Capítulo 8.

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"El alma que hablar puede con los ojos,
también puede besar con la mirada." Gustavo Adolfo Bécquer.

***

Álvaro guarda su teléfono mientras ríe tranquilamente junto a Hugo. No sé por qué, pero mi interior arde a causa de aquello que acaba de decir mi mejor amigo.

Necesito que alguien me explique qué ve en ella, aparte de lo guapa que es.

Aprieto mi mandíbula y trago fuertemente para cerrar mi taquilla con desgana. Los tres emprendemos camino hacia la clase. Intento contener aquella duda que tengo, pero la acabo preguntando:

-¿Salís?

Hugo y Álvaro dejan de conversar y él me mira.

Se encoge de hombros.

-No lo sé. No quiero tener nada serio con ella -murmura con tranquilidad.

Asiento con pocas ganas ante lo que me dice.

“Pensaba que eras diferente, Hugo.”

-¿Ya lo habéis hecho?

Álvaro me mira con asombro mientras Hugo sonríe y dirige su mirada al horizonte.

Y eso me lo tomo como un sí.

-Ay, pequeño monstruo, te queda mucho por aprender.

“Si tú supieras...”

Rodea mis hombros con su brazo mientras nos adentramos en la clase de 4° de la ESO.

Su brazo deja de hacer aquella acción, y, cuando se separa, noto como si siguiese allí, rodeándome. Cierro los ojos, por unos instantes, y noto el latir apresurado de mi corazón.

-Hey, embobada. ¿Qué te pasa?

Abro los ojos y observo a Darío.

Sus ojos marrones me miran mientras una sonrisa burlona aparece en su rostro. Suspiro y pongo los ojos en blanco.

-Nada, embobado.

Él ríe y me estrecha entre sus brazos.

-¿Me dejarás copiarte en el examen de literatura? Es que ayer estuve dale que te pego con una y...

Me aparto bruscamente de él y entrecierro los ojos.

-No.

Él niega con la cabeza y me saca el dedo corazón para marcharse de mi camino. Coloco un mechón de mi pelo tras mi oreja y tomo asiento en mi pupitre mientras dejo los libros sobre él.

-¡Melissa!

Sandra entra en el aula gritando mi nombre eufórica a la vez que se acerca a mí corriendo.

-¿Y este grito?-le pregunto cuando está a mi lado.

Ella sonríe.

-He follado después de dos meses. ¡Dos meses, Melissa! — exclama con sus ojos ensanchados y una amplia sonrisa —. Merezco, por lo menos, el Óscar a la chica que más ha aguantado.

-Yo llevo casi más de dos meses y no me he muerto, Sandra.

Ella me mira, abre los ojos y la boca para después ponerse de cuclillas y mirarme.

-¿Cómo aguantas? Para mí ha sido un infierno.

Río y empiezo a trenzar mi pelo.

-Los dedos.

-¿Qué?

Me carcajeo en su cara, dejándola confusa.

-Es broma, Sandra -vuelvo a reír -. Voy a esperar a que alguien venga.

Mi amiga suspira, recoge su pelo castaño en una coleta y peina su flequillo lateral para después tomar asiento delante de mí. Cuando acaba de peinarse, saca su teléfono del bolsillo pequeño de su mochila y empieza a teclear. Mientras, pienso en Hugo y aquella chica.

“¿Por qué me importa tanto? Él ha tenido más novias y me eran indiferentes.”

-Oye, Sandra -ella deja de prestar atención a su teléfono y me mira esperando que le hable -. ¿Has visto la foto de Hugo con esa chica?

Asiente, vuelve a posar su mirada en el teléfono para después ponerse de cara a mí y colocarlo sobre la mesa. La imagen de ellos dos se encuentra en el teléfono de mi amiga y mis ojos, nada más verla, miran la sonrisa de Hugo. El latir de mi corazón empieza a apresurarse mientras siento una furia interior.

-Se llama Leire - me informa —. Es muy puta.

-Sandra... Sabes que no me gusta que nos llamemos así entre las mujeres - le susurro con voz de advertencia. Ella ruede los ojos y murmura una disculpa —. Creo que Hugo no es virgen — escupo con rapidez en tono bajo.

Ella me mira, frunce el ceño y ladea la cabeza.

-¿Y qué?

Me encojo de hombros a modo de no saber la respuesta.

-Es raro.

-¿Por qué tendría que serlo? Es un tío, Melissa. Lo extraño es que no lo haya hecho hasta ahora.

Mientras Sandra me habla, yo me limito a observar a Hugo sonreír y hablar con Darío amistosamente. No sé por qué, pero siento algo cálido y confortable en mi pecho cuando le veo hacer aquella acción.

-¿Me escuchas?

Observo a Sandra y frunzo el ceño.

-¿Qué?

Suspira y niega con la cabeza.

-Que la foto la hizo Emma.

-¿Qué Emma?

-Pues quién va a ser, Mel. Emma, la de clase.

Asiento lentamente mientras recorro la mirada desesperadamente por el aula en busca de la mejor amiga de Hugo. Cuando la encuentro, agito mi mano hasta que me ve.

-¡Emma, ven!

Ella sonríe dulcemente, así achinando sus ojos y acercándose.

-Dime, Melissa - me dice nada más llegar.

Miro de reojo a mi amiga mientras pienso las palabras exactas.

-¿Qué tienen Leire y Hugo?

Ella sonríe, se cruza de brazos y mira el móvil de mi amiga con sus grandes ojos.

-¿La verdad? No lo sé.

-¿Y eso?- interviene Sandra, confusa-. Eres su mejor amiga. Él debería contártelo todo, ¿no?

Asiente.

-No es eso. Resulta que me he alejado de ese tema. Ella no me gusta mucho.

-¿Es virgen?

Emma me mira sorprendida ante mi pregunta, hace una mueca y se encoje de hombros.

-¿Eso qué más da?

Suspiro.

-Nada, solo por saberlo...

Emma sonríe, mirándonos aleatoriamente.

-¿Algo más, chicas?

Sandra y yo negamos con la cabeza y observamos a Emma marcharse, mientras, me pregunto por qué estoy tan preocupada por la cuestión de que él siga siendo virgen.

-Oye, Mel.

Salgo de mis pensamientos y miro a mi amiga.

-Dime.

-¿Qué sucede con Hugo?

Observo los ojos marrones de mi amiga y niego con la cabeza.

-Ni yo misma lo sé, Sandra.

Susúrrame "te quiero". [Parte 1]Where stories live. Discover now