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Una de las pocas cosas en el mundo que intimidaban a Bill Cipher era la puerta cerrada de la casa de la familia Pines. Esta vez no era diferente, acababa de tocar el timbre y la espera comenzaba. Moviéndose de un lado a otro sobre sus pies, recorriendo su propio cuerpo revisando estar perfecto. La tensión aumentaba cuando escuchaba los pasos acercarse a abrir, tan ligeros, no podía ser otro que su pino.

La puerta se abrió dejando ver al castaño, sonriéndole radiante al chico rubio que tenia en frente. Llevaba una camisa roja y un par de jeans desgastados, aun con el cabello mojado despues de la ducha, para Bill era lo más hermoso de este mundo.

- Hola...- dijo haciéndose a un lado para dejarlo pasar. detrás se su espalda el rubio sacó un ramo de flores, margaritas y claveles rosa.

- Para el chico más guapo después de mi. - Dipper las recibió dejando un suave beso en los labios de su novio, aún no se acostumbraba a llamarlo así. Bill lo tenia agarrado de la cintura, no se conformaría solo con un beso, tampoco Dipper le iba a negar algo más.

- Dipper. - escuchó la voz de su padre que lo llamaba serio, al voltearse lo vio de pie muy erguido y mirándolos con cara de poco amigos. ambos se separaron, el castaño se aclaró la garganta antes de salir por el pasillo algo avergonzado. "voy a poner las flores en agua". dijo antes de desaparecer y dejar a su novio con su muy enojado padre.

- Señor Pines. - Bill extendió una mano para darle un apretón a su (por desgracia) suegro. -gracias por invitarme a cenar.

- Que quede claro que fue mi hijo quien te invitó. a diferencia de Dipper yo si veo que eres una mala influencia. - el joven ya esta acostumbrado a ese trato por parte del padre de su novio, no era algo nuevo para los dos llevarse como perros y gatos. -mantén las manos lejos de mi hijo, delincuente.

Por cosas como esa Bill odiaba ir a casa de Dipper, al menos cuando estaba su familia. El señor Pines le dio la espalda dejándolo con la mano en el aire y cara de irritación. "Tranquilo Bill, recuerda que haces esto por Dip". Pero decirlo era mucho más fácil que hacerlo. Dejó su chaqueta en el perchero y caminó hasta la sala. La familia Pines tenia una linda y acogedora casa. desde la cocina le llegó el delicioso olor de comida casera. Ahí una mujer de unos cuarenta años picaba vegetales en una tabla, llevaba un delantal y el cabello castaño recogido en una coleta baja, aquellos ojos cafés eran inconfundibles, iguales a los de su pino. La señora Pines le sonrió.

- Hola Bill. - al fin un rostro amable. Había que admitir que la madre de los mellizos era la más normal dentro de la familia, hasta su precioso pino era raro a veces - que bueno que hayas podido venir. La cena va a estar lista en unos minutos, ve con Dipper si quieres.

~

Una vieja película estaba pasando por la tele a esa hora. Casa blanca, aunque le diera verguenza era una de las favoritas del rubio, pero ahora tenía frente a sus ojos algo mucho más interesante. Dipper estaba recargado en su hombro contándole sobre el último libro que estaba leyendo, sobre lo nervioso que estaba por entrar a la universidad y muchas otras cosas. Sus ojos se arrugaban al sonreír y se relamía los labios luego de hablar, ¿Quién quiere ver una película cuando tienes a Dipper a tu lado?

Bill tenia su mano en una de las rodillas del menor, subía y bajaba haciéndole cariño, Dipper se acercó aún más al cuerpo de su novio, quería sentirlo cerca, las caricias de Bill llegaron hasta sus caderas y poco a poco ambos fueron acercando sus rostros. Cuando pensaron que al fin tendrían el beso que habían esperado, un agudo chillido los hizo abrir los ojos de golpe. Por las escaleras bajaba velozmente Pato, el cerdo de la hermana de Dipper, con un tutú rosa y una corona con brillos. - ¡¡No corras Pato!! aún faltan las botas. - dijo la chica bajando de prisa detrás del animal.

El cerdito fue a buscar refugio en los brazos de Dipper, Mabel se les acercó jadeante después de la corrida. - Hey Bill, no sabia que habías llegado. - el mayor hizo un gesto con la mano para saludarla, aun después de tanto tiempo, Mabel seguía igual que como la recordaba, un poco más alta y ahora sin los frenillos, pero la misma chica con exceso de energía de siempre.

- Vamos princesa Pato, aún no termino con tu disfraz. - tomó al cerdo y estaba dispuesta a volver a subir las escaleras, pero se quedó quieta de pronto. Soltó un grito al más puro estilo fangirl, ambos chicos saltaron en sus lugares asustados. - ¡No puede ser! ¡Es Casa blanca!

Dejo a su mascota en el suelo que corrió libre por la sala tratando de quitarse la molesta falda y se sentó en medio de los chicos. Mabel miraba atenta la pantalla emocionada por la película que seguramente había visto mil veces mientras a su lado Bill y Dipper se lanzaban miradas de agonía. "Aguanta un poco mas Bill... Recuerda que lo amas..."



Vente conmigoWhere stories live. Discover now