Agridulce

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Escuché el estruendoso grito que dio mi hermana, se había levantado como de costumbre a recoger el periódico para Stan, cuando entre la correspondencia y algunas cartas de deudas de hace más de un año encontró un sobre color rosa fuerte, con un lazo de plumas y otros adornos lujosos, lo abrió y su sorpresa fue mayor, estábamos invitados a una fiesta, pero no cualquier fiesta, era una de Pacífica, un cumpleaños creo.

-¡Estamos invitados! -Chilló con emoción

Después de eso el desayuno transcurrió en silencio

Apreté los ojos con fuerza y asentí levemente, Mabbel nos quería llevar a todos a la fiesta, no estaba de ánimos pero no quería decepcionarla

-Vale, iré -dije con la voz un poco apagada.

Ella me regaló una sonrisa y dijo algo que no pude escuchar, todavía estaba aturdido, después de casi una semana de que Bill me contara todo lo que había pasado no volví a hablarle ni a él ni a mi tio, ¿por qué me ocultaron algo tan importante? Incluso me llegué a sentir totalmente asqueado, ¿había pensado en besar a unos labios que tocaron los de un viejo cuarentón? Estaba loco, pero no podía culparme, no sabía la verdad entonces, aún así mi sensación de traición no se apagó, y cada vez que Bill me hablaba sentía como si tomase una limonada amarga, lo evitaba tanto como podía con la intención de no sentirme así pero era difícil, él era tan dulce qué... No, no podía dejar que su dulzura pudriera mis dientes, así que solo seguí con mi vida, intentando hacer todo exactamente igual, como si nada hubiese pasado.

-¿Irás a la fiesta con estrella fugaz?- Habló Bill, sentí mi garganta muy reseca para hablar, así que sólo afirmé con la cabeza, sin verlo a los ojos, desvié la mirada.

Me levanté del sofá con pesases, no quería quedarme mucho tiempo allí y mucho menos con él.

-Hey, deja de ignorarme -tomó de mi brazo con fuerza, no me moví.

Esperé a que se rindiera, pero su agarre no aflojó, gruñí por lo bajo resignandome a hablarle, realmente no lo quería hacer pero de otra forma no me dejaría en paz.

-Sueltame -dije lo más frío que pude.

-No hasta que me digas por qué estas actuando así, estas muy raro Pine Tree, me preocupas-

Estallé en una sonora carcajada, mientras lo miraba con ironía.

-¿Tú? ¿preocupado por mi? ¿preocupado por alguien que no seas tú.... Ni Ford? -dije serio, su mirada endureció, me solté de su agarre y me fui a la habitación.

Leí un libro de romance mientras esperaba que se hicieran las seis, cuando el reloj de la plaza dio tres toques corrí al baño y me duche, me vestí y esperé junto con los demás en la sala a que Mabbel bajara. Cuando lo hizo no pude creer lo que mis ojos veían, una hermosa preadolescente con un vestido blanco que resaltaba sus ojos, un poco de maquillaje y su más llamativo adorno: su sonrisa.

-Mabbel te vez... Wow- dije abrazándola, me sonrió.

-Gracias Brobro, también te vez genial -dijo.

Realmente sabía que no me veía genial, traía puestos un par de jeans rasgados, unas zapatillas y una camiseta negra que encontré en mi reducido armario repleto de ropa vieja y gastada, tras un par de alagos más a mi hermana (por supuesto que a mi no, sólo se limitaron a decir que me veía bien) partimos a la fiesta de cumpleaños de la famosísima Pacífica

El auto negro que nos buscó aparcó justo enfrente de la mansión, que fue pintada de rosa, y estaba decorada para la inolvidable ocasión; vi niños ricos y mimados posar frente a las cámaras en la alfombra rosa fuerte, con vestidos y trajes llamativos, y miradas egocéntricas llenas de odio y soberbia, un lugar donde nunca podría encajar. Pasamos a través del pasillo, sobre la alfombra, que cruzaba todo el jardín lleno de Alstroemerias, Claveles y Delfinios*, nos adentramos al salón que mantenía y demostraba en alto lo fina y lujosa que podía llegar a ser la familia Northwest cuando quería.

Crystal Heard / Billdipp [Rewriting/ Con Errores Ortográficos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora