Capítulo 30 Brad

141 11 0
                                    

No dejaba de repetirme a mí mismo que esto saldría bien. Pero no, esto podría salir de cualquier otra manera, menos "Bien".

También me di cuenta que no había planeado muy bien las cosas; que se me pasó un detalle, uno muy importante: A qué hora terminar con Zac. No sabía si hacerlo después de la película o antes que comenzara, oficialmente, la cita.

Era un maldito desastre. Quizá por eso, en mi mente solo sonaba "I'm a Mess" de Ed Sheeran. De todas maneras, no me quedaba otra cosa que improvisar. Ya estaba aquí, sentado en una de las bancas del centro comercial, esperándolo.

Miré mis manos; empezaban a temblarme, mi cuerpo entero estaba haciéndolo y mi respiración se había vuelto agitada y el nudo se estaba formando en mi estómago, en mi garganta; entonces, me di cuenta que los nervios me invadieron sin que yo me diera cuenta.

Esto no iba bien, para nada.

Inhale y exhale.

Una.

Dos.

Tres.

Después de la vez número veinte, perdí la cuenta. No lograba calmarme, pero iba a seguir con este ejercicio, hasta que...

-Aquí estas, por fin te encuentro. Por un momento, creí que no habías llegado –Esa era, indudablemente, la voz de Zac.

Me petrifiqué. Oh mierda.

¿Dios, estas ahí? Apiádate de mí, si no tendré que venderle el alma al diablo.

No iba a obtener respuesta, nadie iba a estar ahí para ayudarme y aunque lo hubiera, no sería justo; me había metido en esta situación yo solo, era el único responsable, el único que tenía y podía salir de esto.

Entonces ¿Para qué retrasarlo? No supondría ninguna diferencia, si lo hacía después de la película, solo estaría ganando tiempo. Quería gritar. Me di cuenta que aceptar esta invitación fue un error; esta conversación debió ser a solas, sin un montón de desconocidos a nuestro alrededor. Pero si yo rechazaba la invitación, él sabría que algo iba a mal, sospecharía y yo no quería eso, porque sí eso pasaba, descubriría lo de Taylor.

Era un egoísta, pensando en mí y nadie más. Sin embargo, era peor estar con alguien solo por no querer lastimarlo; Zac merecía más.

Pero no tenía tiempo para lamentaciones y recriminarme por lo estúpido que había sido al manejar mi relación con él. Tenía que aprender, tenía que poner punto y final.

Me puse de pie. Mi rostro debía estar muy serio; la sonrisa, que Zac siempre me regalaba, estaba apagándose lentamente.

-Necesitamos encontrar un lugar más vacío –Solté de una vez.

Él solo se limitó a asentir, luego, comenzamos a movernos, hasta que encontramos el lugar ideal. Cuando estuvimos uno frente al otro, fue él quien habló primero.

-Me puedo imaginar de que va esto –No me sorprendió; se tendría que ser muy idiota e ingenuo, para no averiguar que significa el que yo quisiera hablar en un lugar más privado, cuando ni siquiera me había molestado en saludar, ni en recibirlo como solía hacer.

-Entonces, será más fácil –No, ese era el problema; no era, en lo más mínimo, fácil de decir, de pronunciar las palabras que finalizarían mi relación con él. Y no podía omitirlas, aunque él ya lo sospechara, no podía, porque se lo debía. Después de unos minutos, pude decir:– Qui- quiero terminar nuestra relación.

Jamás pensé que las palabras pudieran sentirse amargas. Pero sí que podían.

Quería apartar la mirada, no quería ver la expresión de su rostro, no quería que su dolor me llegara, no quería seguir viendo como sus ojos se llenaban de lágrimas y al mismo tiempo, las contenía, apretando los labios y tensando la mandíbula, para no llorar.

-Así que es cierto –Eso fue lo que dijo Zac, esperaba que me preguntara el famoso "Por qué", pero no que me saliera con esto, porque, oh sí, yo sabía lo que significaba.

-¿Qué? –Era lo único que se me ocurrió decir.

-Que estas con Taylor –Me tape los ojos con mi mano.

Oh mierda, oh mierda, oh santa mierda. ¡SEÑOR, AYUDAME, NO SEAS UN FLOJO Y VEN ACÁ!

-¿O lo vas a negar?

Oh, pero que jodido estaba.

Iba a empezar a arrancarme el cabello. No me quitaba la mano de la cara, porque, simplemente, no me atrevía a mirarlo. Solo quería unos segundos.

Meneé la cabeza.

-Entonces mírame, Brad y dímelo.

Tomando una gran bocanada de aire, lo hice, lo contemple llorar. No apartaría la mirada de nuevo, tampoco debía; si él era lo suficientemente valiente para llorar frente a mí, yo también lo sería para mirarlo.

-No, yo no lo... –Las palabras que quería decir se habían atorado en mi garganta. Tragué saliva– Lo que dices es cierto.

-Lo sospechaba, así como también es fácil suponer que esto es por él.

No dejaba de tragar saliva. Esto no estaba saliendo bien, en lo absoluto.

Pero Zac estaba equivocado.

-Esto no es solo por él. Es por todos.

-Eso es mentira, sabes que tengo razón.

-No, no la tienes –Susurre, negando con la cabeza– Aunque, tengo que aceptar que en su mayoría, sí, es por él. Pero Zac ¿Qué sentido tiene seguir juntos? Ya no puedo ofrecerte lo mismo que hace un tiempo, no existe otro motivo para continuar con esta relación. No es justo para nadie.

-Tengo sentido común, así que lo sé, es solo que quisiera que no fuera cierto –No sabía que dolía más, si verlo llorar o esas palabras.

-Zac, yo...

-Ya tuve suficiente, no quiero escuchar nada más –Se limpió las lágrimas y su rostro se tornó inexpresivo– Pero si piensas que lo que me duele es que termines nuestra relación, entonces, eres un idiota.

Y dicho esto, salió de mi vista.

Me dejó allí, parado y estupefacto, con la imaginación volando, suponiendo lo peor, lo que me temía, lo que no quería aceptar, pero ¿A qué otra cosa podría referirse, si no es a que ya sabía de mi relación con Taylor desde hace mucho tiempo?


¿Esto es amor?Onde histórias criam vida. Descubra agora