Chapter ten

21 2 2
                                    

Todos reían mientras molestaban a Aomine ya que el chico no apartaba la vista de los pechos de las chicas.
-¿Tanto así te gustan los pecho, Aomine?
Paula se acercó hacia el moreno quien la veía con incertidumbre.
-Por supuesto. Son las más grandes maravillas creadas por un ser superior y resguardadas por chicas, especialmente las que lucen demasiado sexy como para ser reales.
-No tienes remedio Aomine, nanodayo.
La chica simplemente rió con suavidad sin dejar de ver al más alto con un brillo en los ojos.
-Entonces, ¿quieres tocar?
-¡¿Qué?!
Todos exclamaron al unísono siendo Aomine quien veía a la chica a los ojos, titubeando sobre hacerlo o no.
-¿Puedo hacerlo?
-Claro, aunque no sé si podrás lograrlo.
-Tsch, eso suena como un reto, y claro que lo haré. El único que puede tocar esos pechos soy yo.
Aomine estiró la mano a la vez que la chica daba un paso más al frente para quedar justo al alcance de la mano de Aomine, que estaba a escasos milímetros del seno de la chica y, cuando estaba por cerrar la mano en el destino tan ansiado, las hermanas de Paula asesinaban con la vista al peliazul mientras le apuntaban a la cabeza.
-Si no quieres terminar en el suelo con un agujero atravesando tu cráneo, es mejor que bajes esa mano y des media vuelta.
El moreno mantenía la mirada baja pues en su mente, ya se había lanzado y restregado entre esos pechos mientras estaba en el paraíso.
-No puedo creer lo idiota que eres. Paula simplemente está jugando contigo.
-Si, tiene una personalidad retorcida y de seguro quería ver que reacción tendríamos si caías en su trampa.
-V-vamos Annacchi, Elizzacchi, está claro que es un idiota pero no es para tanto.
-¿Eh? Ella me dio permiso. Además su cuerpo no pertenece a nadie.
-Eso no quita el hecho de que podamos patear los traseros de aquellos que se atrevan a hacerle o a hacernos algo.
Paula simplemente veía con diversión la forma en la que el chico tragaba pesadamente pues sólo uno de sus dedos alcanzaba a rozar el pecho y con la palma completa podía percibir el dulce calor que emanaba del mismo.
-Daiki, pide disculpas ahora mismo.
-Tsch... no tocaré nada.- El chico retiró la mano mientras retrocedía y se cruzaba de brazos, siendo Kise quien lo regañaba.
-¿Puedo castigarlo, ojou-sama?
-No será necesario Sebastian. Esto es muy aburrido, no me dejan jugar.
-En ese caso no haré nada.
-¡Mientes! Eso dices, pero estás apretando demasiado la mano detrás de tu espalda.
-No entiendo a qué se refiere Takao-san.- El azabache escondió más la mano en la que resguardaba un cuchillo que estaba listo para ser incrustado en la cabeza del moreno, manteniendo una sonrisa a la vez que sus ojos irradiaban molestia y un aura negra lo envolvía, provocando que todos, incluyendo el emperador absoluto, sintieran un escalofrío recorrerles la espina.
-Por cierto Anna, ¿de dónde sacaste esa camisa?
-Me la dio Kagami cuando nos encontramos a los chicos de SS501....
Tanto la voz como el semblante de la mayor se tornaron sombríos y Paula bajó la mirada con igual sensación.
-Ya veo. Te queda enorme. Algo así como cuando Kuroko usa la ropa de Kagami.
-¡EH! Kagamicchi, ¿qué clase de cosas le haces a Kurokocchi?
-¿Qué? ¿De qué mierda hablan? Yo no he hecho nada.
-Kagami-kun, no puedo creer que las pijamadas en tu casa tuvieran otro propósito. Ya no quiero ser tu luz, eres despreciable.
Todos reían mientras molestaban a Kagami que sólo negaba las acusaciones sumamente rojo.
-Como sea, iré a cambiarme. Tengo hambre y la peste de esas cosas se me quedó en la piel. - Paula les dio la espalda a los chicos mientras comenzaba a deshacer el nudo que Sebastian había hecho en su blusa. Aomine cayó al suelo con una severa hemorragia nasal mientras que Midorima escupía un poco del agua que bebía a la vez que se acomodaba los lentes con un ligero sonrrojo. Incluso Kagami había saltado para ver a otro lado.
-Pa-Paula-chan, hay un baño al fondo de la habitación.
-Ah, gracias Takao.- La chica simplemente se dirigió al lugar para despojarse de su ropa.
-Supongo que yo también me cambiaré.- Anna se abrió la camisa, por lo que los chicos exclamaron sorprendidos.
-Descuiden, debajo traigo la mía.- La chica sonrió caminando al baño y en el trayecto todos escucharon el sonido de algo desgarrándose seguido de un trozo de tela caer al suelo.
-Mi camisa...
-Descuida Kagami, quedará mucho mejor de lo que crees.
Kagami suspiró ante las palabras de Elizza, viendo como Sebastian llamaba a la chica antes de que entrara al baño.
-¿Anna-san?
-¿Qué ocurre Sebastian?
-Por favor dele esto a Paula-san. Lo va a necesitar. Por favor, sólo ignore la patética vista que pueda tener.
Sebastian se quitó el saco para después proceder a quitarse el chaleco que llevaba. Entregó la prenda a la chica y después prosiguió a colocarse el saco, cerciorándose de que su vestimenta luciera lo más adecuada posible. Anna simplemente veía con la boca abierta al azabache pues dos botones de su camisa se habían salido de su lugar y dejaban ver su pálido pecho. El azabache sonrió con suavidad mientras le señalaba que entrara al baño con lo que la chica asintió para entrar, chocando un poco con la puerta.
Mientras las chicas se cambiaban, los demás dentro de la habitación comenzaron a trazar un plan para escapar.
-¿Por qué estás tan tranquilo comiendo dulces mientras los demás están nerviosos por la situación?
-¿Ah? Eso es simple, es porque creo que la mamá de Mido-chin nos trajo aquí con alguna clase de brujería. Además todos estamos juntos y Aka-chin está sonriendo y lo veo relajado, a pesar de la situación en la que estamos.
-¡Eres tan lindo!
Elizza platicaba tranquilamente con Murasakibara, disfrutando de una charla tranquilizadora después del terror que había experimentado ese día.
-Muero de hambre.
-Si no nos enfocamos en salir de aquí en verdad morirás.- Anna salía del cuarto de baño junto a su hermana. La primera llevaba la camisa roja a cuadros que el pelirrojo le había dado, sólo que esta se veía más chica y un pequeño amarre en uno de los costados hacía que se amoldara a la figura de la chica y la segunda llevaba el chaleco que el azabache le había mandado, sólo que lo había ajustado un poco pues en la forma original se alcanzaba a percibir el color de su sostén (el cual era rojo y con encaje) por los laterales del mismo. La mediana de las Ackermann se acercó a su demonio para agradecerle por el gesto, sin esperar que su estógamo sonara justo cuando había terminado de hablar.
-Toma, Kagami-kun encontró latas de frutas en almíbar, puedes comer una, te sirve por un rato.
-¡AH! ¡¿Desde cuando estás ahí?!
-Estuve a su lado todo el tiempo.
Paula gritó dando un gran salto pues el chico prácticamente salió de la nada y ahora le tendía una lata de frutas, la cual aceptó.
-Lo siento, es que me sorprendiste. En verdad es una sensación extraña.
-Creo que la única que pudo verme desde que entró fue Anna-san.
-Es que ella es medio psicópata y tiene una gran fijación por todo.- Paula se escondió detrás del demonio pues una almohada aterrizó en el rostro del mismo y la cual tenía como destino el de Paula. Sebastian simplemente mantuvo una sorisita mientras su ceja se alzaba con molestia.
-L-lo siento, era para Paula.
La aludida simplemente tomó asiento en la cama mientras abría la lata y acto seguido, comenzó a comer el contenido, con sus hermanas a los lados.
-Ahora que ya estamos todos aquí quiero que escuchen atentamente. Hablé con el conejo antes de encontrarme con ustedes.
-¿Conejo?
-Ah, si... verán, eso tiene una explicación...
Paula y Elizza reían con discreción ante la pregunta hecha por el peliverde, siendo Elizza quien agregara entre rirsas:
-¿No pudiste darle otra forma como Zeus u otro demonio sexy?
-Si, el hecho de sacarlo de Rozen Maiden resulta cómico.
-Ya cállense las dos, es en serio. El conejo dijo que la casa no es la elegida. Al parecer nos escogió a nosotras porque hemos cambiado nuestro destino. En palabras más precisas, dijo que "rompimos el paradigma".
Akashi alzó una ceja mientras se acomodaba en su asiento. -Paradigma...
-Disculpen que me entrometa, pero antes dijeron que este lugar es la casa de LaPlace, ¿verdad?
-Así es Sebastian, ¿te suena a algo?
-Si, señorita Elizza. Si no mal recuerdo, desde hace años los físicos han formulado la existencia de demonios con capacidades sobrehumanas que no van en contra de las leyes de la naturaleza, simplemente para expresar ideas. En el caso del demonio de LaPlace, no se trata más que de una suposición realizada por un físico francés que lleva el mismo nombre. A grandes rasgos, él dijo que si el mundo siguiera al pie de la letra las Leyes creadas por Newton, el mundo sería determinista.
-Ya había escuchado sobre eso antes, si no mal recuerdo, quería explicar lo que sucedería si un ser que conoce todo lo que pasará existiera.
-Tal como Akashi dijo, lo que LaPlace buscaba dar a entender era una moraleja. Supongámoslo así: si hubiera un ser que es capaz de resolver todas las leyes de Newton y de conocer la posición de todas las partículas del universo, sería capaz de conocer exactamente lo que va a suceder en un futuro hasta, digamos unos cien mil años. Como este demonio sabe lo que pasará, quiere decir que el tiempo de vida y acciones de una persona, por mencionar un ejemplo, ya están premeditadas, por lo que si, se quisiera cambiar de opinión acerca de lo que se comería en el próximo cumpleaños o de si asistir o no de último momento a cierto lugar, es simplemente una ilusión. Para ser más clara sería como si, aunque creyéramos que podemos cambiar de opinión, en realidad no lo hacemos por nuestro propio poder y voluntad, sino que ya viene preescrito.
-Oh, la joven dama es conocedora de cosas interesantes.
-Paso más tiempo leyendo que en la escuela o en el trabajo.
-Entonces eso explica por qué dice que somos impredecibles. También dijo que no es sólo desde que entramos, sino desde que nacimos, como por ejemplo la vez en la que papá mandó a descomponer el auto en el murió el chofer y en el que se suponía que debíamos viajar. O la vez que mandó a secuestrarnos para quedarse con todo lo que nuestra madre nos dejó. También él tuvo la culpa de que yo le tenga miedo a los payasos, de que Elizza odie la oscuridad y estar sola y de que tú, Paula, le tengas temor a los perros.
-¡¿Qué demonios?! ¿Cómo es posible?
Las dos aludidas exclamaron con sorpresa para después sonreír amargamente.
-Supongo que no deberíamos sorprendernos, después de todo él siempre ha sido así.
-Lo único bueno de todo esto es que podemos patearle el trasero cuando salgamos de aquí. No me sorprendería el hecho de que él le haya pedido a Aggatha que nos enviara a buscarle ropa sabiendo lo que pasaba o que incluso haya preferido callar.
-¿Qué? Eso suena ilógico-ssu, es su padre, ¿cómo podría hacerles algo así?
-Precisamente porque es nuestro padre podemos decirlo. Desde que tenemos memoria él siempre ha seguido y hecho lo que su hermana la diga, aún cuando ella misma vive a nuestra costa y a la de sus hijos. También por él es que cada día me parto el alma en la oficina haciendo convenios y propuestas para aumentar el dinero que él vilmente despilfarra en exentridades y cosas inútiles, en sus apuestas y con sus amantes.
-Así que él es quien estaba detrás de todo eso... no puedo creerlo...- Los ojos de Elizza se llenaron de lágrimas ante la desilusión que sentía luego de escuchar tal noticia y Anna le acarició el cabello para consolarla.
-No llores, no vale la pena. Cuando salgamos de aquí nos encargaremos de él.
Las lágrimas de la chica amenazaban con salir, por lo que Takao buscó algo con qué animarla, siendo su amigo el blanco perfecto.
-A todo esto Shin-cahn, ¿qué es esa cosa ridícula que llevas colgada al cuello?
-¿No es obvio? Es mi lucky ittem de hoy. Cáncer no es el primer lugar y se encuentra en una posición ventajosa, pero siempre voy con el destino y por eso trato de hacer todo para que la suerte esté de mi lado.
Midorima tocó el collar de ajos que llevaba en el cuello, algo a lo que nadie había puesto mucha atención antes.
-Te vez ridículo, ya no sé si vas a envenenarnos con tu comida o si en vez de zombies cazas vampiros.
-¡Takao!
Todos comenzaron a reír mientras el azabache rodaba en el suelo por la risa a la vez que el peliverde seguía molesto por la broma, sin embargo escucharon un ruido provenir del techo, para ser mas precisos de la rejilla de ventilación, por lo que las chicas, que aún estaban sentadas en la cama, simplemente alzaron la vista justo en el momento que la tapa de la misma caía a la cama.

Nota del autor:

Ayer (o antier) fue navidad y Santa no me trajo los cartones de leche achocolatada que pedí. Lo único que me trajo fue una gran resaca, dolor de estómago, tres cierres en el trabajo y que me quedara dormida hoy cuando debía trabajar.
Al menos con mis sobrinos sí que fue generoso.
Espero que Santa les haya traído lo que querían.

Matta Nee!

Akira Ono˜

La casa del demonio de LaPlace.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora