La ridícula idea de perderte. 6

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Sin preocuparse lo llevó a su habitación, no pensaba perder más el tiempo porque lo deseaba tanto que le ardía la piel. Se sentía caliente y eufórica, los besos de él hacían que todo se vuelva insignificante alrededor. Tenía un poder de seducción irremediable y eso a Victoria sencillamente la mataba porque se sentía deseada como ninguna, porque le gustaba pensar que César disfrutaba mientras le sacaba la ropa que parecía estorbarle, porque le absorbía la piel con su boca como si pudiera sacarle un gusto, como si la saboreara. Besó sus pecas con fervor porque nadie sabía pero le fascinaban esas manchitas en la piel, le parecía seductor de su parte. Victoria sabía que le gustaba observarlas porque varias veces se había perdido en su piel, simulando contarlas.

-Eres lo mejor que me ha pasado desde que te conocí.

Hizo que se cayera en la cama bajo su mirada porque estaba absolutamente excitado y empezó a sacarle lo que restaba de ropa porque necesitaba verla desnuda.

-Extrañaba verte así.
-Degenerado. –entre risas-

Se puso de rodillas en el suelo y la atrajo hacia él para tenerla frente a frente. Ella aún sentada en la cama, y como la altura de él era favorable le besaba los labios, aún con los pantalones puestos y los zapatos. Le recorrió los hombros, las clavículas y los pechos entre besos y mordidas. Su lengua no paraba de crear un recorrido que la hacía suspirar y gemir. Fue bajando más y más hasta que Victoria sabía lo que él pretendía.

-Abre las piernas.

Se lo dijo en un susurro que le provocó una nebulosa de ansiedad sexual, cuando las abrió César la miró con esa mirada que hizo que su corazón reventara en mil pedacitos, era tremendamente excitante y más lo que sabía que haría segundos después. Mientras él se dedicaba a disfrutar de su humedad, respiró profundo porque sentía que César la estaba haciendo ver estrellas, con sus dedos traviesos jugó con su sexualidad y con su boca le besaba la piel tan delicada y suave que le encantaba.

Lamió intensamente su sexo mientras con las manos acariciaba sus pechos, vio que ella tenía las manos hechas un puño y arañando las sábanas de placer. Ella no sabía que para él verla así era el pasaje directo a la excitación, verla disfrutar de sus caricias y escucharla gemir de placer hacía que César quisiera estallar, tanto o cerca como ella estaba a punto de hacerlo. Cuando sintió que estaba cerca de venirse, empezó a succionarla más fuerte y rápido, entonces el goce llego sin previo aviso y con un grito ahogado de Victoria que denotaba placer.

-Sí me querías matar, lo hiciste.

Se sentó sobre la cama y lo tenía atrapado entre sus piernas entonces no dudó en abalanzarse para darle un beso tan efusivo como lo que él acaba de hacer previamente.

-Te amo, eres el mejor hombre de mi cama.
-él se reía sin dejar de besarla-¿Solo de tu cama?
-De mi vida, de mi mundo, de mi universo.
-Bueeeeno... tampoco era necesario tanto.
-¿Ah no? –sus manos empezaban a sacarle el cinto- ¿Qué hace esto por aquí todavía?

Con su mano acariciaba su miembro sobre su jean, notablemente abultado.

-¿Por qué no lo dejamos salir?
-Porque estaba entretenida contigo.
-Ahora me quiero entretener.
-¿Quieres diversión?
-De la que tú sabes darme...

Él sonrió con gusto y se puso de pie para terminar de desvestirse, mientras ella se deleitaba la vista.

-Dichosos los ojos...

Se ríe y cuando termina de desnudarse se acerca para hacerla saber que era la mejor de todas sus opciones para besar.

-Tienes unos labios que me enloquecen Victoria...
-Chula preciosa.
-Te faltó Miss Universo.

La ridícula idea de perderte. #VyCOnde histórias criam vida. Descubra agora