Capítulo cuarenta y cuatro

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Capítulo cuarenta y cuatro:

Fue como si la hubieran golpeado en el rostro. Sintió sus piernas temblar y sus hombros tensarse. Pero sin embargo,  sonrió.

—Era un tanto predecible. Lo sospechaba desde hace semanas pero esperaba que fuera mentira—suspiro—. En fin, no quería llegar a hacer esto pero no tengo más opción—chasqueó los dedos y unas gruesas ramas envolvieron las piernas y brazos del Dios del Inframundo—. El lado positivo es que ahora podré gobernar a mi manera, sin nadie que me mande.

—Maldita hija de...

—¿De tu mujer? Sí—le guiñó el ojo al rostro furioso de Hades.

—Pero...—hablo Zeus—, ¿yo?

La morena elevo una ceja.

—Tu, ¿qué?—pregunto, burlona para después chasquear la lengua—. ¡Oh, ya lo entiendo!—rió—. Pensabas que al saber que tu no intentaste matarme iba a soltarte a ti, a los demás dioses y a los arcontes, ¿no? El problema es, papito, que nunca viniste a verme. Ni siquiera cuando intentaba comunicarme contigo.

—______—la llamo Harry—, no hagas esto.

Su rostro burlesco cambio por uno furioso al mirar al rizado.

—No te preocupes, Harry. Tu y tus amigos tendrán una muerte rápida. Los dioses, en cambio, debido a su inmortalidad, desearán morir— Camino hacia el rizado y le acarició la mejilla con delicadeza—. Siempre pensé que eras demasiado perfecto como para haberte fijado en un monstruo como yo.

—No todos los monstruos hacen cosas monstruosas, ______—susurro. La nombrada se tensó y apartó su mano de la mejilla del chico.

—Tu no sabes nada—Frunció el ceño enfadada.

—Es verdad, no sé nada. Pero lo que sí sé es que tu no eres así. Tan solo te has dejado corromper por Hades. Quiero que vuelva la ______ de la que estoy enamorado—La miro a los ojos y durante un momento vio un destello azul es sus ojos negros.

—¿Enamorado?—rió a carcajadas—. No me hagas reír, Harry. No pensé que estuvieras tan desesperado como para mentirme de esta manera—se relamió los labios—. En fin, creó que va siendo hora de que esto termine—Silbo y del suelo se abrió una gran grieta de donde ella salieron varias almas—. Llevarlos al Tártaro. Dudo que se resistan ya que en pocos minutos sus preciadas armas divinas pasarán a mi poder. ¿Ocaso pensabais que estaba aquí para charlar? Os estaba entreteniendo—rió a carcajadas. Las almas agarraron a los dioses por los brazos y las plantas y las manos huesudas dejaron de agarrar sus tobillos y se desvanecieron

—Te lo pido por favor, _____, no hagas esto—sollozo Harry.

—¿Acaso tu puedes desear matarme pero yo no puedo desear mataros a todos? Eso es una injusticia, Harry.

—Te amo.

Sus hombros se relajaron y por primera vez su rostro se relajó y sus ojos brillaron.

—¿Qué?—su voz sonaba dulce.

Nunca nadie había mencionado esas palabras hacia ella y que fuera Harry, quien solo la había dicho que la quería, fue como una emboscada de alegría.

—Estoy loca y profundamente enamorado de ti. Desde el primer día en el que te vi. Estaba solo y perdido cuando te fuistes y me arrepiento de lo que te dije. Te amo.

—Estas... estas mintiendo.

No paraba de ver al Harry que semanas atrás la decía que no quería volver a verla.

—No—sonrió de medio lado—. Nunca mentiría con algo así. Y por favor, piensa, yo te odiaba sin conocerte hasta que me enamoré de ti, podría pasar lo mismo con tu padre. Él te quiere.

_______ miro a Zeus quien había adquirido un repentino gusto por sus zapatillas.

Esta apunto de morir, te está engañando.

—Para. Sé lo que está haciendo—Se giró hacia Harry—. Intentas confundirme.

—Intento que entres en razón, cariño. Solo quiero lo mejor para ti, y si te hace feliz matarme pues hazlo. Pero dale una segunda oportunidad a tu padre. Por favor.

Suspiro.

Siempre había sabido que los ojos verdosos de Harry eran su perdición y si la seguía mirándola con aquel verde esmeralda, se derretía.

El rizado sonrió internamente cuando vio como sus ojos negros cambian a un azul eléctrico.

—Soltarlos—susurró y las almas la obedecieron—. Llevaos a Hades al Inframundo y decirles a los demás que cancelen el robo. Ya no los quiero—Las almas asintieron y se hundieron bajos tierra mientras que dos de ellas desaparecían junto con Hades en las sombras.

_____ se dirigió a su padre antes de sonreirle al rizado.

—Lo lamento.

Se llevó la mano al cuello y tiro con fuerza del collar que meses atrás Hades le había regalado. Cerró el puño con el colgante dentro y este comenzó a arder.

—No, soy yo quien debería pedirte disculpas. Si hubiera sido un buen padre nada de esto habría ocurrido. Te debo una disculpa y a ti, joven, gracias. Si no fuera por el amor que os tenéis mutuamente, esto podría haber acabado en un grandísimo desastre.

____ sonrió y antes de que pudiera acobardarse, le abrazo.

—Te quiero papá.

—Y yo a ti, hija mía.

La leyenda del puente de los Dioses {H.S}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora