Las consecuencias

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Las consecuencias

(***)

Desperté por el sonido del timbre.

No tenía acostumbrado dormir durante el día. Normalmente, no pasaba las tardes en casa, pero ya no veía posible andar por la calle o siquiera poner un pie fuera de casa con tanta libertad sin sentir que en cualquier momento podría aparecer alguien para sacarme un ojo. Y además sentía un gran cansancio, como si todos mis temores estuvieran literalmente sobre mis hombros.

Me levanté de la cama y observé el reloj sobre la mesa de noche marcando las 6:00 p.m. Mamá ya debía estar en casa, y papá, posiblemente, en su trabajo hasta las siete.

Corrí escaleras abajo rogando que quien estuviera en la puerta no fuera de nuevo Damián, pues no tenía ni una pizca de ganas de verlo por lo que restaba de día. No obstante, no podía negar que su compañía en momentos parecía un boleto al tren de la protección.

Giré la llave para quitar el seguro, y apenas se abrió la puerta, Eris y Alicia entraron a la casa muy animadas.

—¡Hoy hay pijamada! —exclamó Alicia, ensanchando su perfecta sonrisa.

—¿La hay? —inquirí, algo confundida.

—¿Lo olvidaste o qué? —preguntó Eris, ceñuda—. Lo planeamos hace una semana. Trajimos los chocolates, las frituras, las bebidas y todas las películas de Harry Potter para la maratón —añadió, alzando las bolsas que sostenía para mostrarlas.

—¡Hasta traje mi varita! —soltó Alicia casi como un chillido.

—Sí, sí, ¿cómo podría olvidarlo? —mentí—. Estaba ansiosa.

Las tres pasamos directamente a la cocina para comenzar a sacar todo lo que había en las bolsas. Parecía un chiste que Alicia, tan esbelta, fuera la que más comiera frituras durante nuestras reuniones. Pero así era. A Eris le gustaba más tomar un par de cervezas, pero Alicia procuraba no dejar ni una bolita de queso en los tazones. Yo, en cambio, me encargaba de coger los chocolates antes de que la rubia los acaparara.

Las tres habíamos tenido muchas noches así, con maratones de series o películas porque algo que teníamos en común y que no podíamos abandonar, era el gusto por la fantasía y la ciencia ficción. Pero esa noche, que se me antojaba tan distinta a cualquier otra, no había espacio en mi mente para los chocolates, ni para disfrutar del todo la maratón. Simplemente no podía sacarme de la cabeza las palabras de Damián. No podía olvidar nada. No podía dejar de preguntarme qué decisión tomaría.

—Pues les cuento que se perdieron de mucho. La fiesta de Cristian estuvo buenísima. No me fui a la cama con él, pero sí con un tipo monísimo llamado Benjamin —contó Alicia mientras abría las bolsas de frituras para echarlas dentro de un tazón—. Tiene veintitrés, va a la Universidad Central y posee ese aire de chico malo que me encanta. Es tan misterioso. Creo que en serio podría tener algo con él.

—¿Tus padres lo saben? —le preguntó Eris. Alicia hizo un mohín de fastidio.

—Ellos no necesitan saber nada —respondió de manera tajante.

—Creo que sí deberían —señaló Eris con suma tranquilidad al momento en que colocaba el pack de cervezas dentro del refrigerador—. El tipo es seis años mayor que tú, y tú eres algo... desesperante. Digamos que, si ese hombre te secuestrara o quisiera matarte, a tus padres les serviría mucho saber quién es.

—¿Matarla? ¡No! —solté rápidamente. Ambas me miraron con extrañeza, sin decir nada. Comprendí entonces que había sonado realmente asustada, así que carraspeé la garganta y procedí a abrir otra bolsa de frituras—. Me refiero a que, ¿por qué querría matarla? ¿solo porque es mayor?

DAMIÁN PARTE 1 - [Un secreto oscuro y perverso] VERSIÓN DE WATTPAD ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora