Capítulo dos

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Capítulo dos:

La oscuridad que rodeaba el cuerpo de la chica, era similar al mismo que contemplaba cada noche al cerrar los ojos.

Un rayo cayó cerca de ella dando la llegada de las gotas de agua que caían sobre su cuerpo mojando el pelo y el jersey de lana blanco que llevaba puesto. Derrepente, todos los niños que alguna vez fueron crueles con ella, la rodearon mientras la señalaban y se reían al llamarla monstruo.

Un sollozó se escapó entre los labios de la joven.

Un segundo rayó volvió a caer. La lluvía aumentó de fuerza haciendo que el jersey se pegara a su cuerpo tembloroso y que su pelo se dividiera en mechones de un color más oscuro al habitual. Era una tormenta. Las risas de los niños se convirtieron en carcajadas al verla más vulnerable.

La chica se tapó los oídos cuando las risas comenzaron a retumbar en su cabeza, mientras que sus sollozos, cada vez, se hacían más sonoros.

Todas sus miedos estaban ocurriendo al mismo tiempo.

—¡Parar!—chilló cayendo de rodillas contra el frío y oscuro suelo. Destapó sus oídos para después taparse la cara con las manos—. Por favor, parar—murmuró esta vez.

Los rayos dejaron de caer,al igual que las gotas de agua. Las risas de los niños cesaron. Todo era puro silencio. Pero aún así, ella no quería arriesgarse a mirar al exterior de sus manos y contemplar que seguían ahí, esperando a que ella fuera más débil.

Unos pasos llenarón el silencio, cada vez acercándose más al cuerpo tembloroso de ella.

La chica despegó sus manos de su cara y alzó la mirada para ver al dueño de esas pisadas, y al verle, sonrió instantaneamente, se levantó del suelo para correr a sus brazos extendidos, que la rodearon cuando sus cuerpos chocaron entre sí.

Las huellas de los pies de la chica dejaron una marca blanca en el negro suelo, y poco a poco, aquellas huella se extendierón hasta que la oscuridad del lugar fuera invadida por una potente luz blanca.

—Tío...

Entonces comprendió que todo había sido una pesadilla.

Desde que tiene memoría, aquel hombre había cobrado vida en sus sueños. Estos podían llegar a ser tan realistas que ese hombre podía llegar a ser intimidante, o incluso temible. Pero aun así,veía en él una figura paternal, ya que, al igual que Madre Elena, él la había apoyado y dado consejos en sus sueños cuando él la exigía contarle cada noche lo que había pasado durante el día,aunque él parecía saberlo todo ya que siempre sabía como terminaba cada historía. Pero, aunque hablaran cada noche durante dieciocho años, ella no sabía nada de él, ni siquiera su nombre. Cada vez que se lo preguntaba,el la miraba y la respondía: llamamé tío. Y así, durante cuatro años, hasta que comprendió que no sacaría nada más de él.

—______...—Apoyó su menton en la parte superior de la cabeza de la chica y beso aquella zona antes de separarse de ella, dejando sus manos grandes encima de los delicados hombros de esta—, no puedo verte sufrir por personas que no merecen tus lagrimas—suspiró—. Ten—Despegó sus manos de los hombros de esta, y dirigió su mano derecha al cuello, donde descansaba un collar de plata con el colgante de una calavera mientras que con la izquierda, agarraba las delicadas manos de la chica para depositar el colgante en ellas—. Cada vez que alguien te haga daño, coge el colgante y piensa en mi nombre.

—Pero no sé tu nombre—dijo confusa, mirando como el hombre iba alejandose más de ella, haciendo que la oscuridad, lentamente, volviera para reemplazar la luz.

—¡Lo sabrás en el momento adecuado!

Y después de esas palabras, se despertó en las sabanas de su cama con un collar entre sus manos.

La leyenda del puente de los Dioses {H.S}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora