Capítulo 2: ÉL

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Emma, el nombre de la niña era Emma. Killian sonrió cuando despertó y comprobó que había ganado cierta confianza en ella. Emma le había contado parte de su triste pasado y él hizo lo mismo. Ambos se confiaron las cosas que los habían herido tan profundamente siendo tan chicos, y a partir de entonces se hicieron amigos.

Cada noche se encontraban en los sueños, y en cada sueño aprendía más cosas sobre ella. Emma era de Estados Unidos, una ciudad llamada Boston. Emma era dos años más chica que él. El color favorito de Emma era el rojo. El apellido de Emma era Swan, porque ese era el apellido de la primera familia adoptiva que tuvo. La comida favorita de Emma era queso a la parrila y la bebida chocolate caliente con canela. Lo que más le gustaba hacer a Emma era leer y dibujar.

Killian no podía sacarse de la cabeza el hecho de que Emma estaba en el sistema de adopciones, el hecho de que iba en familia en familia sin terminar de ser aceptada. Haber descubierto esa parte de ella, le hizo comprender porque al principio había sido tan desconfiada, porque había necesitado tiempo para poder jugar con él y para decirle su nombre. Killian se sentía identificada con ella, en el sentido de que ninguno tenía padres. ¿Qué pasaría si su tío y su primo se cansarían de él? ¿Lo enviarían al sistema de adopciones? Killian sabía que el sistema no podía ser bueno, no cuando cada vez que Emma hablaba de ello se ponía tan triste. Killian tenía cada vez más miedo y preocupaciones respecto a eso, por eso cuando su hermano volvió a visitarlo decidió hablar con él.

- Liam, ¿Puedo hacerte una pregunta? – Pidió saber Killian algo nervioso.

- Claro. – Asistió Liam alcanzándole un plato con panqueques.

- ¿Qué es el sistema de adopciones? – Preguntó Killian agarrando el plato.

- El sistema de adopciones es el lugar a donde van los niños que no tienen familia. – Respondió Liam y se tomó una pausa para pensar bien que decir. – Cuando un niño no tiene familia es llevado a un hogar para niños, allí adultos que no pueden tener hijos van a visitarlos y deciden si quieren adoptar a alguno. – Intentó de explicar lo más sencillo y simple que pudo.

- ¿Qué pasa si nunca nadie te adopta? ¿O si todas las familias que te adoptan te terminan devolviendo al sistema? – Cuestionó Killian preocupado, pensando en las cosas que Emma le había dicho.

- Los niños que no son adoptados se quedan en los hogares de niños hasta que son adultos y pueden cuidarse ellos solos. – Contestó Liam después de timar un sorbo de café. - ¿A qué se debe estas preguntas y preocupaciones? – Preguntó mirando a su hermano intensamente, como queriendo leerle la mente.

- ¿Yo voy a ir al sistema de adopciones? – Preguntó Killian jugando con el tenedor que tenía en su mano.

- No, claro que no. – Negó Liam. – Mamá y papá ya no estarán, pero nosotros tenemos una familia Killian. – Explicó.

- ¿Pero qué pasa si Marco y August se cansan de mí? – Preguntó Killian sin estar del todo convencido.

- Eso jamás va a pasar. – Aseguró Liam. – Pero si pasaría, yo dejaría la marina para poder cuidarte hasta que crezcas. – Agregó con sinceridad para tranquilizarlo.

- ¿Harías eso por mí? – Preguntó Killian sorprendido.

- Por supuesto, eres mi hermano, te amo y las familias son para siempre. – Respondió Liam agarrándole una de sus manos con cariño.

- Yo también te amo. – Dijo Killian refugiándose en los brazos de su hermano para abrazarlo.

- ¿Entonces, me vas a decir a qué se deben estás preocupaciones? – Preguntó Liam correspondiendo el abrazo.

- Tengo una amiga está en el sistema de adopciones. – Respondió Killian con una pequeña sonrisa al pensar en Emma.

- ¿Una amiga del colegio? – Preguntó Liam curioso, una vez que salieron del abrazo y cada uno volvió a concentrarse en su desayuno.

- No, de mis sueños. – Contestó Killian con la boca llena.

Killian se sintió feliz de tener a su hermano devuelta. Siempre que su hermano iba de visita estaba feliz. Cuando estaba con su hermano, sentía que recuperaba una parte de su ser que estaba perdida cuando no estaban juntos. Liam siempre los visitaba por poco tiempo, pero ese tiempo Killian se consideraba más feliz.

Killian estaba en el aula de su escuela. Emma todavía no estaba allí, así que se puso a dibujar en el pizarrón hasta que ella aparezca. Se puso a hacer un dibujo de ellos dos, pensando que eso le iba a gustar a ella. Estaba tan distraído, que cuando escuchó que alguien golpeaba la puerta se sobresaltó. Se dio vuelta y sonrió al comprobar que esa persona era Emma.

- Perdón, no quería asustarte. – Se disculpó ella.

- No tenes que disculparte, solo estaba distraído. – Explicó él señalando el pizarrón.

- ¿Somos nosotros? – Preguntó ella acercándose al pizarrón, para poder observar el dibujo detalladamente.

- Si. – Asistió él tímidamente.

- Es hermoso. – Lo halagó ella.

- Gracias, pero ambos sabemos que vos dibujas mejor. – Agradeció él sonrojándose.

- ¿Cómo te fue con tu hermano? – Preguntó ella sentándose en uno de los bancos.

- Bien. – Respondió él rápidamente y suspiró al encontrarse con la mirada seria de ella diciendo que no le creía. – No quería que se vaya porque lo voy a extrañar, pero me gustó tenerlo devuelta conmigo. – Explicó.

- Lamento que tengan que separarse por tanto tiempo. – Dijo ella con empatía.

- Si, yo también, pero es su trabajo. – Justificó él. – Y las familia son para siempre. – Dijo recordando lo que su hermano le había dicho.

- ¿Para siempre? – Preguntó ella sin entender del todo a lo que se refería.

- Si, las personas que en verdad nos quieren siempre están con nosotros en nuestro corazón, recuerdos y memoria. – Respondió él con convicción.

- ¿Vos consideras que los amigos también son familia? – Preguntó ella con la voz temblorosa, después de un largo silencio.

- Si, claro que si. – Asistió él. – Emma vos sos mi mejor amiga y te quiero mucho, eso te convierte en mi familia. – Agregó a modo de explicación.

- Bien. – Aceptó ella con una pequeña sonrisa.

Killian le contó lo que había hecho durante el día con su hermano y de la despedida en el aeropuerto. Luego la llevó a recorrer su colegio, enseñándole cada parte de él. También la llevó a conocer su barrio y su casa, feliz que ella pueda conocer aunque sea de ese modo todos los lugares en lo que él solía estar.

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