II

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Mientras Sandra conducía de vuelta al trabajo su voz iba martillando en el cerebro de Jess. ¿Por qué no le dijo que se quedara fuera? ¿Por qué no le pidió a la Doctora sus resultados para leerlos en la intimidad de su casa?

¿Por qué tuvo que escuchar la noticia junto a Sandra? Ahora contarle no era una opción, era imperativo si no quería que su cabeza explotase. Y luego tendría que inventarse algo realmente bueno para convencerla de cerrar la boca.

Su cháchara era tal que Jessica no estaba pensando en las cosas que debía pensar, sino cómo hacer que su amiga se callara, aunque en realidad sabía que no había poder humano capaz de hacer que Sandra Wilmore cerrara la boca cuando ésta se proponía ser insoportable.

—¿Entonces te quedarás callada? ¿No me dirás nada acerca de esto?  ¿Cómo es posible que estés embarazada y yo ni siquiera sepa que salías con alguien? Puedes confiar en mí, Jessica, pensé que sabías eso. ¿Y qué de todo lo demás? Tu madre va a enloquecer, ¿ya lo pensaste? Va a matarte y luego me matará a mí.

No, no lo había pensado, porque la voz de Sandra ni siquiera le había dado tiempo de entrar en pánico. Sin embargo, la idea de que aquello en serio estaba pasando y que tendría que hacerse cargo de la situación, de una forma u otra, comenzó a hacerle temblar los dedos.

» ¿Desde cuando tienes novio? Pensé que te enfocarías en la universidad, no en los chicos. Espero que al menos se haga cargo de este bebé después de que tú y yo estemos bajo tierra.

Jessica se vio en la necesidad de aclarar varios puntos.

—No, Sandra. No estoy saliendo con nadie, te juro que te lo contaré todo en cuanto pueda, pero no ahora. Prométeme que no le contarás a nadie de la empresa —pidió nerviosa—. Y menos a mamá. Júralo.

Sandra se quedó en silencio unos segundos, como si estuviera evaluando la seriedad del compromiso que estaba a punto de asumir. Luego asintió y su mente volvió al tema que en realidad le interesaba, por el momento.

—¿Así que la señorita no está saliendo con nadie? Esto le va a encantar a tu madre, Jessica — La reprendió. En serio parecía preocupada por ella—. Jess, cariño, entiendo todo eso de la liberación sexual, pero no crees que al menos debiste ser más responsable. ¿No tomas la píldora?

—Sandra... —En serio Jess no quería tener esa conversación con ella, menos en ese momento.

—No, no. Tu madre nos va a degollar juntas, al menos merezco saberlo —insistió su amiga.

Jess suspiró.

—Me tomé la píldora de emergencia —admitió.

Claro que también había sido lo bastante estúpida como para pensar que eso era suficiente. Y ahora podía ver que no era así.

—¿El mismo día? —cuestionó su amiga sin mirarla.

—El mismo día estaba borracha.

—¿En la mañana, entonces? —insistió Sandra.

—En la mañana tenía resaca. Lo hice en la noche.

Sandra se apretó el puente de la nariz y murmuró cosas que Jess no pudo descifrar.

—¿Sabes que mientras más rápido la tomes mejor?

—Decía que tenía 48 horas para tomarla y lo hice antes de las veinticuatro —Jess intentó justificarse—. Son matemáticas, tenía más de un 60% de probabilidades de éxito.

—Y, por supuesto, obtuviste el 40% —murmuró Sandra—. ¿Es alguien de la empresa? ¿Acaso es Mark, el rubio del departamento de contabilidad?

Y ahora ¿Qué hago? 1 y 2 (Disponible en Amazon)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang