Chapter fifteen

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Robert había estado inmerso en sus pensamiento luego del relato de Paula. Durante todo el recorrido mantuvo la boca cerrada mientras armaba en su mente el plan perfecto para derrocar a su tío y acabar con su propia madre pues seguía sin creer la crueldad de la que era capaz.
Al ver la puerta abrirse, lo único que pudo pensar era en ir a la casita y enfrentarse a su madre cuanto antes.
-Ernest, tú y Robert irán primero. Asegúrate de que salga sin lastimarse más.
-¿Qué? No me iré sin ustedes.
-Iremos justo detrás de ti, sólo tratamos de protegerte. Necesitas tratamiento médico cuanto antes y nosotras debemos ponerle un alto a nuestro padre. Por favor, confía en nosotras.
-Por más que digan eso, son mis niñas, no puedo simplemente darles la espalda y huir primero cuando debería protegerlas.
-Robert-sama, no se preocupe por ellas, nosotros nos encargaremos de protegerlas.
-Es tal y como Sebastian lo dice. Ernest, por favor llévelo.
Ante las palabras de Akashi el aludido se pasó el brazo de Robert por los hombros y comenzó a correr con todas sus fuerzas hacia el portón de hierro mientras Robert forcejeaba y protestaba.
-Muy bien, supongo que lo hemos logrado.
-El sol está por salir. Es la primera vez en todas estas horas que podemos caminar sin preocuparnos por sobrevivir.
-Concuerdo con Takao, me siento liberado...
Yesung cerró la boca en el instante en que una alarma comenzó a sonar, provocando que todos se voltearan hacia el jardín trasero, del cual provenían una serie de ruidos horroríficos.
El pánico se reflejó en los rostros de los presentes pues una horda de ghouls de diversos tamaños y formas corrían hacia ellos con el único propósito de acabar con sus deliciosos cuerpo llenos de jugosa carne.
Sebastian fue el primero en moverse, pues no fue sino hasta el momento en el que salieron de la casa que Paula sintió el dolor en el tobillo que provenía de una herida provocada cuando un ghoul la sujetó del pie mientras ella trataba de ayudar a Ernest. El demonio la tomó en brazos y se movió a una velocidad asombrosa, saltando el portón con agilidad cuando Ernest y Robert apenas terminaban de escalar el portón ayudados de las barras horizontales que sostenían las dos pesadas placas de acero.
Mientras, sus hermanas corrían con todas sus fuerzas. Elizza era prácticamente arrastrada por Kyuhyum y Leeteuk, siendo Akashi y Kagami los que llevaban a Anna.
-Kurokocchi, no te quedes atrás.
-Lo siento Kise-kun.
-Sólo sube a mi espalda.
Kise agarró al chico y lo trepó a su espalda pese a las protestas, comenzando a correr con todo lo que tenía.
Midorima y Takao corrían frente a ellos, volteando de vez en vez para observar la distancia que tenían de las criaturas.
-¡Maldición Kise! ¡Mueve más ese trasero o ambos serán botana!
Aomine continuó corriendo mientras tomaba la mano del rubio para que avanzara más y al llegar al portón comenzaron a escalar.
-Yo... no puedo seguir... mi pecho arde...
-Anna, por favor sigue corriendo, falta muy poco.
-Taiga tiene razón, si no salimos todo lo que hemos hecho y los sacrificios que provocamos habrán sido en vano. Debemos volver a donde pertenecemos.
-¿Qué?
En el momento que Akashi dijo eso, Kagami levantó a una muy sorprendida Anna y la empujó para que Eunhyun la ayudara a escalar el portón.
Akashi y Kagami tocaron el suelo justo cuando el sol alcanzaba la altura ideal en el cielo.
En ese momento estaban 100% seguros de que todo había terminado.
Las chicas respiraron el tan ansiado aire fresco mientras se abrazaban y Robert se acercaba a ellas, estallando en una serie de exclamos pues al fin habían salido. Sobrevivieron a la casa.
La risa del conejo se escuchó y calló a los chicos instantáneamente.
-Maravilloso, lograron sobrevivir, mis niñas. Por eso siempre han sido mis favoritas, sin embargo, ha llegado el momento de la despedida. Han superado el desafío de la casa del demonio de LaPlace. Muchas gracias por su participación, la actuación que me han brindado ha sido la mejor. Les daré cinco minutos más.
La voz desapareció mientras todos se quedaban observando con incertidumbre debido a que desconocían el motivo por el cual el conejo les había dado cinco minutos más cuando se suponía que el juego había terminado. Muy en el fondo las chicas lo sabían pero se resistían a hacer algo. El silencio reinó durante unos momentos acompañado por la conversación visual que mantenían entre todos, mirándose a los ojos y sonriéndose con melancolía y alegría a la vez.
-Akashi, hace un momento dijiste que tenían que volver al lugar en el que pertenecen... ¿ustedes... sabían todo desde un principio?
Los miembros de la Kiseki no Sedai, Sebastian y los chicos de Super Junior se vieron a los ojos y sonrieron con suavidad antes de ver a las chicas.
-Sería un error definirlo de esa forma. Podríamos decir que sentíamos que algo andaba mal en nuestro entorno, nanodayo.
-Una pieza faltaba en el ajedrez y por alguna razón entendimos todos cuando las vimos juntas a las tres. Shintarou y Tetsuya se dieron cuenta al mismo tiempo que yo.
-Kuroko también... ¿por qué no dijeron nada?
-Porque no podríamos quedarnos con ustedes. Si salíamos de la casa, que es el único lugar que nos mantenía atados a ustedes, el lazo se rompería y tendríamos que volver, o algo así según Aka-chin, Eli-chin.
-Además, por más que se hayan adueñado de nuestro corazón, unos simples personajes de anime nunca podrán darles la felicidad que se merecen desde una pantalla con HD.- Takao acarició los cabellos de Eliza con una sonrisita en el rostro para que ella no llorara.
-Me rompe el corazón saber que mañana, cuando despierte, esto no habrá sido más que un rayo de luz en medio de un sueño tormentoso. Deseo de todo corazón que nos encontremos de nuevo, mis niñas.
-H-Heechul oppa...
-Fue muy divertido estar con ustedes. Si algún día van a Corea por favor vayan a vernos. Prometo que las reconoceré en cuanto las vea.- Henry sonrió alegremente mientras sus ojos tomaban una tonalidad rojiza.
-No dejen que nadie opaque su brillo pues nosotros hemos sido hechizados por ustedes. Algún día las llevaré conmigo para protegerlas.
-Leeteuk tiene razón, yo también daré lo mejor de mi. Les escribiré mil y una canciones para que las escuchen millones de veces ya que como idols es lo único que podemos hacer hasta llegar a ustedes.
Siwon sonrió mientras acomodaba mejor el abrigo que traía Anna para que se lo quedara como un regalo, no sin antes, claro está, dejar en uno de los bolsillos un trozo de papel con los números de todos los miembros, y, con una reverencia, un halo de luz sumamente brillante inundó a los surcoreanos, siendo Kyuhyun quien se acercó a Eliza.
-Lamento haber actuado como un cobarde, era una simple interpretación pues no podía decirte que sabía todo. Al principio estaba desubicado pero después lo comprendí todo.- El chico tomó la mano de la castaña y colocó una de sus propias pulseras en la muñeca de la chica.- Esto es una especie de disculpa por mentirte este tiempo, Elizza. Tienes un bello nombre y una sonrisa enigmática. Asegúrate de conservarla siempre ya que no seré capaz de borrarla de mi mente. Hasta volvernos a ver, Elizza Ackermann.
Kyuhyun retrocedió hasta quedar junto a los de Super Junior, momento en el cual la luz incrementó, tornandose azul safiro y, al apagarse, los chicos de Super Junior se habían ido, dejando una pequeña lluvia de luces azules tras su partida. Las Ackermann se tomaron de las manos mientras trataban de callar sus sollozos.
-Es hora de que nos vayamos, Elizza-san.
La chica dirigió su mirada hacia el peliceleste que la veía con tranquilidad.
-Fue muy divertido conocerla a usted y a sus hermanas. Me siento honrado por tener su amistad. La llevaré en lo más profundo de mi ser.- Kuroko se quitó la muñequera y la colocó en la mano libre de la chica. - Esto le dará suerte, tanto como me la ha dado a mi.
-El no será el único. La verdad es que Shin-chan es mi mejor amigo, pero tú también lo has llegado a ser. Jamás creí que llegaría a conocer a alguien tan divertido, juntas son únicas, y por separado, incomparables. - Takao sacó de uno de sus bolsillos un llavero con forma de carretilla que había adquirido en una máquina de garra y le había parecido sumamente gracioso.
-No llores Eli-chin, esto es un simple adiós mientras nuestros caminos se vuelven a encontrar.- Murasakibara se agachó hasta la altura de la chica, mientras le daba un maibu y sonreía levemente.- Los amigos son pequeños fragmentos de una misma alma separada en diferentes cuerpos que toman caminos distintos para valorar los momentos en que la vida entrelaza sus vidas hasta unir por completo sus destinos.
Los miembros de la Kiseki no Sedai veían asombrados al pelimorado que bostezaba mientras veía a otro lado.
-Tsch, supongo que tendré que conformarme con ver sus pechos.- Aomine se rascó la cabeza antes de abrazar a Paula con fuerza, para después agacharse y quitarse un cordón de sus tenis.- Puede ser bobo, pero son mis tenis de la suerte. No lo he lavado desde que lo compré, por lo que la agujeta puede servir.
-Aominecchi, eres un cerdo.
-Si le das eso puede que muera de alguna infección, nanodayo.
-Cállense, el único que me puede interrumpir soy yo mismo. Como sea, te diré algo, por más que me gusten los pechos nunca te faltaría el respeto a ti o a tus hermanas, así que si algún bastardo se atreve a hacerles algo sólo tienes que llamarme y vendré a partile los huesos uno por uno.
-Aominecchi no es el único. Paulacchi, te voy a extrañar mucho, ustedes son encantadoras y congeniamos muy bien. Te recordaré en cada puesta de sol y durante mis sesiones fotográficas sonreiré solamente para ti, así que prométeme que jamás te olvidarás de mi porque para mi, tu siempre estarás en mi corazón.- Kise se quitó el piercing y se lo dio a Paula, cuyos ojos estaban llenos de agua mientras veía la radiante sonrisa del rubio que secaba las lágrimas que amenazaban por salir de sus ojos.- Gracias por existir, Paulacchi.
-Las circunstancias de nuestro encuentro quizá no fueron las mejores, sin embargo, fueron las propicias para que nuestros caminos quedaran conectados.- Midorima se quitó la cinta del dedo corazón y del meñique* de la mano izquierda para dárselos a Paula. El peliverde colocó sus lentes en el rostro de la chica y sonrió con un suspiro.- No mentía cuando dije que el objeto de la suerte de sagitario era un chico de lentes, aunque tal vez añadí lo del color de cabello, me disculpo. Espero que esos cachibaches te ayuden, recuerda que siempre hago lo que puedo para que la suerte esté de mi lado, por lo que ahora mi suerte estará contigo.
-Eso es muy conmovedor pero... llevas este rato hablando conmigo Shin-chan.- Takao rió ante la confusión del contrario que simplemente carraspeó al escuchar la risa del la chica.
-No era necesario todo esto, Midorima. - La chica le devolvió sus lentes colocándolos en su lugar para despues agarrar un diente de ajo del lucky item del más alto.- Con esto será suficiente.- Y acto seguido besó su mejilla.
Kagami abrazó de la nada a Anna, dejando a todos sorprendidos. Mientras la abrazaba, el chico acariciaba su cabello algo apenado.
-A pesar de que no tuvimos mucho tiempo para conocernos siento que te conozco de toda la vida, Anna. Ten por seguro que nos volveremos a ver cuando seamos los mejores en todo.- En ese momento el pelirrojo la soltó para quitarse el collar con el anillo que le dio Himuro y, al darse cuenta de que estaban muy cerca pues le limpiaba una lágrima, estuvo a punto de besar a la chica cuando sintió que alguien lo jalaba con fuerza del hombro y que algo le caía en la cabeza. Akashi lo jaló tirándolo al suelo mientras Kuroko veía con una aura negra a su luz que sostenía una lata en la mano.
-Ignoraré esa falta de respeto, Kagami-kun.
-Más te vale dormir esta noche con los ojos abierto, Taiga.- El emperador fulminó con la vista al chico, para después dirigir su atención hacia Anna.- Durantes estas horas lo único que has hecho ha sido sacarme de quicio y desobedecerme, pero debo admitir que tienes carácter y un potencial increíble para ser absoluta.- Akashi tomó la mano de la chica para colocar en su palma sus tijeras, sonriéndole con suavidad.- Nunca dejes que nadie te someta. A ninguna de las tres.- El chico observó por un breve momento a las hermanas.
-Si pudiéramos hacer algo para que se queden con nosotras seríamos capaces de vender nuestras almas.
-No arriesguen sus hermosas vidas por algo tan insignificante, además cada una de ustedes tiene un poco de nuestras personalidades, lo noté cuando las ví jugar. Anna, mantén siempre la vista al frente, pues yo estaré esperando el grandioso futuro de mi bella emperatiz.- Akashhi besó la mano de la chica para después unirse a los demás.
-Robert-kun, te encargamos a las chicas. No dejes que ni su padre ni tu madre les hagan nada malo.
Rober simplemente asintió estando cerca de sus primas que lloraban al ver la manera en la que una luz muy brillante cubría las siluetas de los chicos, levantándolos hacia el cielo como pequeñas luciérnagas de luz peculiar con el mismo color que el de sus cabellos.
-No, por favor no te los lleves...
-Permiteles quedarse con nosotras....
Las chicas lloraban mientras los veían irse, implorándole a la voz misteriosa que se los regresara.
-En vista de que les están dejando muchos regalos, lo único que puedo darles es ésto. -Sebastian colocó tres plumas en la palma de la mano de Paula, colocando también el broche de mayormo con un pequeño cuadrado de papel que decía "Para Paula".
-¿Qué es esto? ¿un ritual para conseguir buenas calificaciones?
El azabache sonrió ante la broma de la chica. -Dice eso con ese rostro tan lamentable. Estoy seguro de que no lo necesita, sin embargo puede usarlo cuando requiera algún consejo. Y lo más importante, nunca deje que el hermoso brillo de su estrella se apague, porque la llama de nuestros corazones nunca se extinguirá pues nosotros somos el fénix*. - Sebastian realizó una pose graciosa para hacer que las chicas rieran. - Así deben estar siempre.- El azabache besó la mano y la frente de Paula, paseando después sus hermosos ojos color carmesí entre las hermanas.- Cuando las vi supe que serían las mejores. Me encargaré de sus tan horribles parientes en el infierno, tengalo por seguro. Ahora, mis queridas ojou-samas, es hora de que abran los ojos y enfrenten la realidad, que no es más que una simple ilusión efímera por la que los humanos tienen que pasar antes de llegar al otro lado de la colina*.- Sebastian dio una pequeña reverencia antes de desaparecer en una lluvia de plumas color azabache, provocando que Paula y sus hermanas cayeran de rodillas mientras lloraban con la mano en el corazón, sosteniendo los regalos que les habían dado.
Un temblor hizo que las hermanas, Robert y Ernest se abrazaran mientras cerraban los ojos, esperando lo peor, siendo un gran halo de luz que atravesaba sus párpados lo único que podían distinguir. Cuando esperaban que el piso se rompiera a pedazos el temblor cesó, lo que los llevó a abrir los ojos para darse cuenta que se encontraban en el interior de la casa, para ser exactos en la sala, dónde todo había comenzado. Ernest y Robert estallaron en un "¡Viva!" pues al fin habían salido de la casa. Las chicas simplemente veían con tristeza los recuerdos de los chicos y Paula se dirigió al lugar del que había salido Sebastian, empujándolo con suavidad para ver si el muro cedía, pero no se movió. Los chicos se voltearon a ver y caminaron con miedo a la puerta principal, pues no sabían si en verdad eran libres de irse, sin embargo, salieron prácticamente corriendo gritando de alivio, sólo que las hermanas veían con odio la casita en la que su padre y su tía se encontraban.

Nota del autor:
Midorima se quita la cinta del dedo meñique puesto que en Japón, cuando se hace una promesa se usa el dedo meñique y se dice que, quien la rompa, deberá tragar mil agujas.
Sebastian hace alusión al arco del manga en donde aparecen los zombies, más precisamente el arco del Campinia, también al arco del circo de Noé y al nuevo capítulo del manga en el que sale el adivino.

La casa del demonio de LaPlace.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora