16. Envueltos el uno con el otro.

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Un nuevo día, una nueva jornada, pero no una nueva oportunidad, pensaba mientras me miraba en el espejo del aseo. La barba cada vez crecía más pero Annie no me dejaba cortarla porque decía que era la única manera de que Mónica no se fijara en mi.

Los días luego de ese almuerzo caótico continuaron como si nada, luego de hacer el amor con Annie, para mi suerte no me recibió con su "Solo fue sexo" al día siguiente, es más, desde entonces hemos hecho el amor 3 o 4 veces en la semana. No sabía realmente que es lo que ella me quería decir, pero sentía que estábamos volviendo a ser como antes.

-Odio saber que iras con ella...- Susurró Annie, aún en la cama.
Me tendí sobre ella, sin importar que se me arrugara el traje.

-Y yo odio que desconfíes...- Le dije. Mordí el lóbulo de su oreja suavemente, hasta dar unos pequeños besos en su cuello, luego su mejilla y la comisura de sus labios.
Ella bufó cuando me aparte.

-Quédate, la mañana es larga, es tu empresa y no tengo que levantarme hasta las nueve. Tenemos 2 horas solo para nosotros Justin. - Se puso boca arriba debajo de mi. Me sonrió seductoramente mientras acariciaba mi nuca. El cosquilleo se me hizo presente en el estomago, miré el reloj y las palabras de Annie se repetían en mi mente. "2 horas para nosotros solos." , ¿Qué importaba el trabajo?

La cogí de la cintura y la coloqué sobre mi regazo. Ella sonrió. -Eres mala, cuando no tengamos que comer te arrepentirás de esto Annie. - Bromeé. Ella rió sobre mi boca antes de besarme. Cuando quiso despegar sus labios de los mios, lo impedí elevando mi cabeza en su dirección. Amaba tanto besarla. Estaba enamorado del sentimiento o de sus labios?

Sus manos recorrieron mi pecho por encima de la camisa. El saco había sobrado desde el primero momento en el que monte sobre ella. Sentí sus labios en mi cuello, pequeños besos y chupones vinieron a continuación. - Creo que si me dejas marcas no podré ir a trabajar por unos días...- Le dije cogiendo sus caderas firmemente para mecerlas sobre mi polla.
Ella rió sobre mi cuello antes de soltar el chupón que estaba haciendo.

-Es para que se entere de quien eres.

-No saques el tema ahora Annie, tengamos el mejor sexo de nuestra vida. - Le susurré en el oído. Ella gimió sobre mi cuello y sus dedos desprendieron sutilmente cada botón de mi camisa. Cuando la camisa ya no era un estorbo decidí que ahora era mi turno de desprender algo de ella. Llevé mis manos hacia su blusa y se la saqué por los hombros. Annie se puso recta para facilitar el trabajo, no solo dándome una perfecta vista de sus pechos, si no que poniéndose completamente recta sobre mi polla cada vez más erecta debajo de los pantalones.

-Es solo que no quiero compartirte...- Dijo moviéndose jodidamente bien sobre mi polla.

-Créeme, no lo haces Annie. - Jadee. - Comienza a doler, ¿Sabes?

Ella rió y elevó sus caderas para poder meter la mano por debajo del pantalón sin despegar sus pechos de mi pecho. Cuando sus dedos tocaron la punta de mi pene, supe en ese momento que su sostén comenzaba a sobrar. Entre gemidos y jadeos de mi parte elevé mis manos hacia los prendedores y los solté. Ella sacó un brazo de la tira y luego cambio de mano en mi polla para poder sacar el otro. Tiré de este hasta dejarlo por alguna parte de la habitación y poder tocar esas hermosas tetas.

-Dios...- Susurró sobre mi cuello cuando comencé a tocar sus pezones. Llevé mi mano hacia su boca, llenando mis dedos de baba y luego volví a tocar sus pezones, poniéndolos húmedos a mi tacto. Ella gimió mi nombre y yo gemí el de ella mientras nos mirábamos a la cara. Esto sin duda era la mejor masturbación de nuestra vida.

-Saca el pantalón de una vez, por favor Annie. - Supliqué cuando el ambiente estaba hecho un volcán lleno de lava a punto de explotar.
Ella sonrió y pegó su mano libre a la mía que acariciaba su pezón derecho, doblándolo dulcemente. Se puso recta sobre mi polla y saco su mano de allí abajo. Se movió a un costado sin dejar que despegara mi mano de su pezón. Cogió los botones de mi pantalón y los desprendió en un segundo, elevé mis caderas para facilitar el trabajo y luego siguieron los calzoncillos, sin ninguna timidez los sacó tirándolos por alguna parte de la habitación junto a su sostén.

Annie volvió a montarse sobre mí, seguía habiendo algo que se interponía entre nosotros. Sus pantalones con esas bragas diminutas que tanto le gustaba a usar a ella. Con mi mano libre, tiré de su pequeña braga, metiéndola hasta el fondo de su trasero. La tanga se hizo tan fina que supe que si la comenzaba a mover de arriba a abajo le haría tocar el cielo con las manos, y eso hice.

Sus gemidos comenzaron a entrar por mi conducto auditivo, sus jadeos causaban punzadas en mi polla. Cerré los ojos pero no por mucho porque me encantaba ver como se retorcía de placer. Sentí como comenzaba a empaparse sobre mi polla. Unos cinco movimientos más y su pijama estaba húmedo por su orgasmo.

-Nunca me habías hecho algo mejor.- Dijo cuando volvió a recuperar su respiración. Sonreí para luego besar esos labios que hace unos minutos estaban formando una perfecta "o" mientras decían mi nombre.
Luego de unos segundos Annie cortó el beso y bajo por mis mejillas hasta mi cuello, pasó por mi pecho hasta llegar a mi polla dando pequeños besos. El último beso fue justo en la punta de mi pene. Suspire de satisfacción cuando sentí sus cálidos labios pasar por toda mi longitud.

-¿Está será la mejor mamada? - Pregunté bromeando.

-Tal vez sí, tal vez no, tal vez te he hecho mejores. - Contestó pasando la lengua por la punta de mi polla. Su dedo comenzó a trazar círculos sobre la ṕunta haciendo que cogiera su brazo libre con fuerza. Ella sonrió mirándome a los ojos antes de llevarse mi polla entera a esa preciosa boca.

-Maldita sea Annie...- Murmure cuando sus labios estaban totalmente cubriendo mi polla. Su mano bajaban y subían junto a su boca, dejando su saliva por toda esta. Me estaba volviendo loco de placer, no porque fuera la mejor ni nada por el estilo si no que luego de lo ocurrido y antes de lo ocurrido no era habitual que Annie me hiciera mamadas de este tipo por lo cual en verdad estaba necesitado de su boca en mi pene.

En cuestión de segundos cuando ella comenzó a succionar  y a rozar sus dientes con la punta de mi pene, fue imposible resistir un segundo más, no fui capaz ni de decirle que me iba a correr en cuestión de uno y dos. Llené su boca de mi esperma, ella soltó mi polla y se puso de rodillas entre mis piernas, se pasó el resto de semen que había en mi polla por toda su cara. En estos momentos sentía que me llegaba otro orgasmo de solo verla de esa manera. Era madre y esposa, toda una ama de casa, pero en la cama parecía una chica que se dedicaba a la prostitución cruda y dura.

-¿Te ha gustado? - Dijo lamiéndose los dedos.

-Me ha encantado Annie...- Ella sonrió y se acercó a mi boca, dejándome saborear mi esperma. No se como ni cuando pero su pijama ya no estaba, ni esas bragas finas. Solo era piel con piel. Me coloqué en su entrada y fue ella la encargada de bajar a su propio ritmo. Cuando estuvo preparada comenzó a subir y bajar lentamente, volviéndome loco.

-Más rápido, Annie. - Ella se quejo y lo hizo aún más lento. No podía resistir, sus pechos bajaban y subían frente a mí, su culo golpeaba suavemente mis caderas de vez en cuando y el sentimiento era como si una persona obesa tarda mil años en llegar a sus pastelitos.
La cogí de la cadera y pegue nuestras caderas. Entrando hasta el fondo en ella. Ella tiró su cabeza hacía atrás. Me subí sobre ella, tomando el control. Y sin preguntar comencé a follarla como debía ser follada.

-Si no gritas menos los niños se despertarán.. - Dije entre jadeos y gemidos. Cuando estábamos por llegar al orgasmo, la cama comenzó a golpear contra la pared. Annie se retorció debajo de mis brazos, envolvió sus piernas en mis caderas enterrándome cada vez un poco más.

Nuestros placeres se mezclaron haciendo explotar millones de sentimientos en mí. Ella quedó rendida sobre mis brazos, ninguno dijo nada ni ninguno dijo nada porque el agotamiento fue tanto que los dos quedamos hechos polvo sobre las sábanas de la cama. Envueltos el uno con el otro.

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