Gritos sordos

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Aquél día todo parecía igual, Mabbel hablaba con Gideon en la sala, Ford trabajaba en su sótano y Stan bebía a mi lado, en el porche.

—Así que problemas con las chicas, ¿eh?

—No es gracioso tio Stan, no quiero hacerle daño...

—¿Por qué tendrías que hacerlo?

—Fue... Un impulso, hay alguien más

—Ya veo, ¿entonces porqué no estuviste con esa persona desde un inicio?

—No es tan fácil... Yo... No sabía si arriesgarme con él...

—¿Él?

—¡ELLA! Ella, dije ella

—No, dijiste él

—Para nada, estás viejo, ya oyes cosas que no son

—Dipper, dijiste él

—¡Cla-claro que no!

—Hijo, si te gusta atrapar la bola en vez de batear no tengo problema

—¿Qu-qué?

—Además, he visto como mirabas a aquél chico en la caja registradora.

Mis mejillas se colorearon de un rojo intenso ante el recuerdo

—Uh... Yo...

—Creo que deberías decírselo, la vida no tiene sentido sin riesgos Dipper. Algún día te cansaras de todo eso y mira... Acabarás como yo

—Tio Stan yo no creo que tú...

—Pasé toda mi vida intentando demostrarles que era mejor que mi hermano, y terminé sin econtrar realmente cual era mi destino... No termines como yo, arriesgate

.







Pacifica, necesito hablar contigo sobre ésto, ¿podríamos vernos en la cabaña a    las tres?

Respiré hondo y pulsé la tecla de enviar, lancé el celular a cualquier parte de la habitación y di vueltas una y otra vez.

—Hey, Pine... ¿Que pasa?

Mis pulmones se cerraron y el pulso se elevó, mi cuerpo se puso en defensa y a la vez bajó la guardia, caminos fríos de sudor bajando por mis sienes. Sus manos grandes y demandantes tomaron con firmeza mi cadera y me empujaron a él, su respiración en mis orejas y sus labios probando la parte de atrás de mi cuello, abrí la boca con intención de hablar, pero de mí sólo salió un pequeño gemido. Se endureció entre mis nalgas.

—Bi-Bill... Para.

Se apartó y se acostó en mi cama, esperando que hablara. Mis pulmones soltaron el aire retenido, lo miré con preocupación.

—Tan sólo anteayer le pedí que fuera mi novia, soy una asco de persona

—Ciertamente lo eres

Le aventé una almohada y lo miré malhumorado.

—No ayudas en nada, ¿sabes?

—Yo nunca te dije que le dijeras que sí sólo porque estaba celoso

—Yo no estana celoso, callate. —gruñí, pero tan pronto como lo hice, me arrepentí —Pe-perdón, yo no quería..

Crystal Heard / Billdipp [Rewriting/ Con Errores Ortográficos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora