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Capítulo 5: La nueva señorita problema

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CAPÍTULO 5

La nueva señorita problema

—¡Es injusto! Yo solo estaba en el baño y él... Él vino a... a... ¡A cantarme! —Le doy a Dellan una mirada reprochándolo y él me guiña un ojo—. Con todo respeto, directora, pero no me parece que yo sea la que deba estar castigada en este caso.

La directora Álvarez me observa con sus ojos clarísimos y firmes. ¡Vamos! No me pueden castigar por algo que no hice. Dellan carraspea para atraer mi atención... y vaya que lo hace. Me sonríe de una forma increíblemente sexy... e idiota. Su arrogancia natural se desprende de él como si fuera un aura que consume todo a su alrededor. Está tirado para atrás de la silla, con sus brazos cruzados sobre el cuello y las piernas encimadas una de la otra, tal y como si estuviera mirando la televisión. Su mirada es aburrida, haciendo parecer que para él esto solo es un pequeño y tortuoso trámite de un rato.

Pero yo no, ¡cielos! ¡Jamás fui castigada!

—Los dos fueron descubiertos, Britt. Me sorprende tanto de ti... —niega con la cabeza con desaprobación—. Eres una alumna sumamente responsable. ¿Qué pasó para que te comportaras como una chica problemas?

—No me comporto como una chica problemas. ¡Estaba en el baño y él entró!

La directora, pasa su mirada de águila hacia Dellan.

—Siéntese como corresponde, Rochester. ¿Cree usted que está en el salón de su casa?

Veo un destello de picardía en la mirada de Dellan. Ese que vi justo antes... Oh, mierda. No, por favor. Se meterá en más problemas...

—Claro que no, directora Álvarez. Yo sé que el cartel de ahí —señala hacia la puerta— dice claramente «dirección». Ya sabe, aprendí a leer —Dellan le sonríe y sus brazos caen del lugar en el que estaban, al mismo tiempo que sus piernas se separan. Junta sus manos sobre sus rodillas y se inclina—. Pero, sinceramente, ¿por qué no me castiga y ya? Todos aquí sabemos que quiere hacerlo. No hace falta que castigue a Britt, ella no hizo nada. Dejemos el asunto y vayamos al papeleo así nos liberamos todos.

Mi corazón se estampa contra mi pecho y pierde la marcha atrás. ¿Acaso Dellan Rochester está intentando salvarme de una sanción? Me parece justo, pero... eso no quita que sea extraño. Seguro para él es común ser castigado, no parece de esos chicos que siguen las reglas.

—¿Por qué estaban en el baño? —cuestiona la directora, dirigiéndose a nosotros dos.

—Yo quería besarla —suelta Dellan.

—Yo me estaba escondiendo —hago una pausa—. De él —agrego, y juro que puedo escuchar una pequeña risotada venir de Dellan.

—¿Y lo ibas a besar, Britt? —pregunta la señora Álvarez, dejándome completamente congelada en el lugar.

—¿Yo? Sí... ¡Eh! ¡Digo que no! ¡No iba a besarlo! ¿Qué pregunta es esa? —hablo con las mejillas prendidas fuego. Siento que toda la atención de la sala recae en mí, incluso pareciera que las paredes fueran chismosas. ¿Qué fue eso? ¿Acaso mi inconsciente me acaba de traicionar? Me quedo pensando en ello. No, no lo besaría... Pero sé que sí podría hacerlo... La cosa es, ¿podría animarme a besar a Dellan Rochester? Sí. ¿Podría salvarme de la vergüenza? No lo creo...

La mirada de Dellan está completamente sobre mi cuerpo, tan astuta que da miedo. Me da la extraña sensación de alguien que está quemándome por el fervor de su mirar. Se acerca hacia mi oído.

—Sabes que he oído esa afirmación —susurra.

Su aliento cálido llega hacia mí y me hace estremecer. Huele a menta fresca... Cierro mis ojos mientras que me sonrojo aún más.

El chico del salón de enfrenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora