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Tengo ganas de pegarle un guantazo por haber sido tan duro conmigo. No me puedo creer que después de lo que ha pasado me diga que soy una floja. La rabia empieza a abrirse paso en mi interior. ¿Quién se cree para hablarme de esta manera y decirme estas cosas? ¿Acaso ve normal lo que acaba de pasar? ¿Es que no hay nadie amable en este tren?

No hacia falta que me regañase como a una cría. Eso es lo ultimo que necesito.

No puedo pensar con claridad pero por lo menos he parado ya de llorar. No quiero tener nada que ver con Adrián ni con Marcos ni con ningún otro tío de este tren o del planeta en general. Quería tener un fin de semana tranquilo y normal, pero ya veo que eso en mi vida es imposible.

Tenia pensado agradecerle que me hubiese ayudado pero no se merece una mierda después de lo que me acaba de decir.

Todo el mundo es cruel contigo si ven que eres débil, en eso Adrián tiene razón; pero no significa que eso no lo supiese ya. Claro que lo se, pero no tendría que haber sido así de duro conmigo después de todo lo que me ha pasado... no me lo puedo creer aun.

Adrián es un idiota. Otro más para la lista.

Me ha dado a entender que todo esto ha sido culpa mía por hablar con Marcos... ¡como si yo supiese que esto iba a pasar!

Me incorporo y me seco las lagrimas con las manos.

La gente me sigue mirando preocupada y sin saber muy bien qué es lo que ha pasado, pero tampoco nadie hace nada para ayudar.

Es increíble cómo funciona la gente hoy en día. Seguramente les diese igual que me estuviese muriendo ahí delante de sus narices, seguirían a lo suyo y encima me mirarían mal porque estaría armando mucho jaleo.

En ese momento, se oye por megafonía que el tren esta a punto de entrar en la estación de Atocha.

Cuando el tren se para por completo y las puertas se abren, me levanto del asiento sin dejar de mirar al suelo. No miro atrás ni para comprobar si me he dejado algo. Solo quiero ir directa al aseo para tranquilizarme y si puede ser, comprarme algo de comer en algún bar.

Se que no estoy bien y el dolor de cabeza que tengo aumenta cada vez mas. Como me de una migraña voy a estar jodida pero bien. Encima no tengo ningún Ibuprofeno para poder tomarme.

Por eso quiero desaparecer del mundo unos minutos, para evitar que me pase eso. Solo espero que no venga ningún otro capullo a joderme.

Veo de reojo como Asier y Alicia bajan también del tren. Se me había olvidado por completo que ellos estaban en él. Seguramente hayan visto algo de lo que ha pasado, por muy discretos que hayan sido Marcos y Adrián en su tenso momento, y como todo el mundo, habrán decidido no hacer nada al respecto.

Paso de pensar mas en ello, ni siquiera me tendría que sorprender.

Subo las escaleras mecánicas medio corriendo. Alguien detrás mía grita un -¡Eh, espera!- pero ni siquiera me giro para ver de quien se trata. Seguro que no se dirige a mi. Y aunque se dirigiera a mi, no pienso darme la vuelta. No quiero hablar con nadie.

Atravieso el ancho pasillo que conecta todas las vías de tren de la estación. Hay demasiada gente, toda ella esta medio corriendo. Odio que la gente vaya con prisas.

Pero no me doy cuenta que yo voy al mismo ritmo que ellos.

Por fin llego a la puerta de los aseos. La empujo demasiado fuerte pero me da igual si había personas al otro lado.

Entro en los baños individuales y me siento en la taza del inodoro. Dejo mi mochila apoyada en el suelo y vuelvo a romper a llorar. De nuevo, en silencio...

Como extraños en un trenWhere stories live. Discover now