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El esperado día había llegado y no podía evitar sentirme nervioso ante la situación. Iba a decirle de una vez todo lo que sentía a Sooyun y, dado a la gran amistad que ambos teníamos, me preocupaba el hecho de que todo se rompiera si ella no me correspondía. Aunque, no pensaba ocultarlo más en mi interior o explotaría. La quería demasiado.

No podía evitar juguetear con mis manos mientras la esperaba por fuera de la librería atacado de los nervios. No era la primera vez que me declaraba a alguien pero, el cosquilleo en mi interior me decía que ella era especial. Pasó un tiempo hasta que Sooyun llegó apareciendo en mi campo visual y no dudé en sonreír. Estaba guapísima, incluso más guapa de lo que solía ir, cosa que aumentó mis nervios y aceleró mi corazón. ¿Acaso me había leído la mente y sabía que esta era una ocasión especial? Caminó hasta mí respondiendo a mi sonrisa mientras me saludaba tímidamente con la mano.

—Vaya, estás muy guapa —la halagué una vez llegó a mi lado. Sus mejillas se tornaron aquel color rosa que tanto me gustaba.

—Gracias —murmuró apenas y no dudé en sonreír cuando hicimos contacto visual. No me gustaba hacer que se pusiera nerviosa aunque se viera adorable de esa manera.

Entramos en aquel edificio amado para ambos mientras hablábamos de nuestras lecturas de la semana anterior las cuales habían sido la mar de emocionantes. No dejaba de fascinarme la manera en la que ella expresaba sus gustos, esa tierna manera que tenía de emocionarse era algo que nunca dejaría de gustarme. Llegamos hasta las estanterías y, por una vez en la vida, realicé mi compra lo suficientemente rápido como para estar listo en menos de quince minutos. Estaba ansioso por salir de allí de una vez, cosa que sorprendió a la pequeña Sooyun ya que yo era ese tipo de persona que si podía, se quedaba allí para toda la vida.

—¡Me llevaré este! —Exclamó con seguridad después de estar por un rato pensando mientras mi paciencia se acababa.

Para mi suerte, no había ningún tipo de cola por lo que pagamos y nos pusimos en camino a la cafetería. Aunque ella hablaba sobre temas triviales y cosas que le habían sucedido durante la semana, no podía concentrarme en nada más que el nerviosismo de mi cuerpo ante la situación que nos encontrábamos y la cercanía de ese ansiado momento. Me sudaban las manos y me faltaba la respiración a cada momento que íbamos avanzando.

Tenía la necesidad de decirle de una vez todo lo que sentía o moriría al instante de los nervios. Quería decirle lo mucho que la amaba; lo mucho que amaba su torpeza que la hacía verse adorable y tierna, su inocencia ante muchas cosas por su notable timidez, lo mucho que amaba su manera de emocionarse ante las cosas que le gustaban y lo bonitas que eran sus explicaciones sobre ellas, quería decirle lo mucho que amaba las tardes junto a ella, las bromas que hacíamos y todas las historias que me contaba sobre su día a día, lo muy bien que me sentía junto a ella pero, sobretodo, quería decirle que la amaba, que la quería a mi lado y que nunca la dejaría sola.

Books ↣ HoseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora