Doppleganger

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El paso de José aumentaba cada vez más, paulatinamente daba grandes zancadas para acelerar su avance. La imagen de sí mismo mirándole en el paradero, frente a él, seguía fresca perturbándole constantemente mientras se dirigía a la escuela.

José estaba completamente seguro que no había sufrido una alucinación. Tampoco tomó en cuenta la posibilidad de que fuese sencillamente un ligero parecido físico, no, nada de eso, José sabía lo que había visto. Pero lo que realmente le aterraba era lo que había escuchado acerca de ese tipo de visualizaciones en la clase de ciencias sociales. Él sabía que era una señal de que su muerte se acercaba. Ya seguro en su escuela, se alejó de sus compañeros y se sentó solo para pensar detenidamente en lo que había visto.

Aún miraba detrás suyo, aún temblaba. José logró distraerse un poco en la clase de historia, la cual recurría a la antítesis del feudalismo y el inmensurable alzamiento de la burguesía ante el absolutismo monárquico. En medio de la exposición de uno de sus compañeros acerca del expresionismo otomano, las ganas de ir al baño de José le ganaron, por lo que salió rápidamente del salón en dirección a los servicios higiénicos. Ya ahí, José solo se relajó y se dejó llevar. Vaciló una vez más con lo que había visto. Por un momento se rió, pensando que quizás se puede haber confundido, o que tal vez había alguien igual a él. ¿Y eso qué? Hay millones de personas en el mundo, una que otra se debe repetir.

José terminó la "cuestión" rápidamente y se dirigió enseguida a su salón a continuar escuchando lo que para él era un sinónimo directo de "aburrimiento total". Antes de entrar al salón, José se detuvo de inmediato en un plano en el cual llegaba a visualizar su asiento, que no estaba vacío. Era él, él se encontraba sentado en el salón. Su corazón latió rápidamente, su copia, otro yo, o clon, se adelantó y ocupó su lugar. ¿Acaso lo había seguido? José no podía despegar la mirada de aquel personaje idéntico a él, definitivamente, era exactamente igual a él, era como mirarse en un espejo. Entonces el igual de Jose giró su cabeza clavando su mirada en el aún sorprendido José.

Este se hizo a un lado y se ocultó fuera de la vista del que creía un impostor. José se encontraba muy asustado, la mirada de aquel impostor logró que, por un momento, el corazón del escolar se detuviera bruscamente. Era como si tan solo su mirada hubiera calado en lo más profundo de él, mostrando en el reflejo de su mirada un ser lleno de maldad.

El joven escapó rápidamente de la escuela, trepó el muro más pequeño cerca del cuarto de conserjes y corrió hacia el parque más cercano. Ya ahí, mirando a otros niños jugar, pensó qué haría, pues la idea de volver a la escuela era quizás la más imprudente que se le pudiese ocurrir. Ya había pasado más de una hora, y en el momento en el cual José se encontraba pensando su siguiente acto, pudo escuchar sirenas de ambulancia cerca del parque. Además de eso, vio gente correr en dirección contraria a la cual se encontraba él. José empezó a sentir ansiedad y preocupación sobre lo que estaba sucediendo; desde que se vio a sí mismo en la calle, todo parecía estar sucediendo de una manera tan ilógica y surreal. Entonces el joven solo empezó a correr en dirección a su casa creyendo que era el único lugar en el cual podría pensar más claramente y ordenar sus ideas. José corrió lo más rápido que pudo y en menos de 10 minutos logró vislumbrar su casa.

Algo había ocurrido ahí. Había dos patrullas de policías y muchos vecinos curioseando cerca de su casa. José pensó lo peor y corrió rápidamente. Al llegar, todas las miradas se posaron en él, y pudo ver a su madre llorando, hablando con los oficiales. Entonces José sintió como las miradas de sorpresa de todos los presentes se fijaban en él a la par que comentarios y murmullos iban y venían entre las personas. José le preguntó a su madre qué era lo que sucedía, pero su madre solo lo miraba, aún con lágrimas deslizándose en el rostro, y moviendo su cabeza de un lado a otro. Entonces un policía le dio una palmada en el hombro y le dijo: "Nos haremos cargo".

En seguida, dos oficiales llevaron a José adentro de la camioneta sin decirle más. José estaba confundido y solo se limitaba a preguntarle a su madre qué era lo que había pasado.

La patrulla de policía se alejaba de la casa mientras José permanecía en silencio y muy asustado, sin saber qué iría a ocurrir, y sin saber mucho menos en qué situación se encontraba. Ya en el camino, la camioneta de policía se detuvo a causa del semáforo en rojo. Solo le tomó unos segundos mirar a su derecha, por la ventana de la patrulla, y llegar a ver a través de un callejón a su entrometido impostor. Ahora, este lo miraba con una sonrisa llena de malicia, inspirando burla.

El sujeto, idéntico a José, tenía la ropa llena de sangre, la cara, boca e incluso los dientes, y en su mano derecha, la cabeza de la profesora de clases de José.

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