39. Lo siento.

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La mueca de confusión y lastima marcaban las facciones de Sam, quien poco a poco veía como la persona, a la cual había decidido cuidar a pesar de ser una víctima, caía un llanto profundo del que él mismo no podía evitar.

Por un momento pensó que su emoción no estaba siendo exagerada, Samuel era un psiquiatra, pero ¡Él no dudaba de sus pacientes! Él se unió solo por la culpa que sentía al haber perdido a su padre por la misma enfermedad, era por eso, que sentía tan familiar la compañía del Platinado, quien ahora cubría su rostro con ambas manos llorando aislado, Sam se acercó, alejó la mesa y se puso frente a el en cuclillas, trató de separar sus brazos pero estos estaban rigidos y temblorosos.

La culpa de haber perdido a su padre, porque no estuvo ahí cuando él cayó en un ataque de llanto, cuando Sam decidió escapar con sus amigos antes de cuidarlo, sin saber que dejando solo a una persona dependiente de compañía podría ser el peor error de su corta y rebelde vida.

Haber llegado a casa horas más tarde, encontrar todo oscuro, caminar hasta la sala, encender la luz y encontrarlo allí, la peor escena que pudo ver a su corta edad adolescente, él, su padre, colgando con una cuerda que apretaba ya flojamente su cuello, del ventilador, la palidez de su rostro reflejaba que nada podía despertarlo, le hizo sentir de lo peor ver a su padre sin vida. Quedaron huérfanos por parte paterna, con la madre embarazada de su hermana menor con solo cuatro meses, pero cuando ella tenía dos años, su madre encontró el segundo amor de su vida, así lo había denominado, Sam le costó tomarlo como padre nuevo, hasta que lo logró, la relación sí no era digna de amor familiar, porque desde que Sam quiso estudiar Psiquiatría y Psicología, solo por la culpa que sentía por el suicido de su padre del cual podía haber evitado, lo tomó como una respuesta de ayudar a los demás, de no llevarlos a tal camino. El padrastro detestaba que se recordara el pasado ¿El por qué? Nunca lo supo.

Linek estaba rígido, su cuerpo temblaba y la mandíbula de este se apretaba con la fuerza de mil caballos. Sam supo entonces que estaba en un limite pequeño de parálisis post Ansiático, corrió hasta la vieja mochila y buscó un sedante, los mismos que habían dejado en la mesa de la oficina donde estaba Li antes de huir y que echó sin saber a la mochila.

Preparó una dosis, sabiendo que las jeringas y liquido estaban en buen estado por la temperatura de estos, Sam estaba algo nervioso, debía pedirle perdón pero sabía que ahora no lo escucharía al ver la situación.

Las voces habían agudizado los oídos del platinado, humillándolo y alucinando risas macabras que parecían romper sus oídos en un sonido distorsionado, no podía moverse, sus manos estaban incrustadas en su rostro, las uñas amenazaban con arrancar la piel de su frente hasta desollarlo por completo. Con la respiración entre cortada, sofocado, desesperado, hipnotizado con las alucinaciones y voces psicodélicas creadas en la propia mente de Li.

El rubio se acercó dejando lista la jeringa con la tapa plástica que protegía la aguja en la mesa y esperó un poco, debía estar seguro y para eso necesitaba solo tres etapas para confirmarlas.

Rigidez muscular, la estaba teniendo, respiración entrecortada o leve como si se hundiera en un sueño, afirmativo. Y la última, convulsiones pequeñas pero rudas que aceleraban su ritmo cardíaco.

Linek no demoró en completar la pauta de duda, en tan solo treinta segundos de esperar, este se apegó a la silla con fuerza y sus hombros parecían contraerse y relajarse con rapidez, fue ahí cuando el rubio atacó, era tarde para limpiar la zona que inyectaría con alcohol y algodón, no tuvo otra opción que rezar, para que ningún agente patógeno atacara su sistema.

Todo salió perfecto, Sam se colocó a un lado de él por precaución y el chico dormido, sedado, cayó contra el lado del rubio, haciendo que este lo sujetara con la mínima fuerza consiguendo que ambos cayeran al suelo, pero Sam apenas podía sujetarse con una mano, pues la otra la situaba tras la cabeza del sedado para evitar golpes alcanzó a sostenerse para no irse de cara. 

Carta de un Enfermo mental enamorado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora