CAPÍTULO 13

444 52 31
                                    

"Deberías tener esperanza"

-Edith Cushing.

***

El viento azotaba el rostro de James sin piedad revolviendo su cabello dorado. Recorrió junto a Meredydd y Neely la excavadora instalada a unos cuantos metros frente a la mansión. Tantos años había permanecido expuesta a las inclemencias del clima que se hallaba totalmente oxidada, tanto que ni aun aceitando los engranajes que la ponían en movimiento o cada tornillo que sostenía su estructura, soportaría el trabajo de extracción. Por otro lado, toda la máquina funcionaba a vapor. La materia prima era la leña, por completo escasa en aquellos páramos. Su traslado desde el pueblo hasta el lugar implicaba la inversión de una importante suma de dinero no sólo por el traslado mismo sino por la cantidad de leña requerida para ponerla en funcionamiento, y sostenerlo por un tiempo prolongado.

James continuó el recorrido y le alarmó la fragilidad del suelo que pisaba. En cada pisada más o menos firme, sus pies se hundían entre tres o cuatro centímetros, y tras la pisada, la arcilla asomaba como la sangre de una herida. Inspeccionó la base de la excavadora. Hundida en la misma proporción. Se paró frente a la máquina mirando el enorme edificio que era aquella mansión. El día anterior, con el cansancio provocado por el largo viaje, no se había percatado de las profundas grietas que mostraban los muros. Caminó con lentitud hacia la mansión y se acercó agudizando su observación. Lo que vio le preocupó aún más. Las grietas mostraban una abertura de un centímetro y un leve desplazamiento de los muros. La casa se estaba hundiendo. Se arrodilló para mirar con más detenimiento la parte inferior de la estructura. Los cimientos cedían.

Meredydd y Neely lo seguían de cerca, esperaban una orden, una tarea para hacer. James se pudo de pie y los miró fijamente, con el ceño fruncido.

- ¿Dónde se encuentran exactamente las minas de arcilla? –preguntó.

Meredydd y Neely se miraron sorprendidos. ¿Acaso no lo sabía? Neely hizo un gesto abarcativo con su mano.

- Todo el lugar es una gran mina de arcilla ahora-agregó a su gesto.

James pareció confundido y volvió la vista hacia la mansión.

- ¿Se refiera a que semejante estructura está construida sobre los pozos de arcilla? –preguntó señalando la mansión, no podía entender semejante locura-. ¿Es eso lo que está tratando de decirme?

- Verá, señor McMichael, no tenemos mucha información al respecto –dijo Meredydd-. Pero hace años atrás se rumoreaba que la humedad de los pozos había agrietado el subsuelo y habría comenzado a filtrarse la arcilla por allí, socavando el suelo sobre el que está construida la mansión. Aparentemente, esa es la causa del deterioro de la estructura.

James se volvió hacia la mansión y pasó su mano por los cabellos despeinados. Dedujo que toda la estructura colapsaría, sólo era cuestión de tiempo. Toda la mansión era insegura, pero decidió hacer el recorrido por el interior de todos modos.

Ya era casi mediodía por lo que excusó a sus acompañantes y fue al encuentro de Virginia. Era necesario ponerla al tanto de la delicada situación y luego del almuerzo la invitaría a hacer el recorrido por el interior de la mansión. Como buen hijo de Alan McMichael, terco y testarudo, necesitaba ver con sus propios ojos lo que ya suponía.

Allerdale Hall se hundía en una gran herida sangrante. Irreversiblemente.

***

REGRESO A ALLERDALE HALLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora