Capítulo 4

9.4K 1.1K 738
                                    






- ¿Cómo supiste que yo...? - balbuceé.

-No pudiste ser más obvio, John. Cualquiera puede darse cuenta cuando un auto lo sigue. Tomaste un taxi desde Baker Street, te detuviste antes para que así no te notara, y entraste al club. Tuviste que correr. Entonces pediste indicaciones, olvidando la principal regla del lugar, o por necesidad, pues no estas familiarizado con el lenguaje de señas y nunca has venido aquí sin mí. Te dirigiste a la habitación de Mycroft, y supe cuando te aproximabas debido a que reconozco perfectamente tus pasos y el sonido de tu respiración agitada cuando corres.

-Juego de niños, sentido común- Agregó Mycroft. - Aunque debo preguntarle, doctor Watson, la razón por la que siguió a mi hermano hasta aquí.

-Vi el mensaje que usted le envió, y como era un número desconocido, pensé que se trataba de una amenaza. - Respondí. Sentía un vacío en el estómago y hablaba con inseguridad. Lo único que evitaba que me fuera era la sonrisa con la que Sherlock recibió mi llegada y la forma en que me miraba, como si yo fuera una clase de pista en una escena del crimen- Es por eso que vine, pensé que Sherlock estaba en peligro y necesitaba ayuda...

-Excelente, me alegra que se preocupe por él. - Respondió Mycroft, lanzándome una sonrisa maliciosa- Sherlock es demasiado testarudo como para agregarme a sus contactos. Pero ya que está aquí, me agradaría mucho hablar con usted en privado.

-No me iré- protestó Sherlock

-Si lo harás- insistió Mycroft, impasible.

Sherlock gruñó y salió de la habitación con rencor, azotando la puerta. Sus pasos furiosos retumbaron por toda la instalación, hasta que empezaron a sonar más distantes y finalmente cesaron.

Cuando salí del club, vi a Sherlock esperándome en la entrada.

Me tomó de los hombros y me miró directamente a los ojos.

- ¿Qué te dijo? - me preguntó inquisitivamente.

-Me pidió que cuidara de ti. - respondí- y que no te hiciera daño. Aunque no entiendo a qué se refería con esto último.

Sherlock suspiró, aliviado.

-Bien. - dijo, ya más relajado. - He de suponer que escuchaste parte de nuestra discusión.

-Si

-Y has de tener muchas preguntas

-Sí, muchas- Empecé a emocionarme. Por un momento, pensé que Sherlock estaba dispuesto a hablar sobre ese tema que tanto me interesaba: sus sentimientos.

-Bueno, debo de admitir que no quiero hablar sobre ello. Pero, en vista de que no tengo otra opción, estoy dispuesto a responder un par de tus preguntas, siempre y cuando no sean muy impertinentes.

-Bien, ¿Quién es Barbarroja?

Un taxi pasó y Sherlock le hizo la parada. Nos subimos.

-A Baker Street- dijo mi amigo, y su voz adquirió un tono afligido- Barbarroja era mi único amigo antes de ti. Tenía un pelaje rojizo. Lamentablemente, tuvo una muerte prematura. No pude salvarlo... no pude evitarlo...

- ¿Era tu mascota?

-Para mí, era más que eso.

El resto del camino nos la pasamos en silencio.

Cuando bajamos del taxi, Sherlock tomó mi muñeca con una fuerza de la que le creía incapaz.

-John...- dijo seriamente-. No quiero perderte a ti también. No quiero ponerte en peligro.

-No me perderás, lo prometo.

-Estaría perdido sin mi blogger.- Noté la angustia en el rostro de mi amigo.

-E Inglaterra estaría perdida sin ti. - respondí.

El resto del día, Sherlock se la pasó solo en su habitación, tocando una triste composición suya en el violín.

Toqué su puerta para avisarle que la señora Hudson había traído la cena.

No contestaba. El violín había dejado de sonar.

Como Sherlock no contestaba, abrí la puerta.

Lo encontré sentado en la orilla de la cama, con las manos escondiendo su rostro y sollozando.

Yo me asuste muchísimo.

-He cometido un grave error- decía- He cometido un grave error...

-Sherlock, - dije, de la forma más tranquilizadora que pude- ¿Qué pasa?

Sherlock levantó la vista hacia mí.

-He cometido un grave, grave, error.

- ¿De qué hablas? ¿Cuál error?

-Me he enamorado de alguien. - declaró- Y tengo miedo a perderlo, tengo miedo a que se aleje... odio esta sensación de impotencia. Odio tener que guardármelo todo y pretender que estoy bien. Odio esa dependencia que tengo con esa persona, y ahora no puedo imaginar una vida sin ella. Tengo miedo a que esa persona conozca mi pasado y mis errores. Simplemente, he llegado a mi límite. Discúlpame, John. Esta es una escena algo vergonzosa y desearía que no me vieras así.

Estaba impresionado. Era la primera vez que veía a Sherlock así de vulnerable... Así de humano. No era la máquina calculadora que muchos creen que es. Era un hombre llorando por un sentimiento tan puro como el amor. Y lo único que quería hacer yo, era consolarlo, parar el dolor que estaba pasando.

Me senté a lado de él.

-¿A quién amas?

Sherlock cerro los ojos y respiró hondamente.

-A ti, John.

El secretoWhere stories live. Discover now