La ridícula idea de perderte. 29

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El beso estaba siendo interrumpido por un golpe en la puerta que en un primer lugar Victoria intentó evadir. Otro golpe.

-Vicki sé que estás ahí y no estás durmiendo. -César se reía bajo- Alguien está buscando a César, que lo están buscando abajo.
-Okey Mari, gracias.
-De nada.

Sintieron como se alejaban unos pasos.

-¿Quién es? César es el único momento que tenemos para los dossss... -simulando estar enojada-
-Es alguien trayéndome un regalo. O trayéndonos no sé.
-Ah entonces que baje Maricuchis, no bajes tú.
-Tengo que bajar mi vida. –palmeaba sus piernas para que él pudiera levantarse, ella estaba encima-
-¿Por qué, quién es?
-No sé quién es, pero me dijeron que baje.
-Yo te digo que te quedes y me haces caso...
-Mi amorrr no seas así.
-No, debe ser ahí alguna vieja, queriéndose tirarte... no, me rehúso. Hace una semana que no podemos estar juntos porque te has dignado a dejarme de lado.
-Sabes muy bien que eso no es cierto.
-Cómo cambian los roles Señor Évora, lo he estado invitado y no ha hecho nada más que negarse.
-se ríe-Es que sinceramente como nunca, no he podido.
-Qué reunión de aquí... que reunión de allá... que cumpleaños familiares... tu hijo, que tu nieta, que tu papá.
-Ya hablamos de eso, tenía que hacerlo. –casi regañándola-
-Sí sí, lo sé. Solo te recuerdo que me tienes abandonada y ahora vienes a querer dejar de besarme porque vas a ir a recibir un regalo, ¡o sea me cambias por un regalo Evora!
-se ríe-Amorcito son unos minutos. –le besaba el rostro, divertido-
-mira su reloj-Pero es que tenemos solo minutos, porque después te voy a invitar a nuestra casa y me vas a decir que no... porque ya sé, no voy a insistir más.
-¿Viste que feo es?
-¿Ah entonces esto es una revancha?

Se paraba a prender un cigarro. Y la puerta volvía a sonar.

-¿Y Vicki?
-Baja tu Mari, ve a ver quién es y si es un regalo recíbelo, hazle alguna excusa.
-Está bien...
-Listo problema solucionado.
-Eres mala eh... ahora que ya me solucionaste el tema, vente besarme otra vez.

Se relamió los labios y dejó su cigarro de lado, había algo mucho más apetecible esperándola con una sonrisa enorme en los labios, entonces se sentó sobre él pero esta vez rodeándolo con sus piernas.

-Estos pantalones te van a explotar.

Rozaba su miembro con una mano.

-Sí tú mano sigue ahí si...
-se reía-¿Y sí...? –buscaba el broche del cierre-
-No, ni se te ocurra.
-Por qué nooo... -se reía mientras lo besaba-
-Porque no tenemos tiempo, después quedo desesperado... no estamos en igualdad de condiciones en estos casos.
-se burlaba-¿Puedes por una vez conformarte con uno?
-No, no puedo. –agarraba su mano para que Victoria dejara de frotar su miembro-
-¿Seguro que no? –hacía por quitarse la blusa-
-cerró los ojos, riéndose-Basta, basta... que pervertida Señora Ruffo.

Largo una carcajada y sintió que otra vez el ruido de la puerta los interrumpía.

-Voy a poner eso que se pone en los hoteles en la puertas, el de no molestar.
-Nos vendría bien. ¿Quién?
-The Boss, abran que sé que están ahí los dos.
-Ponte esa blusa. –susurraba-
-Claramente hoy triunfar no estaba en el itinerario...

Se paró para acomodarse la ropa y abrirle la puerta a Salvador. Prendió otro cigarro y César se hacia el que leía los libretos.

-Que se hacen los que estaban ensayando, los conozco. -ambos se ríen- Les queda poco tiempo mis jóvenes.
-Entonces que haces aquí interrumpiendo, ándale... por donde entraste. –chasqueaba sus dedos divertida-
-Te voy a descontar el sueldo Ruffo.
-¿Más?
-Y mira que todavía tiene el descaro de quejarse la señorita...
-Señora, que estoy casada.
-Justamente de eso venía a hablarles... ¿van a querer renovar sus votos?

La ridícula idea de perderte. #VyCWhere stories live. Discover now