Damián siempre obtuvo lo que quiso

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Damián siempre obtuvo lo que quiso

(***)

Soñé con un montón de sangre; personas desmembradas; personas acuchillando a otras; yo asesinando a alguien; balas que iban de un lado a otro y con la cabeza de una muchacha rubia hecha pedazos por un disparo.

Abrí los ojos y sentí que el auto se detenía. Vi a Damián en el otro extremo del asiento sin expresión alguna, y a Poe medio llevado por el sueño. Ni Tatiana, ni Archie ni Danna estaban ahí, y supuse que se habían quedado en algún lugar.

No sabía exactamente qué iba a hacer Archie con ella. Me imaginé cosas horribles, y aunque por traición las merecía, sus palabras asegurando que lo había hecho por amor, me hicieron recordar a mí misma. Si bien yo no habría hecho lo mismo que ella, quizás por Damián estaba dispuesta a arriesgarme.

—Llegamos —anunció Nicolas.

A través de la ventana vi cómo el cielo de la madrugada iluminaba una gran estructura. No era tan enorme como la mansión Hanson, pero aquella era una casa de clase alta. Estaba rodeada por unos enormes muros de hierba y parecía más de un estilo victoriano.

Nos bajamos y, con la ropa llena de sangre seca, seguimos a Nicolas. Subimos las escalinatas y esperamos en el porche a que él encontrara la llave correcta en un pequeño manojo. No tardó en hallarla. Abrió la puerta y lo primero que percibí fue un aroma delicioso, como de tocino recién hecho.

Avanzamos hacia el recibidor y por un pasillo que estaba conectado a lo que parecía ser la cocina, se asomó una muchacha. Miró a Nicolas y esbozó una sonrisa de entera felicidad, entonces corrió y se le lanzó encima y lo abrazó.

—¡Nicky! —exclamó, como si no pudiera creer que lo veía—. ¡Viniste! ¡Viniste!

—¿Cómo estás, Anie? —le dijo él, devolviéndole la sonrisa.

—¡Muy feliz ahora! —exclamó ella, apretujándolo.

—Mira, traje algunos amigos —dijo Nicolas después de que lo soltara.

Ella asintió y se nos quedó viendo, y ni siquiera se asombró por la cantidad de sangre que había en nuestros rostros y ropas.

—¿Se quedarán? —preguntó ella—. Estoy haciendo unos panqueques con tocino. Sé que todavía falta mucho para el desayuno, pero a esta hora me da más hambre que nunca.

Era, en realidad, la persona más tierna que había visto. Tenía un rostro muy delicado; una melena castaña llena de rizos incontrolables; ojos grandes de color avellana y no parecía medir más de un metro sesenta. Me pregunté si era algún familiar suyo, aunque no había ningún parecido.

—Sí. Ellos son Damián, Padme y Poe, y se quedarán aquí —dijo Nicolas, mirando a los muchachos—, con la condición de no lastimar ni matar a ninguna de las personas que habitan en esta casa.

Poe resopló.

—Cuantas limitaciones —expresó, falsamente ofendido—, pero está bien, sé controlarme.

—No tengo problema con ello —aceptó Damián.

—Perfecto, entonces creo que necesitan darse un baño, se ven algo sucios —comentó Anie, mirándonos la ropa—. Veo que no traen equipaje, pero no se preocupen que aquí hay mucha ropa que los de paso han dejado. Vengan.

Ellos la siguieron, e iba a hacerlo yo también, pero antes me volví hacia Nicolas.

—Gracias, en serio, muchas gracias —le dije, ofreciéndole una pequeña sonrisa que era lo único que podía esbozar.

DAMIÁN PARTE 1 - [Un secreto oscuro y perverso] VERSIÓN DE WATTPAD ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora