Capitulo 21

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Capitulo 21

Narra Vanesa

Vuelvo a oír la puerta, no tengo fuerza apenas de subir la cabeza. Mis ojos, cansados, intentan mirarle. Mientras él, sonriente, se pone enfrente de mi.

-Te estás rindiendo muy fácilmente Vanesa, y a mí las mujeres fáciles no me gustan.

Respire, con dificultad, le mire con rabia.

-No... No le hagas... daño.

-(Río) Tu no te preocupes monada, (me toco con su mano el rostro y yo aparte mi cara) a ella ya le hice todo lo que quise. Y ahora voy hacer que me crea solo a mí.

-Me das asco. Y a ella también.

-¡No vuelvas a decir eso!

Me abofeteó y me hizo sangre en el labio, me tambalee pero apoyé mis pies y no caí cómo a él le hubiera gustado.

-Siempre has estado en el medio. Y cuando creí que por fin se acababa todo, apareciste.

-(Me recompuse en la incómoda silla y le miré) No se de que hablas.

-Tú, nuestro gran problema. Al principio iba bien, tonteamos, nos gustamos. Pero aparecieron los malditos premios Dial. Y ahí estabas. Abriéndole los ojos otra vez a Malú... Qué pena que perdiera el móvil y no pudiera contestar tus mensajes.


Sonrío victorioso, como si hubiese ganado la batalla, y yo entendí porque no contestó a ninguno de esos mensajes y llamadas después de la gala. Cuando ella me dijo que todo cambiaria, y eso no llegó nunca.

-Se quería ir contigo. Siempre lo ha querido. Pero no podía ser así. Ella tiene que estar conmigo.

-Pero ella no te quiere.

-¡¡¡CÁLLATE!!! ¡Me hubiera querido si tú no hubieras aparecido en el hospital después de mi plan!

Clic. Todo se había puesto en su sitio. Sabía perfectamente que ese accidente no fue normal, que había algo detrás, y ahí estaba. Él fue el culpable, él lo hizo.

-¿Cómo puedes ser tan cabrón? Si le quisieras tanto como dices no le harías daño... La dejarías ser feliz.

-(Me cogió del pelo, haciendo que mi cara y la suya se quedaran muy cerca) La quiero más que tú, ¿entiendes? (Acerco sus labios a mi oreja) Y la he hecho disfrutar más que tu... (Bajó a mi cuello) Y la seguiré haciendo disfrutar....

Volvió a mi cara y, antes de que hiciera algo más, le di un golpe en ella con mi frente, me maree, y él cayó al suelo. A los segundos se volvió a levantar me cogió con sus dos manos mi cuello, estaba furioso. Sus manos iban apretando mi nuca.

-Te vas arrepentir de haber hecho eso.

Me soltó, tosí al sentir otra vez el aire dentro de mí. Después me volvió a mordaza y yo chillé. Volvió a golpearme en la cara, y esta vez sí caí.

No sé cuánto tiempo llevaba inconsciente, me desperté y estaba en el suelo, sin silla, atada, amordazada y con un antifaz. Sólo tenía el sentido de oído en alerta, era lo único que me quedaba. Oí unas cuerdas, el suelo se movía, como si se tambalease, oí una fuerte bocina que reboto en todas las paredes de esa habitación. Olía a mar.

Narra Malú

Cogimos el coche de José y fuimos directos al aeropuerto. De allí iríamos a Ibiza. Si, Ibiza. Tenía la sensación de que estaban allí. De que Gonzalo había llamando a sus miles de contactos, cogido un avión privado y plantarse en Ibiza en apenas unas horas. Nosotros tuvimos la gran suerte de encontrar billetes para el vuelo más rápido que salía, al ser enero la isla aun no era muy visitada. Llegamos a nuestro destino ya de noche, después de poco más de una hora de vuelo. No llevábamos equipaje, así que fuimos directos a coger un taxi.

-Llévenos al puerto, por favor.

El viaje no era muy largo, apenas minutos, pero se me estaba haciendo eterno. No sabía si cogernos la justicia por nuestro lado era lo más correcto. Pero la ganas nos podían, y las fuerzas, y los nervios e mucho más el amor.

Narra Vanesa

-¿Estas lista?

Entro sin apenas yo darme cuenta, que cuando me habló hice un respingo.

-Lista, ¿Para que?

-Nos vamos...

-¿Irnos? ¿Dónde?

-A ser felices...

Note como sonreía, pero no de una persona feliz sino de ganador.

Me levantó bruscamente del suelo, y me hizo subir por unas escaleras muy estrechas, y me sentó en una especie de banco.

Narra Malú

Llegamos al puerto, y fui directa al vigilante, le pregunté si había visto a Gonzalo y me dijo que había visto movimiento en su barco, le pedñi que nos acompañará.

-¿Iba solo? (Pregunté)

-Señorita... yo...

-No se preocupe, sé que venía con alguien. Es importante.

-Entonces, si lo sabía, puedo decirle que si. Iba con una chica... Yo estaba en mi almacén cuando llegaron, pero él no me vio.

Gonzalo no era tan inteligente como él pensaba, se había puesto él mismo en evidencia.

-Gracias.

Nos acompañó hacia las tablas donde estaban todos los barcos, y ahí vi el suyo. Le vi de espalda, sus cuerdas ya no estaban enganchadas al puerto, y empezaba moverse, salí corriendo. Y la vi.

Seguir sin tiOnde histórias criam vida. Descubra agora