Capitulo 6

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Luego de almorzar lasaña que había cocinado Dominik, que por cierto era una delicia, me dirigí a realizar mis otras tareas como mucama. Melody me había encargado que ordenara toda su ropa por color, lo que fue bastante fácil ya que la mayoría era rosa. Lo que no me resulto fácil fue que Kensel me estuvo observando todo el tiempo sentado en su cama mientras usaba el ordenador portátil.

Me sentía completamente usada, yo sabía que no había ninguna clase de amor en lo que habíamos hecho por la mañana. Él como siempre me miraba sin pudor e importancia alguna. Porque yo lo único que hacía, era servir como juguete sexual de un millonario extrovertido.

Antes de retirarme de la habitación me llamo.

-Cheryl. Sonaba tan lindo mi nombre en sus labios.

-Dígame señor.

-Puedes entrar a la biblioteca a la hora que quieras, tienes mi permiso.

-Gracias, ya me retiro.

-Una cosa más.

Me di vuelta para mirarlo de frente.

-Eres solo mía.

Esas palabras anduvieron vagando por mi mente durante horas. Ni siquiera dejaron concentrarme en mi libro de fantasía, donde un apuesto vampiro se enamoraba de la débil y frágil protagonista.

-Esto es demasiado típico. Dije al aire cerrando el libro.

-Entonces prueba con este.

Me gire asustada y pude comprobar que el que me estaba hablando no era Kensel, sino Dominik.

-Me asustaste. Le dije con una sonrisa.

-Lo siento.

-¿Qué libro es ese? Le pregunte mirando el objeto que tenía en sus manos mientras trataba de descubrir el titulo.

-Es uno de una clase de guerra intergaláctica. Tienes que leerlo. Es una saga de siete libros y este es el primero.

-Gracias. Le dije mientras me entregaba el libro.

-No hay de que, si te gusta puedes encontrar el resto en la segunda estantería.

-¿Vienes mucho aquí? Le pregunte curiosa.

-Cuando tengo un rato libre sí. Me dijo mientras se sentaba al lado mio.

-¿Kensel los deja?

-Sí, es parte del contrato. Cuando supe que había una biblioteca privada acepte vivir aquí.

Me reí de su comentario de nerd aficionado a la lectura.

-¡Eh no te rías! ¡Mira quien se paso una semana casi muerta en el sótano por aventurarse aquí!

-Ya no sé quien es peor. Dije secando una lágrima producto de la risa.

Su comentario no me había molestado en lo absoluto. Me hizo reír como no lo hacía hace muchos meses.

-Tengo que admitir que cuando te conocí Cheryl, pensé que eras otra de las que se había acostado voluntariamente. Luego los rumores corrieron y quise conocerte.

-¿Y qué dicen los rumores? Le pregunte curiosa.

-Demasiadas cosas buenas de ti, bastantes malas de Tiffany y ni hablar de Madame Pink.

-¿Madame Pink? Pregunte curiosa.

-Sí, es Melody. Ya la viste, parece la barbie trucha de la versión "colección de prostitutas".

No pude evitar reír como una niña de cinco años ante su comentario, por segunda vez. El no tardo en unirse unos segundos después. Pero la risa fue interrumpida por un muy enfadado Kensel.

-Dominik, vete.

-Sí, señor.

¿Pero que les pasaba a todos acá? ¿Nadie sabía defenderse? ¿Y él quien se creía?

-Te quiero lejos de él.

-No, es mi amigo.

-Para Dominik no significas lo mismo.

-Ahora eres adivino también.

-No, pero tengo mucha más experiencia que tu.

-A si se me olvidaba, señor rey del sexo salvaje, amo de las prostitutas y dios del Kamasutra.

-Si sigues comportándote así, te castigare de una forma no muy bonita sobre el sillón donde estas sentada.

Mire al sillón y me imagine que podía pasar. Y no estaba lista para eso, asique solo obedecí.

-Son las ocho de la noche, cenare fuera con Melody. Llegare a eso de las doce como muy tarde, quiero que me esperes despierta y dejes la puerta sin llave. Dormiré contigo.

-Está bien, haré lo que me pidas. Conteste con un bufido, ya me lo había mencionado en la mañana.

-Coloque un televisor en tu habitación, así no te aburres mientras me esperas. Mañana es lunes y no tendrás que trabajar. Melody se va todo el día con sus amigas y llega tarde. Mañana descansa.

No dijo nada más y se retiro de la habitación.

Comencé a leer el libro que me dejo Dominik y no pude evitar pensar porque se había puesto tan celoso Kensel. Yo apenas significaba algo en esa casa.

La puerta volvía a abrirse una hora después.

-Cheryl, la cena esta lista. Me indico María con una sonrisa.

-Ya voy. Le dije devolviéndole el gesto.

Mientras comíamos, conocí a las mucamas. Eran hermanas gemelas de unos 26 años. Ambas con el pelo colorado hasta los hombros y los ojos verdes. Tenían un hermoso acento francés. Eran muy simpáticas. Y trabajaban con Kensel hace más de ocho años. Conocían bastante la casa. Una se llamaba Colette y la otra Charlotte. Las podías distinguir solo porque Charlotte tenía un lunar justo arriba de la comisura del labio y su piel era un tono más rosada a la de su hermana. En el resto, eran idénticas.

-Entonces cuando abrí el cajón de Madame Pink y me encontré con el perfume que había visto en la propaganda, se lo robé. Cuando se entero, todos culpamos a Tiffany. Todavía conservo el perfume.

Todos reíamos con la historia de Colette. La estábamos pasando bien.

Cuando dieron las once, todos nos retiramos a nuestras habitaciones. Como me lo había dicho esta tarde, el televisor estaba en mi habitación. Me entretuve viendo un programa de preguntas y respuestas donde la gente ganaba miles de dólares. Bastante absurdo. Eran preguntas tontas. No pude evitar quedarme dormida unos diez minutos, estaba realmente cansada y ya era más de la una de la madrugada. Seguro Kensel se arrepintió y ahora mismo estaría teniendo sexo salvaje con su rubia en la habitación de al lado. Apague la tele y me dispuse a dormir. Un minuto después sentí como alguien abría la puerta de mi habitación.


Infierno negroOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz