Capítulo 5: ÉL

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Killian tenía dieciocho años cuando se enlistó en la marina. Su primer año estuvo lleno de entrenamientos físicos y estudio sobre los reglamentos, derechos, obligaciones, mecánica y técnica náutica. A los diecinueve logró su primer puesto en una tripulación como infante de marina. Killian se sentía muy feliz y a gusto con la marina. Lo más maravilloso era que Liam era su capitán. Todas las noches soñaba con Emma y le contaba sus novedades. Cuando cumpliera los dos años de servicio, podría tomar un puesto en una base marina más estable y juntar el dinero suficiente para ir en búsqueda de Emma.

Killian se sentó en la cubierta del barco a ver el atardecer. Esa era una de las cosas que más le gustaba de estar en altamar, ver los distintos colores del cielo en los diferentes momentos del día era algo que siempre encontraba mágico. Al rato, Emma se unió a él, sentándose a su lado.

- Estoy orgullosa de que seas un infante. – Lo halagó ella.

- Gracias. – Agradeció él sonrojándose. – No es la gran cosa igual, es uno de los puestos más bajos. – Agregó quitándole importancia al asunto.

- Pero lo lograste en tu primer año y eso es increíble, demuestra lo responsable y talentoso que eres. – Aseguró ella con convicción.

- Mmm, quizás tengas razón. – Dijo él apreciando lo que ella decía.

- Liam seguro también está orgulloso. – Dijo ella.

- Eso espero. – Dijo él algo nervioso, conformar a su hermano y cumplir sus expectativas siempre era una de sus mayores preocupaciones.

- Estoy segura que si. – Asistió ella uniendo sus manos para darle contención. - ¿Qué se siente que sea tu capitán? – Preguntó con cierta curiosidad.

- De hecho se siente genial, verlo todos los días es fantástico. – Respondió con sinceridad. - Me había olvidado lo mucho que extrañaba vivir la rutina del día a día juntos. – Dijo muy emotivo.

- Me alegra que tengas a tu hermano. – Dijo ella con una sonrisa.

- A mi también. – Coincidió él. – Y me alegra tenerte a vos. En un año voy a terminar mi servicio obligatorio, y podré conseguir un puesto más estable para conseguir dinero e ir a vivir con vos. – Informó él lleno de felicidad e ilusión.

- ¿Estás seguro que queres venir a Estados Unidos? ¿Estás seguro que podrías soportar separarte de Liam? – Cuestionó ella sintiendo inseguridad y miedo de no ser suficiente.

- Claro que estoy seguro, yo quiero estar y vivir con vos. – Contestó él agarrando el mentón de ella suavemente, para hacer que sus miradas se encuentren. – Te amo. – Dijo.

- Yo también te amo, pero... - Dijo ella mordiéndose el labio.

- No hay peros que valgan. – La interrumpió él. – A Liam lo seguiré viendo, nos visitaremos cada vez que queramos. Mismo él puede venir a vivir con nosotros en un futuro, o nosotros con él. – Explicó todas las alternativas que había pensado.

- De acuerdo. – Aceptó ella rozando su nariz contra la de él. – ¿Solo queda esperar un poco más entonces? – Pidió saber.

- Solamente esperar poco más. – Contestó él.

Unieron sus labios en un beso que prometía la posibilidad de un futuro juntos, la posibilidad de un amor infinito. Juntos, abrazados, miraron como el sol se escondió por el horizonte.

Toda esa idea de que ese futuro era cercano se desvaneció, cuando cinco meses después, Killian recibió la noticia de que Liam había sido asesinado en una misión. Su corazón se partió en mil pedazos. Su hermano era todo lo que tenía, era su familia, su modelo a seguir, su contención ante cada complicación de la vida... y ahora, ya no estaba. Lo había perdido, como a sus padres, y eso le hizo volver a ser el niño perdido que fue una vez hace mucho tiempo. Demasiado conmocionado ante lo ocurrido, Killian se refugió en el alcohol hasta quedarse dormido.

Killian fue al bar que siempre iba, "The Rabitt Hole", a seguir tomando y ahogando su dolor en el alcohol. Pidió una botella de ron, y la bebió hasta que no quedo nada de ella. Luego, pidió otra. Cuando iba por la mitad, alguien agarró su brazo y le impidió continuar lo que estaba haciendo, Emma.

- ¿Killian? ¿Estás bien? – Preguntó ella llena de preocupación.

- No. – Negó él. – Liam murió, lo asesinaron. – Informó con la voz temblorosa y los ojos llenos de lágrimas.

- Killian... - Comenzó a decir ella.

- No, no digas que lo sientes. – La interrumpió él con enojo, odiaba como se había sentido que todas las personas le hayan dado su pésame durante ese día.

- No diré que lo siento. – Aseguró ella invadiendo su espacio personal. – Diré que ésto apesta y es injusto, y te mereces estar enojado con el mundo. Pero no estás solo, yo estoy acá con vos. – Explicó ella agarrando las mejillas de él con fuerza para que no pudiera romper el contacto visual.

El dolor que tenía acumulado finalmente explotó y salió expulsado de su cuerpo. Se derrumbó en los brazos de Emma, dejando que ella lo contenga y tranquilice. Con ella podía dejar salir su dolor afuera, con ella se sentía a salvo expresando sus sentimientos de manera sincera.

Los siguientes meses continuaron de esa manera. Cada vez que lo necesitaba ahogaba su dolor en el alcohol. Empezó a perder el sentido y la dirección de su trabajo. Su hermano había sido su referente y su protector ante el mundo. Ahora que ya no lo tenía, ¿Qué quedaba? Killian no encontraba nada que pueda reconfortarlo, nada que pueda hacerle sentir que había un sentido y propósito mayor, en esta vida y este mundo.

Al pasar los meses y continuar sus problemas con el alcohol, su compañero Arthur lo obligó a ver una consejera de la marina. Killian había estado negado en ir, pero ante la insistencia de Arthur finalmente accedió. Su razón para aceptar, se basó en que durante ese tiempo había estado empezando a alejar y a lastimar a Emma durante sus sueños con su actitud fría y distante, y no quería eso. Él quería que las cosas vuelvan a estar bien. Su consejera se llamaba Milah. Ella era una mujer de carácter fuerte y energía dinámica. Era exigente y decía lo que pensaba sin filtro. Una vez que la conoció formaron una relación de respeto y entendimiento. Era una rutina hablar con ella por lo menos dos veces a la semana. Un día antes de terminar su servicio obligatorio, Milah fue a hablar con él.

- ¿Qué tenes pensado hacer con lo de Liam? – Preguntó ella con curiosidad.

- No sé, supongo que nada. – Respondió él pensativamente.

- ¿En verdad vas a dejar las misiones? – Preguntó ella mirándolo atentamente.

- Si. – Asistió él, era hora de hacer su vida con Emma.

- No deberías hacerlo. – Negó ella. - ¿En verdad crees que ir a los Estados Unidos en busca de una chica con quien hablas por celular te hará feliz? – Preguntó seriamente.

- Yo... - Comenzó a decir él.

- Yo te conozco Killian y sé que eso no te va a conformar, por eso tengo algo para ofrecerte. – Informó ella.

- ¿Qué? – Preguntó él con curiosidad.

- Venganza. – Respondió ella. – Acá tengo la información sobre la persona que mató a Liam. – Dijo señalando la carpeta llena de papeles que tenía en su escritorio. – Tenes que decidir, quedarte y darle sentido a la muerte de tu hermano, o irte y nunca saber lo que pasó. – Anunció, dándole la posibilidad de elegir.

Ese momento era decisivo y lo sabía. Tener al alcance la información de lo que había pasado con Liam era una tentación. Él quería saber que había pasado en la misión con su hermano, él quería hacer justicia por su muerte. Era difícil tener que seguir esperando para poder empezar su vida con Emma, pero lo mejor iba a ser esperar y empezarla cuando haya cerrado las heridas que la muerte de su hermano le había dejado.

- Me quedo. – Asistió él agarrando la carpeta.

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