Capítulo: 64

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                                                             64.

-Katniss, creo que Cato está más cerca ¿Puedes dispararle?-Pregunto con voz ronca.

Ella se asoma por el borde de la Cornucopia y yo la sujeto para evitar que se resbale y se caiga.

-Mi última flecha está en tu torniquete.-Dice cuando se incorpora.

-Pues aprovéchala bien.-Respondo.

Me desabrocho la chaqueta y dejo al descubierto la herida. Me duele desde hace tanto rato, que casi me he acostumbrado. El frío y la presión han actuado un poco como analgésicos, pero cuando Katniss saca la flecha y empiezo a sangrar, noto de repente un dolor punzante y estoy a punto de desmayarme. Mi compañera vuelve a vendarme la pierna, pero sin torniquete no disminuye el flujo de sangre.

Los dos miramos al suelo, los gemidos de Cato se han hecho más audibles ahora. Katniss carga el arco y con la mirada busca su objetivo. Yo solo le veo un momento, entre los mutos, e instantáneamente cierro los ojos, pero la imagen no se me va de la cabeza. Es lo más horrible que he visto nunca, si no supiera lo que estaba mirando jamás habría imaginado que ese bulto sangrante era un ser humano. Cato me recuerda ahora a los animales despellejados de la carnicería, debe ser porque a él tampoco le queda ya piel.

A mi lado oigo silbar el arco de Katniss y sé que a disparado la flecha. Me atrevo a abrir los ojos, pero no miro al suelo.

-¿Le has dado?-Pregunto.

No necesita responderme, el cañonazo lo hace por ella.

-Entonces hemos ganado, Katniss.-Añado. Sé que debería sentirme alegre, pero han pasado demasiadas cosas esta noche. Todavía no me creo que podamos irnos a casa y ahora comprendo que nada volverá a ser como antes, el recuerdo de los juegos nos perseguirá para siempre.

Veo como los mutos desaparecen por un agujero que aparece de la nada en el suelo, pero apenas presto atención porque la cabeza me da vueltas. Esperamos en silencio a que pase algo, a que nos saquen de una vez por todas de la arena, pero no ocurre nada.

-¡Eh!-Grito al aire.-¿Qué está pasando?

Mi pregunta es ignorada y todo continúa igual. Esto me da mala espina, siento que algo no va bien.

-Quizá hay que alejarse del cadáver.-Digo sin mucha convicción.

Bajar de la Cornucopia es un horror, aparte de que tengo agarrotadas las manos por el frío, cada movimiento de la pierna  hace que me maree y me entren naúseas. Katniss me ayuda a bajar y se lo agradezco, porque si no estoy seguro de que habría acabado en el suelo. Paso un brazo por sus hombros y consigo arrastrarme hasta el lago, donde me quedo tumbado a la orilla, en el barro.

Veo venir un aerodeslizador, pero no a por nosotros, si no a llevarse el cadáver de Cato.

-¿A qué están esperando?-Pregunto en un hilo de voz.

-No lo sé.

Por el rabillo del ojo veo que Katniss se aleja y no adivino a donde va. Regresa al rato con una flecha en la mano y es entonces cuando oímos la voz de Claudius Templesmith, alta y clara, resonando por toda la arena.

-Saludos, finalistas de los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre. La última modificación de las normas se ha revocado. Hemos llegado a la conclusión de que solo puede permitirse un ganador. Buena suerte y que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte.

El anuncio me llega hondo pero no me sorprende. En el fondo, sé que no tenía ninguna posibilidad de salir vivo de aquí. Desde que mi nombre salió en la cosecha, he estado intentado aceptar mi muerte inminente. Ahora tengo que volver a hacerlo, y no es difícil. La vida ya se me escapa poco a poco ella sola por la herida de la pierna. Al menos si muero se acabará el sufrimiento para siempre.

Mi determinación se quiebra cuando veo a Katniss, mirándome fijamente. No soporto la idea de separarme de ella, ahora que por fin tenía la oportunidad de estar a su lado. Aún así, sé lo que tengo que hacer. Entré aquí con la idea de morir por ella, y es lo que voy a hacer.

-Si te paras a pensarlo, no es tan sorprendente.-Digo en voz baja.

Consigo levantarme y me doy cuenta de que todavía tengo el cuchillo prendido del cinturón. Lo cojo lentamente y barajo la posibilidad de clavármelo en el corazón, pero sé que no soy lo suficiente fuerte. Katniss malinterpreta mi gesto y me apunta con el arco cargado. Tal vez sea mejor así, morir atravesado de una flecha. Sigo con lo que planeaba y arrojo mi cuchillo al lago. Ahora Katniss entiende y tira su arma al suelo.

-No.-La detengo.-Hazlo.

-No puedo.-Gime ella.-No lo voy a hacer.

-Hazlo.-Insisto. Ya no quiero que lo haga por ella, sino también por mi, es lo más fácil para los dos.

-Pues dispárame tú.-Grita.-¡Dispárame, vete a casa y vive con ello!

-Sabes que no puedo.-Respondo cansado. No se lo digo, pero otra de las razones por las que ella tiene que matarme a mi es porque yo la quiero más, aunque sea solo por el tiempo que llevo enamorado.

-No vas a dejarme sola.-Insiste.

-Escucha, los dos sabemos que necesitan a su vencedor. Sólo puede ser uno de nosotros. Por favor, acéptalo, hazlo por mi.-Sigo hablando, pero noto que ella ya no me escucha. Se lleva la mano al cinturón y saca el pequeño saquito que contiene las bayas.

-No, no te dejaré.

-Confía en mi.-Susurra mientras me pone un puñado de bayas en las manos.-¿A la de tres?

Entonces entiendo lo que pretende, moriremos los dos o no moriremos ninguno. No me termina de convencer, pero no veo otra solución posible.

-A la de tres.-Confirmo y nos damos el que puede ser nuestro último beso.

-Una.-Cuenta Katniss.-Dos. ¡Tres!

Me meto las bayas en la boca, y lo último que pienso es que ojalá pueda encontrar a Katniss en otra vida.

-¡Parad! ¡Parad!-Suena la voz de Claudious.-Damas y caballeros, me llena de orgullo y satisfacción presentarles a los vencedores de los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre ¡Katniss Everdeen y Peeta Mellark!

Así "Lo-Ve" Peeta (Los Juegos Del Hambre)Where stories live. Discover now