay es... ¡Salada!– me espeta, molesta.
–Lo siento. Es solo que creí que llegaríamos a la isla. Le atraviesa un río de agua dulce–digo suavemente, intentando calmarla.
Pasa un momento en pleno silencio.
–¿No que nunca habías ido a esa isla?–me pregunta, dejando a un lado su enojo, por el momento.
–Te equivocas, nunca he ido a Kascar, otra isla que queda 10 km. más al norte. Cuando mi tío Charles tenía 30 años, fue a esa isla. Según él es muy peligrosa porque la habitan unos agresivos primates, aparte de la escasez de agua dulce y frutos venenosos. Cabe mencionar que tuvimos que llevarlo al psiquiatra porque no dejaba de gritar que era un sobreviviente y que los demás estaban muertos o que nunca viajes a Kascar o todos morirán. El psiquiatra le diagnosticó locura grave, irreversible, según él comenzó todo cuando consumió bayas venenosas provenientes de la isla, por lo que tuvimos que llevarlo al manicomio–tomo una bocanada de aire y continúo–. Años más tarde, la policía fue a investigar esos lugares y no encontró nada...
–Tu tío sí que está demente.