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Y así llegaron las vacaciones de invierno.

Aria las pasó de cena familiares y cenas con viejos amigos. Cada vez que iba a alguna, siempre se imaginaba que se lo iba a encontrar por ahí y le iba a saludar.

Lucas las pasó en casa, componiendo, de vez en cuando salía a divertirse con sus amigos y cuando lo hacía, al igual que que Aria, lo hacía con la esperanza de que algún giro en el destino la pusiera en frente suya. Pero nunca sucedió.

Llegó el día de volver a clase. Ambos pensaron en que se volverían a ver, pero ninguno quería manifestarlo, lo que querían era olvidarse el uno del otro. Tampoco sucedió nunca.

-Chicos, acabo de recibir una llamada urgente de mi casa.-Les informaba la profesora de Lengua.-Me tengo que ir, le diré a algún profesor que esté libre que venga.

La profesora salió por la puerta, y en ese momento todos los alumnos, incluida Aria, que estaba sentada al lado de la puerta, empezaron a hablar.

Lucas iba por el pasillo, camino a la clase que tenía que sustituir, sin saber que en esa clase se encontraba la chica que le estaba volviendo loco, la que no se podía sacar de la cabeza.

Abrió la puerta y lo primero que vio fue su pelo. Se lo había cambiado. Ahora lo tenía más claro.

Aria se giro al escuchar la puerta abrirse y al encontrarse con sus ojos grises, sintió que caía en el abismo del que estaba saliendo.

-¿Estáis con Ari... A...?-Dijo mirándola sin apenas poder hablar.
-¿Quién es esa?-Le respondió Aria divertida, rebosando felicidad por que le había hablado.-Estamos con Rocío, de literatura.

A Lucas le hizo mucha gracia el tono con el que le habló y lo único que hizo fue decirle que era él el que tenía que sustituirla.

-Anda, tu amor platónico.-Le susurró Gabi al oído mientras que Lucas iba hacia la mesa del profesor.
-Cállate, gilipollas, que te va a escuchar.-Le respondió Aria mientras observaba a Lucas desde la espalda.-Voy a estudiar. ¿Tienes los apuntes de historia?
-Que va.

Aria se levantó y se dirigió hacia Guille, adivinando sin ver la mirada penetrante de Lucas mientras se movía.

-Guille.-Se sentó en su mesa.-¿Me dejas los apuntes de historia?
-Claro.-Guille sacó un cuaderno de su mochila y se lo dio.
-Gracias.-Le contestó Aria sonriente.

Lucas no apartó ni un sólo momento la vista de Aria y le ardía su interior ver con la facilidad que se dirigían el resto de los chicos hacia ella y que él apenas hubiera cruzado dos palabras.

Aria volvió a su sitio y empezó a copiar los apuntes, o más bien lo intentó.
Igual que Lucas, que no podía concentrarse en los exámenes que estaba revisando.

Cada vez que Aria levantaba la cabeza le vía observándola y Lucas tornaba la mirada hacia los papeles, temiendo que el amor de Aria no fuera correspondido y se asustara.

A medida que la clase avanzaba, también lo hacía el volumen de las voces de los chicos haciendo aún más imposible que Lucas no levantase la cabeza de los exámenes.

-¡A ver, por favor, ¿os podéis callar?!-Les riñó Lucas desde su asiento.-¡Como sigáis así me pongo a dar clase!

Aria levantó la vista de los apuntes y verle enfadado, y riñendo le hizo mucha gracia, tanto que tuvo que ponerse una mano en la boca para evitar que Lucas pensase que se estaba riendo de él.

-¡Es sobre todo ese sector, el que no se calla!-Prosiguió Lucas señalando a donde estaba Guille.

En realidad todos hablaban por igual, pero Lucas tenía que soltar la ira que le había provocado ver a Guille hablando con Aria, y sobre todo la posibilidad de que se gustasen, aunque esa fuera idea más alejada de la realidad.

El timbre sonó y todos empezaron a recoger sus cosas, aunque Lucas y Aria lo hicieron mucho más lento de lo normal, pues ninguno de los dos quería irse del otro.
Por fin Lucas tomó la iniciativa y terminó de guardar las cosas en la bandolera. Al pasar por al lado de Aria la miró, y ella a él también, se miraron un rato y se dedicaron una sonrisa tímida, luego, Lucas abrió la puerta, y antes de irse volvió a mirar a Aria, que no apartó la vista de él ni un segundo.

-Adiós.-Dijo Gabi aguantándose las ganas de reír.

Al oírla, Lucas la miro y le dedicó otra sonrisa, pero esta vez no era tan cariñosa y tímida como la que le regaló a Aria segundos antes.

ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora